jueves, febrero 23, 2006

Veintitrés efemérides


Queridos amigos,

siempre he sido aficionado a las efemérides, ese flash de información corto que tan pronto se lee como se olvida durante exactamente un año, hasta que lo vuelves a leer en el periódico y, de nuevo, piensas: "Coño, pues no cumple hoy Sara Montiel 104 años". Te alegras por el pergamino y a otra cosa.

No es lo mismo que los años conmemorativos, de los que ya he dicho alguna vez algo: el pasado odié profundamente al Quijote florido arcimboldista con el que adornaron media España (que estaba hasta en la sopa) y este 2006 pienso salir con tapones en los oídos porque adoro el Requiem de Mozart, pero, claro, te saturan el cerebelo y te hartas, que ya lo dicen en el pueblo: "Lo poco gusta, lo mucho cansa". ¿Qué tengo yo contra James Blunt? Nada. Que siempre oigo el mismo mismo trozo de canción y la misma escena del vídeoclip: soy feo y guiri y tengo pinta de sajón de tristeland, aunque machote y en cachas, con la que está cayendo, y canto como un castrati en el Polo Norte, debe de ser porque se me han quedado los huevos pequeños y apretados al culo del frío, y después salto en tarzanes al agua, mientras canto "Eres bonita, eres bonita, es verdad". Seguro que es un heroe del pop, pero a mí me parece un plasta esmerilado.

"¡Digresión!" (JD Salinger).

La afición por las efemérides me llevó, sin ir más lejos, a descubrir a Heinrich Böll, uno de mis escritores favoritos (no voy a decirles cómo ni por qué porque las folklóricas nunca revelamos datos que puedan delatar nuestra verdadera edad), un día que, siendo aún más joven (si cabe) buscaba algo nuevo por la inmensa biblioteca de mi padre y me ayudé de una efeméride para coger "El tren llegó puntual", una novela corta que me dejó una honda y agridulce huella. Leanlo.

Si no hubiera palmado ya, hoy cumpliría 9 años ese personaje inolvidable y tierno, víctima de la locura científica y principio de la profecía de la inmortalidad asexuada: la ovejita Dolly. ¿Qué calcularon mal? Fácil, el factor esencial de la vida, que un buen científico siempre descarta por inconmensurable: llámelo casualidad, llámelo Dios.

El 23 de febrero de 1983, con nocturnidad y alevosía, las fuerzas secretas del ministro Boyer expropiaron Rumasa alegando razones de "utilidad pública e interés social". Después, al cabo de los años, mientras Ruiz Mateos se disfrazaba de Supermán y pronunciaba una frase épica y que ha pasado a la historia ("¡Te pego, leche, te pego!") repartieron el pool de empresas entre los amigotes... Ya se sabe que quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Rumasa era de interés social entonces, como después el fútbol era de "interés general" para Álvarez Cascos. Cuando un político alegue "interés loquesea", dense por jodidos.

El 23 de febrero de 1455, Gutemberg imprimió el primer libro: La Biblia. ¡La que lió el colega!

En 1990, la cantanta Marta Sánchez, con su grupo OeOe, y el "humorista" Raúl Sénder viajan al Golfo Pérsico para subir la moral de la tropa española destacada en la liberación de Kuwait, consiguiendo una cifra récord de suicidios y deserciones. Enhorabuena.

En 1938 Joe Louis deja KO en el tercer asalto a Nathan Mann y se proclama campeón del mundo de los pesos pesados... Por cierto que hoy es San Policarpo, obispo y mártir, cuyo nombre significa "hostias como panes que tarranco la cabeza como a una gamba". Para los aficionados a las hagiografías, pulsen aquí.

Entre los que murieron un 23 de febrero, el escritor converso Paul Claudel, el de "El anuncio hecho a María", que confirma que los conversos siempre son los peores, y Sir Edward Elgar, el de "Pompa y circunstancia". No me lo hagan tararear que ustedes lo conocen de sobra. Entre los nacidos, Fernando Vizcaíno Casas (supongo que algún 23 de febrero tuvo este hombre un cumpleaños verdaderamente feliz) y Haendel, cuyo nombre significa "siempre seré la alegría de la huerta".

La ventaja, como decía antes, de las efemérides es que se trata de una información fugaz que se olvida rápidamente, que son como Suárez y Gutiérrez Mellado, que no se sientan en la memoria ni con un sonoro ¡coño! ni siquiera con unos tiros a los frescos del techo. Hay cosas, de todas maneras, que es mejor olvidar. ¿O no?

X. Bea-Murguía

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¿Que pasa hoy?. Me gusta leer los comentarios y veo que todos estan currando porque no escriben.

23 febrero, 2006 11:40  
Anonymous Anónimo said...

Contarme entre vuestros seguidores. Os leo cada dia a espaldas del jefe y VENGA CAÑAAAAA

23 febrero, 2006 11:42  
Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

OIIIIIIIIIIIIIIDO COCINA

GRAAAAAAAAAAAAACIAS

Javier

23 febrero, 2006 12:14  

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