Mis hijos
Jodó, qué frío, maños.
Al eucalipto que comparte las mañanas conmigo, que casi toca mi ventana, se le ha ido la permanente a tomar vientos. Seguro que se había gastado una pasta en Rupert y ahora anda con las hojas más revueltas que una loca de película de Pedro Almorrana.
Qué lunes más lunes. Esta semana me toca lo mismo que la semana pasada, así que no sé cómo andaré de tiempo. Bueno, sí lo sé: voy a andar mal de tiempo, con cierzo en el reloj, corriendo al aeropuerto y a la estación de Atocha, de arriba a abajo, como el Imperio Asirio. Mañana estoy en Santiago. El jueves, en Sevilla. El lunes que viene, en Albacete y ya. A ver si se pasa esta racha (de viento del norte). A ver si vuelve la primavera.
Por lo menos, la niña ya está bien. Vean, vean. Aquí una foto que ha hecho mi mujer. Me encanta.
Guapos, ¿verdad? Tela de guapos. Estos son niños hechos con calidad superior y punto. Si alguna de ustedAs quiere un niño de esta calidad, que me lo diga. Sin problema. Barato, barato, además. Manden primero una foto porque yo, a pesar del poderío de mis genes, sólo puedo asegurar la mitad de esa calidad y luego no quiero reclamaciones que ya advierto que la otra mitad no es cosa mía. Y en el caso de mis hijos, que no se parecen en nada a mí, que son calcados a mi señora, casi se hace verdad eso que dicen siempre en el pueblo:
-- Son iguales a Beatriz. ¿Tú qué has puesto aquí? Si no has puesto nada.
Pues es verdad, joder. Mejor para ellos, claro, que serán más guapos, pero aunque parezca que yo no he puesto nada, la calidad de mi genética se nota en lo blanco de los ojos y en otras muchas cosas. ¿Que en qué? ¡Pues en un montón de cosas, hombre! Al menos, yo la noto. Bueno, miren, si quieren un niño de calidad, hablen con Beatriz y que les dé el teléfono del padre de mis hijos y tan amigos. Además, yo a mi edad, no quiero líos.
En todos estos años, desde que soy padre, y va para ocho, sólo una persona, una, se ha parado ante mí y me ha dicho:
-- Esta niña es clavada a ti.
Fue este verano. En la puerta de la peña. Las chicas de oro iban a misa, como cada día. Y no, no fue el vendedor de la ONCE. Fue la Encarna. Muy maja la mujer. No ve tres en un burro, es cierto (y desconsolador), pero tampoco vende cupones. Los demás, siempre preguntan... Así, con acento segoviano...
-- ¿A quién se parece esta niña? ¿A quién se parece este niño? -metiendo el dedo en el cochecito para verle la cara y añadiendo- Porque a ti no se parece.
-- Pues no sé a quién se parecerá-contesté en una ocasión pasando ya de contrariado-. ¿Por qué no le haces una foto y la vas comparando con todos los tíos del pueblo y así nos enteramos los dos?
No te jode. A mí no me importa, la verdad. Me la pela. Creo que padre es quien se lo gana. Padre es el que pasa noches sin dormir acunando la fiebre de los hijos, el que limpia culos y canta en el baño, el que levanta al niño cuando se cae de la bicicleta, el que lo lleva al colegio, el que castiga a su pesar, el que no se pierde ni una sola exhibición de judo, el que deja que la niña chupe su teléfono móvil, el que cree que el trabajo es importante, pero secundario. Lo que quisiera, si se confirmara esto que sólo una madre sabe y todo padre sospecha, es que si hubiera un quien por ahí, pasara la pensión alimenticia, ¿no? Que por lo menos colaborara en la manutención. Que no le saliera gratis. Eso sí, sin derecho a pasar la noche en vela ni entradas para la exhibición de judo. Eso no lo comparto, que el cálido abrazo de mis hijos es sólo mío.
Bromas aparte. Mis hijos son guapos, son buenos, son listos y son simpáticos... Como su padre. Ahí se nota el podería de mi genética.
Y punto.
X. Bea-Murguía (buen lunes a todos).
Al eucalipto que comparte las mañanas conmigo, que casi toca mi ventana, se le ha ido la permanente a tomar vientos. Seguro que se había gastado una pasta en Rupert y ahora anda con las hojas más revueltas que una loca de película de Pedro Almorrana.
Qué lunes más lunes. Esta semana me toca lo mismo que la semana pasada, así que no sé cómo andaré de tiempo. Bueno, sí lo sé: voy a andar mal de tiempo, con cierzo en el reloj, corriendo al aeropuerto y a la estación de Atocha, de arriba a abajo, como el Imperio Asirio. Mañana estoy en Santiago. El jueves, en Sevilla. El lunes que viene, en Albacete y ya. A ver si se pasa esta racha (de viento del norte). A ver si vuelve la primavera.
Por lo menos, la niña ya está bien. Vean, vean. Aquí una foto que ha hecho mi mujer. Me encanta.
Guapos, ¿verdad? Tela de guapos. Estos son niños hechos con calidad superior y punto. Si alguna de ustedAs quiere un niño de esta calidad, que me lo diga. Sin problema. Barato, barato, además. Manden primero una foto porque yo, a pesar del poderío de mis genes, sólo puedo asegurar la mitad de esa calidad y luego no quiero reclamaciones que ya advierto que la otra mitad no es cosa mía. Y en el caso de mis hijos, que no se parecen en nada a mí, que son calcados a mi señora, casi se hace verdad eso que dicen siempre en el pueblo:
-- Son iguales a Beatriz. ¿Tú qué has puesto aquí? Si no has puesto nada.
Pues es verdad, joder. Mejor para ellos, claro, que serán más guapos, pero aunque parezca que yo no he puesto nada, la calidad de mi genética se nota en lo blanco de los ojos y en otras muchas cosas. ¿Que en qué? ¡Pues en un montón de cosas, hombre! Al menos, yo la noto. Bueno, miren, si quieren un niño de calidad, hablen con Beatriz y que les dé el teléfono del padre de mis hijos y tan amigos. Además, yo a mi edad, no quiero líos.
En todos estos años, desde que soy padre, y va para ocho, sólo una persona, una, se ha parado ante mí y me ha dicho:
-- Esta niña es clavada a ti.
Fue este verano. En la puerta de la peña. Las chicas de oro iban a misa, como cada día. Y no, no fue el vendedor de la ONCE. Fue la Encarna. Muy maja la mujer. No ve tres en un burro, es cierto (y desconsolador), pero tampoco vende cupones. Los demás, siempre preguntan... Así, con acento segoviano...
-- ¿A quién se parece esta niña? ¿A quién se parece este niño? -metiendo el dedo en el cochecito para verle la cara y añadiendo- Porque a ti no se parece.
-- Pues no sé a quién se parecerá-contesté en una ocasión pasando ya de contrariado-. ¿Por qué no le haces una foto y la vas comparando con todos los tíos del pueblo y así nos enteramos los dos?
No te jode. A mí no me importa, la verdad. Me la pela. Creo que padre es quien se lo gana. Padre es el que pasa noches sin dormir acunando la fiebre de los hijos, el que limpia culos y canta en el baño, el que levanta al niño cuando se cae de la bicicleta, el que lo lleva al colegio, el que castiga a su pesar, el que no se pierde ni una sola exhibición de judo, el que deja que la niña chupe su teléfono móvil, el que cree que el trabajo es importante, pero secundario. Lo que quisiera, si se confirmara esto que sólo una madre sabe y todo padre sospecha, es que si hubiera un quien por ahí, pasara la pensión alimenticia, ¿no? Que por lo menos colaborara en la manutención. Que no le saliera gratis. Eso sí, sin derecho a pasar la noche en vela ni entradas para la exhibición de judo. Eso no lo comparto, que el cálido abrazo de mis hijos es sólo mío.
Bromas aparte. Mis hijos son guapos, son buenos, son listos y son simpáticos... Como su padre. Ahí se nota el podería de mi genética.
Y punto.
X. Bea-Murguía (buen lunes a todos).
9 Comments:
Coño que me vasa hacer llorar un lunes por la mañana!!!!
... o deberia firmar asi...
Guapos si que son, caramba y simpaticos. Tampoco creo que se parezcan tanto a su madre. ¿no habreis hecho una adopción y lo tengais calladito?
En cualquier caso se parecen a si mismo y estan parta comerselos....
Abernathy, casi que no hacía falta que dijeras quién eres. Con eso de que te ibas a poner a llorar casi lo sospechaba. jeje. Un beso
Anónimo, son guapos porque se parecen, mucho, a su madre. ¿Qué le vamos a hacer? La niña es una Beatriz en miniatura. Entre las dos se han propuesto acabar conmigo.
Javier
Perdón, que he dejado el comentario en la entrada equivocada. Decía así:
Permítame que, a tenor de lo escrito, traiga a colación un recuerdo personal:
Nada más nacer mi primer hijo, vamos, cuando salía yo del paritorio a echarme mi primer cigarrito de padre (cigarrito que me dio una parturienta que pasaba las contracciones fumando en el pasillo, pero ésa es otra historia), mi suegra (quién si no)me preguntó de sopetón a quién se parecía el bebé. Creo que mi respuesta fue lógica y satisfactoria:
-Pequeñico y arrugado, al maestro Yoda.
suyo affmo. q.b.s.m.
Mingo Starr, beatle sidrero
25 noviembre, 2008 09:59
JAJAJAJAJAJA.
¡Mingo Starr! ¡Beatle sidrero!
De órdago, tú.
Fdo.: D. T. (sin foto)
Y a mi que tus niños me recuerdan a Manolo...
Un abrazo,
Centurione
Desde luego se parecen entre ellos muy mucho. Son hermanos, de eso no hay duda.
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