miércoles, noviembre 26, 2008

El fruto de su vientre

Queridos amigos,

soy gallego por nacimiento y por la parte de mi padre y les diré, como dijo Jesucristo, que nadie es profeta en su tierra. Lo voy a dejar en esta misteriosa afirmación, pero me vine ayer de Santiago de Compostela un poco desanimado. Cosas del tabaco.

Y eso que había ido a la peluquería, que me había dejado una pasta peinándome y dándome mechas... ¡Ay qué pena! Le dije al peluquero:

-- Machote- no se lo toma a mal porque sabe que es un decir-, quiero parecer una presentadora de informativos de La Secta -ese pedazo de televisión privada que tiene ZP para meterse con Aznar.

Aquí, el resultado:



Cuando se me ponen estos pelos tan revueltos (no sé cómo lo hago), me miro al espejo y me entran también unas ganas locas de meterme con Aznar. Si me refreno es sólo porque, ante el espejo, como escuchando un labio cerrado, me pregunto... ¿Y quién coño es Aznar hoy que le dedican tantas horas de televisión los de La Secta?

Aznar es un tío con cara de antipático que antes tenía bigote y mando y ahora ni una cosa ni la otra.



Sólo le ha faltado un bigote, ¿verdad? Ese en el que están pensando todos ustedes, ¿cierto? El de Charlot.

Pelos aparte, he hecho un viaje relámpago a Galicia para... Para... Bueno, para...

Tomarme un café.

Eso sí, un café que es toda una experiencia. Mientras me lo contaba María Estévez (no sé si hay por ahí una actriz con el mismo nombre, pero, en cualquier caso, no, no es ella), del Bonche de Santiago de Compostela, se me iba poniendo carita de pero qué me estás contando, pero qué cosas más raras hace la peña, con una ceja elevada y la otra no, en plan el Gran Wyoming a punto de meterse con Aznar, una vez más, en el Intermedio, ya saben... En la Secta.

El café es indonesio y se llama Kopi Luwak. ¿Han oído hablar de él? Yo, lo reconozco, en mi vida. Igual ahora resulta que es famosísimo, pero disculpen que yo nunca. Cuando me cuentan procesos tan extraños siempre me intriga quién fue el primero que se dio cuenta de que aquello podía funcionar y cómo es que llegó a la conclusión, porque es raro.

Resulta que en ese cafetal de Indonesia hay unos bichos, una especie de gatos salvajes, que se llaman luwak. Al principio tendrían puesto allí un espanta-luwaks o algo parecido, no sé, un bulldog de dibujos animados con un collar de pinchos o un retrato enorme de Aznar sin bigote. Algo que les diera mucho miedo, porque los luwak se papean los mejores granos de café. Los bichos son como mi madre en el supermercado cogiendo siempre los mejores calabacines, pero sin sopesarlos. Tienen ese instinto que les hace conocer rápidamente las mejores alubias del café.

Si Juan Valdés se enterara, a tomar por culo el anuncio del café. Tantos años dejándose el lomo en el cafetal, la experiencia y la sabiduría de generaciones y generaciones de Juanes Valdeses y al final resulta que un bicharraco, una especie de micifús punteado, nada más nacer y sin aguantarle el rollo al abuelo, selecciona el café de puta madre.

El luwak, por tanto, se come las mejores alubias del café, pero como éstas son demasiado duras para ser digeridas, en su estómago reciben un ataque enzimático y, de las mismas, un poquito agujereadas, tienen su metempsicosis intestinal y, taca, a la orilla del río que van.

Este hecho consuela un poco a Juan Valdés que piensa: "Será tonto el bicho de los cojones que se impla a café y no le alimenta nada". Un día, alguien, el tonto del pueblo que, al final, siempre es el listo, ve una hez de luwak con las alubias enzimáticas del café semienterradas en mierda y le entra el capricho de tomarse un café.

Es este el proceso mental que a mí se me escapa, no voy a tratar de comprenderlo. Me dice María que, como ese café era muy caro, los trabajadores del cafetal se sacaban un extra rescatando de la caca de luwak las alubias. Es plausible. Ahora bien, ¿quién fue el que se dio cuenta de que el estómago del gato mejoraba el café? ¿Quién fue el primero que probó el cacacafé y lo comparó con el otro y dijo aquello de "Mi café"?

Supongo que tienen ustedes la imagen de una hez achorizada y curva, marrón oscura tirando a carmelita, con los granos de café rojo oscuro asomando por entre su carne esponjosa, pero les recuerdo a todos que el café suelta la tripa. Así tienen ya una imagen más real (y desagradable) de lo que es el fruto del vientre del luwak.



Hoy, el Kopi Luwak es el café más caro y preciado del mundo. Uno solo en el Bonche cuesta casi ocho euros, que dan ganas de contestar:

-- ¡¿Ocho euros por un café de mierda?!

Y está bueno, de verdad que lo está, pero en el asunto del delicatessen yo siempre llego a la misma conclusión: cuanto más sutil es la diferencia, casi inapreciable, más caro es el producto y más gilipollas somos los humanos.

En la foto me ven probando el Kopi Luwak. De aroma, anda cortito, pero de sabor está bueno... Suave... Rico para, por ejemplo, los ingleses o los americanos, esta gente que no sabe lo que es el café bueno. Cuando me retiré la taza de la cara, el Kopi Luwak me había pintado un bigote carmelita oscuro, curvo, achorizado, carnoso, como el de Aznar.

X. Bea-Murguía (mi cacacafé).

Escuela pública General Suharto de Medan, isla de Java. Seis de la mañana... (Suharto ha muerto, pero estos son como Garzón, que no se han enterado).

-- A ver niños, niñas, estaos quietos... Un poco de silencio... ¡Suhartito, chitón!... Venga... Hoy vais a dibujar de qué se trata vuestro trabajo... Suhartito, estáte quieto, coño, que te atizo con el borrador... Que empiece Suleimancito... Suleimancito, ¿en qué estás esclavizado 16 horas al día por cuatro perras?
-- Trabajo en el cafetal removiendo con un palito caca de luwak.