Psicomotricidad fina
Queridos amigos,
como he repetido muchas veces, y suena a excusa, mi termita Ana madruga mucho y me ocupa el tiempo que hace un año dedicaba al blog, así que voy escribiendo a ratos. Cuando puedo. Ahora mismo la tengo aquí, en el salón de casa, revolviéndolo todo como un huracán y tratando, por todos los medios, de hacerse un sitio delante del ordenador para aporrearlo como si fuera una pianista intérprete de música dodecafónica.
En estas condiciones, francamente, se hace difícil.
Podría, como he intentado esta mañana sin éxito (ya es mi hora de comer), enchufar el portatil y ponerme en el salón a escribir, mientras ella... Pero tampoco. Tampoco porque no le dedica a ninguno de sus juguetes ni dos minutos. A ella le gusta lanzar las cosas por ahí, hacer ruido, bailar al son de cualquier ruido moviendo el culo sin despegarlo del suelo, aporrear el teclado del ordenador (como he dicho) y, sobre todo, que su padre la coja en brazos y manejarlo como a una acémila...
-- Allí -y señala con su pequeño garfio hacia donde quiere ir o qué es lo que quiere coger, a lo que su padre responde como si colgando de su dedo luciera brillante una hermosa zanahoria-. Allí -y para el otro lado.
--Coño, Ana, tú mandas más que tu madre- y ya es decir.
Y no es por juguetes. Que tiene, además de los suyos, todos los que le han ido cayendo por su cumpleaños y los Reyes, los que le han llegado enteros de cuando Rodrigo tenía su edad.
Uno de estos, heredado de su hermano, que también jugaba mucho con él, es una especie de monitor con varias actividades que estimulan la psicomotricidad fina. Saben ustedes que psicomotricidad es la coordinación del movimiento de los músculos con las órdenes del cerebro, algo que en los niños no tiene demasiada precisión. Está la psicomotricidad, por decirlo de alguna manera (yo no soy experto, en esto tampoco), ordinaria y está la fina, es decir, hacer pinzas con los dedos, mover piezas pequeñas... Es la más difícil porque requiere una precisión de la que, como digo, los bebés carecen y hay que estimularla.
Pues este juguete es muy bueno para estimular esta psicomotricidad fina. Rodrigo le echaba siempre un ratillo sentado delante del monitor. Tiene una rueda rosa con una pequeña asa para darle vueltas. Va enganchada a un engranaje que gira, traquetrea y hace que se asomen dos monos de manera alterna. Es muy bueno para el juego de muñeca.
Para hacer fuerza con el dedo, tiene una mariquita azul pegada a un fuelle que, cuando se aprieta, suena una pequeña bocina y empuja aire por un tubito de manera que unas pequeñas bolitas de espuma blanca vuelan como si fuera nieve. Este sería ideal para que se entretuviera la ministra de Fomento.
Además, y por resumir,en un tercer apartado, para hacer pinza con los dedos, tiene una valla amarilla que se sube y se baja y hace que se asomen por detrás uno pajaritos; un pajaro carpitero con un muelle que golpea una campanilla cuando se acciona con el dedo; y un rodillo que da vueltas con unas escenas de un mono y perro haciendo monadas y perradas.
Es un juguete educativo, formativo, diseñado con enorme ingenio para estimular el desrrollo de los bebés y su capacidad de psicomotricidad fina. Ana, aunque no le dedica mucho tiempo, se lo pasa muy bien con él. Lo agarra con sus dos manitas y se pone a repartir hostias con él a todos los demás jueguetes, en plan Obélix y las legiones del César. Los pajaritos de la valla salen volando. Los monitos se caen del engranaje, el pájaro carpintero acaba clavado en la campanita, el rodillo se pone a dar vueltas y se monta tal lío que el mono y el perro acaban actuando de manera totalmente contranatura (ahora yo, ahora tú) y la mariquita acaba como cualquier otra mariquita en manos de un bebe de un año: espachurrada (mok mok).
Percibo que Ana es más de psicomotricidad ordinaria que de psicomotricidad fina.
X. Bea-Murguía (la fiera de mi niña... Que se vaya preparando el novio, esté donde esté. Haz las maletas, chaval).
como he repetido muchas veces, y suena a excusa, mi termita Ana madruga mucho y me ocupa el tiempo que hace un año dedicaba al blog, así que voy escribiendo a ratos. Cuando puedo. Ahora mismo la tengo aquí, en el salón de casa, revolviéndolo todo como un huracán y tratando, por todos los medios, de hacerse un sitio delante del ordenador para aporrearlo como si fuera una pianista intérprete de música dodecafónica.
En estas condiciones, francamente, se hace difícil.
Podría, como he intentado esta mañana sin éxito (ya es mi hora de comer), enchufar el portatil y ponerme en el salón a escribir, mientras ella... Pero tampoco. Tampoco porque no le dedica a ninguno de sus juguetes ni dos minutos. A ella le gusta lanzar las cosas por ahí, hacer ruido, bailar al son de cualquier ruido moviendo el culo sin despegarlo del suelo, aporrear el teclado del ordenador (como he dicho) y, sobre todo, que su padre la coja en brazos y manejarlo como a una acémila...
-- Allí -y señala con su pequeño garfio hacia donde quiere ir o qué es lo que quiere coger, a lo que su padre responde como si colgando de su dedo luciera brillante una hermosa zanahoria-. Allí -y para el otro lado.
--Coño, Ana, tú mandas más que tu madre- y ya es decir.
Y no es por juguetes. Que tiene, además de los suyos, todos los que le han ido cayendo por su cumpleaños y los Reyes, los que le han llegado enteros de cuando Rodrigo tenía su edad.
Uno de estos, heredado de su hermano, que también jugaba mucho con él, es una especie de monitor con varias actividades que estimulan la psicomotricidad fina. Saben ustedes que psicomotricidad es la coordinación del movimiento de los músculos con las órdenes del cerebro, algo que en los niños no tiene demasiada precisión. Está la psicomotricidad, por decirlo de alguna manera (yo no soy experto, en esto tampoco), ordinaria y está la fina, es decir, hacer pinzas con los dedos, mover piezas pequeñas... Es la más difícil porque requiere una precisión de la que, como digo, los bebés carecen y hay que estimularla.
Pues este juguete es muy bueno para estimular esta psicomotricidad fina. Rodrigo le echaba siempre un ratillo sentado delante del monitor. Tiene una rueda rosa con una pequeña asa para darle vueltas. Va enganchada a un engranaje que gira, traquetrea y hace que se asomen dos monos de manera alterna. Es muy bueno para el juego de muñeca.
Para hacer fuerza con el dedo, tiene una mariquita azul pegada a un fuelle que, cuando se aprieta, suena una pequeña bocina y empuja aire por un tubito de manera que unas pequeñas bolitas de espuma blanca vuelan como si fuera nieve. Este sería ideal para que se entretuviera la ministra de Fomento.
Además, y por resumir,en un tercer apartado, para hacer pinza con los dedos, tiene una valla amarilla que se sube y se baja y hace que se asomen por detrás uno pajaritos; un pajaro carpitero con un muelle que golpea una campanilla cuando se acciona con el dedo; y un rodillo que da vueltas con unas escenas de un mono y perro haciendo monadas y perradas.
Es un juguete educativo, formativo, diseñado con enorme ingenio para estimular el desrrollo de los bebés y su capacidad de psicomotricidad fina. Ana, aunque no le dedica mucho tiempo, se lo pasa muy bien con él. Lo agarra con sus dos manitas y se pone a repartir hostias con él a todos los demás jueguetes, en plan Obélix y las legiones del César. Los pajaritos de la valla salen volando. Los monitos se caen del engranaje, el pájaro carpintero acaba clavado en la campanita, el rodillo se pone a dar vueltas y se monta tal lío que el mono y el perro acaban actuando de manera totalmente contranatura (ahora yo, ahora tú) y la mariquita acaba como cualquier otra mariquita en manos de un bebe de un año: espachurrada (mok mok).
Percibo que Ana es más de psicomotricidad ordinaria que de psicomotricidad fina.
X. Bea-Murguía (la fiera de mi niña... Que se vaya preparando el novio, esté donde esté. Haz las maletas, chaval).
6 Comments:
No se queje; mi retoño utiliza los juguetes destinados al desarrollo de la psicomotricidad como material de entrenamiento para el lanzamiento de peso a la entrepierna paterna, disciplina en la que alcanzado la sublimidad de los elegidos. Pena que no sea olímpica ni que tenga un circuíto profesional, porque de ésta me forraba.
Fdo: Emilio Sánchez-Diácono o la mística el tenis
Digo yo que si la ha mirado bien el sexo a la nena.
Fdo.: Zigmund Freud-Zerolo, terapeuta habanero
Querrá decir "si le".
Fdo.: Lázaro el Carretero, tocapelotas a caballo.
JAJAJAJAJAJA
Esto es un género literario ya que merece un libro...
Sr. Sánchez, le recomiendo una coquinera para protegerse la piña. O eso, o que le rompa los brazos a su retoño. Y yo no me quejo. Lo cuento, pero estoy encantado, chocho y baboso con mi niña.
Si, niña he dicho, sr. Freud-Zerolo. Le saco yo lustre todos los días a la flor de mi niña, baño y cremita, así que no hay duda: es un pezado de hembra.
Javier
Para Mateo, la psicomotricidad fina consiste también en hacer pinza con el índice y el pulgar... Es curioso su uso, sin embargo: lo utiliza para despegarte el párpado a eso de las siete aeme. Literal. Se aproxima al lecho y te lo despega, zas, apretando como si la presión le diera al conjunto más, cómo decirlo, alevosía psicomotrera. Qué cabroncetes son.
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