viernes, febrero 24, 2006

La venganza de Ruiz Gallardón



Queridos amigos:

un primo mío gallego me dijo en una ocasión que lo bueno que tenía "Gran Hermano" es que, por fin, en Galicia iban a saber la diferencia entre votar y botar. Después de esto, no sé si atribuir el fin de la era Fraga al programa de la Milá o, por el contrario, pensar que los madrileños quieren que gane el concurso Ruiz Gallardón. Como las reglas del juego son las que son, y confieso que muchas veces me jode, aceptaremos Alberto como político más valorado (aunque el dueño del Scatérgoris, por mí, se lo puede meter por donde le quepa).

Como saben (y si no ya se lo cuento yo que para eso madrugo), soy un alma extraordinariamente sensible a la música. A menudo he criticado, muy injustamente, por supuesto, a los grandes artistas de nuestro siglo, Alejandro Sanzcosqui, David Bustamanta, los mexicanos Paná... Son gente que me produce flojedad de esfínter, pero ese mal, entra por el oído, porque yo, amigos y amigas, bulería, bulería, no aguanto el ruido.

Antaño tuve la desgracia de trabajar pegado a una ventana, y más de una vez sentí tentaciones de agredir, escupir o, incluso, mear al clásico cabestro que se aferra a la bocina cuando bien se queda encerrado por el desconsiderado segundafilista bien el del reparto le pasa los donuts por el volante con el manido clásico "¡Oiga que estoy trabajando!", que me hacía preguntarme retóricamente: "¿Y yo qué culpa tengo?". Hagan un favor a la humanidad. No sean cabestros. NO PITEN. Es muy desagradable y no sólo no les ayuda, sino que, además, jode al resto. Busquen una solución dialogada. (Lamento este venazo Gabilondo, predicador de tres al cuarto, pero es lo que nos pasa siempre a los que le cogemos gusto al púlpito, que no resistimos la tentación de señalar el buen camino a las gentes de bien).

Hay mucha gente en este mundo que, como yo, siente una gran ansiedad a la altura del pecho, que es como un sordo crujido que te coge en el corazón y te atenaza, sólo de pensar en los ruidos y aquí es donde entra, de nuevo, nuestro querido alcalde. Durante muchos meses estuve aguantando, además de a los becerros bocineros (¡De Bisbal me compadezco pero a vosotros os odio!), a la orquesta sinfónica de Bucarest interpretando, a escasos veinte metros de mi lugar de trabajo, la novena sinfonía de R.Schirlas, Opus 66, para martillo neumático y dumper, que era una estridencia, un retumbar (el de la percusión era un virtuoso hijo de puta), un temblor de tierra que no me dejaba ni pensar. Perdón. Corrijo. No me dejaba pensar cosas buenas. Todo lo que me venía a la cabeza era malo.

Aquel recital terminó, Allah es Grande (y el parking subterráneo que han construido también), pero Ruizga, sabedor de esta fina sensibilidad de sónar que padezco y de que en este nuestro blog (y el suyo) nos metemos mucho con él, ha mandado al comando Chauchescu, en plan arma química secreta, a hacer obras justo en el piso de arriba de mi puesto de producción diaria... Y llevan MESES dándole que te pego al puto martillo mientras trato de concentrarme en hacer aquello por lo que me malpagan, que, digo yo, que el clavo se le resiste porque... ¡Madrecita querida de mi alma y de mi corazón! ¡Que tenacidad demuestra el tío! Se pasa toda la mañana y toda la tarde PUM PUM PUM... Un ruido constante, rítmico, que penetra subrepticiamente en el cerebro... PUM PUM PUM... Como la tortura china de la gota de agua en la frente... PUM PUM PUM... Como el pene de papá en el bebé nonato. PUM PUM PUM. De vez en cuando, se trae a un colega con brocadora.... PUM BRRRRRRRR PUM BRRRRRRRRRR PUM... Y tienen hasta ritmo PUM BRRRRRRRR PUM BRRRRRRRRRR PUM... Parece un concierto de txalaparta y trikitrisa. Les falta sólo que venga la Maritxu a ensayar unos irrintxis. ¿Qué ustedes no saben qué es eso? Es ruido diferencial, pero lo miran en la enciclopedia.

Lo dicho, que Gallardón es como el Imperio Galáctico: muy rencoroso, pero yo estoy dispuesto a salir en "La Monda", como Mortadelo y Filemón, por "Salvaje agresión. Un energúmeno hace comer a unos pobres músicos su instrumento". Vayan a mirar lo que es una txalaparta y ya me dirán si se come o no.

X. Bea-Murguía