Operación Cachete II (La puerta de aluminio)
Queridos amigos,
el DAFO (este acrónimo que ha entrado hace poco en mi vida que, para quien no lo sepa, como yo hace un mes, son la siglas de Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) de la Operación Cachete ha mostrado un escenario de actuación que se parece bastante a Dresde después de la guerra.
Así que creo que ha llegado el momento de salir del armario, más que nada porque el Tom Cruise este de las pelotas me está metiendo una brasa con la cienciología que ya no lo aguanto más. Que se quede él dentro, si quiere. Yo me salgo. Además, está muy oscuro dentro y no es la primera vez que me pongo unos calcetines desparejados. ¿Usted no lo ha hecho nunca? Pues a mí me pasa cada dos por tres: cuando me quiero dar cuenta, los calcetines que llevo se parecen, pero no son pareja.
Venga, sin más rodeos, que me veo hablando de calcetines por no soltarlo, sin gilipolleces, que estas cosas hay que hacerlas de sopetón, así, sin pensarlo, a la buena de Dios, sin encomendarse ni a este ni al otro, pum, a la primera, vamos chaval, dilo de una puta vez, no te lo pienses más, que tampoco es nada malo, si te van a querer igual tonto, salta a la piscina, suéltalo, dilo, a tomar por culo del armario: me he apuntado a un gimnasio (pásame la mantequilla).
Ya. Buff. Me he reído tanto y tan a gusto de los que van al gimnasio a machacarse, que ahora me da vergüenza, pero es que el DAFO me ha señalado al gimnasio como la primera opción de la Operación Cachete. Y no es otra mi pretensión que ponerme un poco a tono: no bufar cuando me ato los zapatos, subir y bajar a casa de Bárbara y Javier sin botella de oxígeno (es un cuarto sin ascensor), en fin, batir el récord mundial de los 100 metros lisos. Cosas fáciles, que estén a mi alcance.
Así que al gimnasio que voy. Ya lo he pagado, y por tres meses, lo que creo que me obligará de alguna manera a someterme a esta disciplina, del mismo modo que hacerlo público también obliga un poco. Esto es como dejar de fumar: si usted no se lo dice a nadie es porque sabe que va a fracasar y no quiere dar después explicaciones. Si de verdad quiere dejar de fumar, dígaselo a todo el mundo.
El gimnasio al que voy no es nada del otro jueves. Hay pocas chicas y las que hay no me distraen... Bueno... El otro día, una octogenaria contorsionista, remaquillada como una borracha del este, me clavaba la mirada mientras se colocaba una pierna a la altura de la nariz como si fuera un fenómeno circense, tanto por la postura como por la melancolía de sus ojos, y eso sí que me despistó un poco... Salvo esto, mucho "posturista" haciendo pesas y admirándose en el espejo y cuatro o cinco gorditos, como yo, que preferiríamos que no hubiera espejos (ni "posturistas") y sí alguna que otra chica (vestida, por supuesto).
Hablaré con el encargado.
Es curioso lo ajeno que soy a este mundo. Me siento desubicado, extraterrestre, despistado y fuera de lugar. En los vestuarios, por ejemplo, yo soy de natural recatado. No me gusta pasearme en pelotas delante de desconocidos, pero hay peña, y en esto el tamaño no importa, que parece que en lugar de ir allí a ducharse y vestirse van darse un garbeo para airear el pene. El primer día, estaba yo con mi toalla a punto de meterme en la ducha cuando salió, de una puerta de aluminio que hay al fondo del vestuario un pene enorme. Primero se asomó el pene y, no es por exagerar, a los cinco minutos llegó el dueño. Nunca en mi vida había visto nada igual y ¿qué pasa cuando uno nunca en su vida ha visto nada igual? Pues que me quedé pasmado.
Ojoplático.
Leto.
El tío me miró y como no supe qué decir, le pregunté qué había detrás de la puerta de aluminio.
-- Un baño turco -me dijo y añadió un breve resumen de la historia de Turquía desde la caída de Constantinopla hasta el conflicto del Jurdistán, recreándose por los detalles de la vida de Atatürk, mientras su tercera pierna campaneaba como el rabo de una vaca. Como yo lo que quería era huir de su monólogo, me metí en cuanto pude en el baño turco e intenté bloquear la puerta, porque las anacondas me dan mucho miedo.
Cuando salí, que no fueron más de cinco minutos, porque hay que ver cómo pega el bochorno en Turquía, el hombre llamado caballo todavía hacía el Tarzán, con liana incorporada, por el vestuario, pero no le di opción a que me contara la leyenda de Greystock: me metí directo en la ducha y allí me quedé un rato. El suficiente.
Me sequé bien, fui a la banqueta donde había dejado mi ropa, me puse la camisa, cogí un calcetín y, al principio, me extrañó. Reconocía la prenda sin duda, pero recordaba haberme puesto otros calcetines más finos. Como es habitual en mí, me dije: "Si seré imbécil. Ya me he vuelto a poner dos calcetines diferentes".
Metí el pie en mi calcetín e, inmediatamente, como si me hubiera encontrado una anaconda dentro, tuve una sensación exturbadora y la certeza de que no es que me hubiera puesto dos calcetines distintos, sino que había cogido ese calcetín negro de dentro de unos zapatos que estaban, bajo la banqueta, justo al lado de mis zapatos, pero que no eran exactamente los míos.
Me sentí como si me hubiera puesto la piel de otro.
X. Bea-Murguía (por supuesto, me volví a duchar).
Hoy, 15 de abril, dos cumpleaños importantes: Jesús Llano Muriel de todos los Santos, con quien procuro comer todas las veces que puedo porque me lo ha recetado el médico, e Isabel López Insausti de los Casenave de Olavarría de Toda la Vida, instructora de buceo y ya amiga imprescindible. Ambos, con sus cositas, son constante inspiración para este blog. Muchas felicidades amigos. Cualquier día de estos os reúno y, después, me tienen que ingresar por un ataque de risa.
el DAFO (este acrónimo que ha entrado hace poco en mi vida que, para quien no lo sepa, como yo hace un mes, son la siglas de Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) de la Operación Cachete ha mostrado un escenario de actuación que se parece bastante a Dresde después de la guerra.
Así que creo que ha llegado el momento de salir del armario, más que nada porque el Tom Cruise este de las pelotas me está metiendo una brasa con la cienciología que ya no lo aguanto más. Que se quede él dentro, si quiere. Yo me salgo. Además, está muy oscuro dentro y no es la primera vez que me pongo unos calcetines desparejados. ¿Usted no lo ha hecho nunca? Pues a mí me pasa cada dos por tres: cuando me quiero dar cuenta, los calcetines que llevo se parecen, pero no son pareja.
Venga, sin más rodeos, que me veo hablando de calcetines por no soltarlo, sin gilipolleces, que estas cosas hay que hacerlas de sopetón, así, sin pensarlo, a la buena de Dios, sin encomendarse ni a este ni al otro, pum, a la primera, vamos chaval, dilo de una puta vez, no te lo pienses más, que tampoco es nada malo, si te van a querer igual tonto, salta a la piscina, suéltalo, dilo, a tomar por culo del armario: me he apuntado a un gimnasio (pásame la mantequilla).
Ya. Buff. Me he reído tanto y tan a gusto de los que van al gimnasio a machacarse, que ahora me da vergüenza, pero es que el DAFO me ha señalado al gimnasio como la primera opción de la Operación Cachete. Y no es otra mi pretensión que ponerme un poco a tono: no bufar cuando me ato los zapatos, subir y bajar a casa de Bárbara y Javier sin botella de oxígeno (es un cuarto sin ascensor), en fin, batir el récord mundial de los 100 metros lisos. Cosas fáciles, que estén a mi alcance.
Así que al gimnasio que voy. Ya lo he pagado, y por tres meses, lo que creo que me obligará de alguna manera a someterme a esta disciplina, del mismo modo que hacerlo público también obliga un poco. Esto es como dejar de fumar: si usted no se lo dice a nadie es porque sabe que va a fracasar y no quiere dar después explicaciones. Si de verdad quiere dejar de fumar, dígaselo a todo el mundo.
El gimnasio al que voy no es nada del otro jueves. Hay pocas chicas y las que hay no me distraen... Bueno... El otro día, una octogenaria contorsionista, remaquillada como una borracha del este, me clavaba la mirada mientras se colocaba una pierna a la altura de la nariz como si fuera un fenómeno circense, tanto por la postura como por la melancolía de sus ojos, y eso sí que me despistó un poco... Salvo esto, mucho "posturista" haciendo pesas y admirándose en el espejo y cuatro o cinco gorditos, como yo, que preferiríamos que no hubiera espejos (ni "posturistas") y sí alguna que otra chica (vestida, por supuesto).
Hablaré con el encargado.
Es curioso lo ajeno que soy a este mundo. Me siento desubicado, extraterrestre, despistado y fuera de lugar. En los vestuarios, por ejemplo, yo soy de natural recatado. No me gusta pasearme en pelotas delante de desconocidos, pero hay peña, y en esto el tamaño no importa, que parece que en lugar de ir allí a ducharse y vestirse van darse un garbeo para airear el pene. El primer día, estaba yo con mi toalla a punto de meterme en la ducha cuando salió, de una puerta de aluminio que hay al fondo del vestuario un pene enorme. Primero se asomó el pene y, no es por exagerar, a los cinco minutos llegó el dueño. Nunca en mi vida había visto nada igual y ¿qué pasa cuando uno nunca en su vida ha visto nada igual? Pues que me quedé pasmado.
Ojoplático.
Leto.
El tío me miró y como no supe qué decir, le pregunté qué había detrás de la puerta de aluminio.
-- Un baño turco -me dijo y añadió un breve resumen de la historia de Turquía desde la caída de Constantinopla hasta el conflicto del Jurdistán, recreándose por los detalles de la vida de Atatürk, mientras su tercera pierna campaneaba como el rabo de una vaca. Como yo lo que quería era huir de su monólogo, me metí en cuanto pude en el baño turco e intenté bloquear la puerta, porque las anacondas me dan mucho miedo.
Cuando salí, que no fueron más de cinco minutos, porque hay que ver cómo pega el bochorno en Turquía, el hombre llamado caballo todavía hacía el Tarzán, con liana incorporada, por el vestuario, pero no le di opción a que me contara la leyenda de Greystock: me metí directo en la ducha y allí me quedé un rato. El suficiente.
Me sequé bien, fui a la banqueta donde había dejado mi ropa, me puse la camisa, cogí un calcetín y, al principio, me extrañó. Reconocía la prenda sin duda, pero recordaba haberme puesto otros calcetines más finos. Como es habitual en mí, me dije: "Si seré imbécil. Ya me he vuelto a poner dos calcetines diferentes".
Metí el pie en mi calcetín e, inmediatamente, como si me hubiera encontrado una anaconda dentro, tuve una sensación exturbadora y la certeza de que no es que me hubiera puesto dos calcetines distintos, sino que había cogido ese calcetín negro de dentro de unos zapatos que estaban, bajo la banqueta, justo al lado de mis zapatos, pero que no eran exactamente los míos.
Me sentí como si me hubiera puesto la piel de otro.
X. Bea-Murguía (por supuesto, me volví a duchar).
Hoy, 15 de abril, dos cumpleaños importantes: Jesús Llano Muriel de todos los Santos, con quien procuro comer todas las veces que puedo porque me lo ha recetado el médico, e Isabel López Insausti de los Casenave de Olavarría de Toda la Vida, instructora de buceo y ya amiga imprescindible. Ambos, con sus cositas, son constante inspiración para este blog. Muchas felicidades amigos. Cualquier día de estos os reúno y, después, me tienen que ingresar por un ataque de risa.
Etiquetas: gimnasio, Isabel López Insausti, Jesús Llano, operación cahete, pene
12 Comments:
XAGERAOOO... CON EL TARZÁN. TU NO TE PREOCUPES POR ESAS COSITAS DE NÁ, Y HALÉ ABDOMINA, ABDOMINA... VAS A SER LA ENVIDIA DE LA PISCINA..
Martha, créeme, no exagero: hasta la rodilla. Te digo que me quedé leto.
Y ya sabe que yo prefiero ser la envidia del bar de la piscina.
Javier
Había un anuncio en el que se aplaudía a gente haciendo cosas extraordinarias y, entre otras, decía: "Se apuntó a un gimnasio y fue!". No es por desanimarte pero el año pasado pagué doce meses y fui dos. En vista de que el gimnasio no es lo mío, este curso me he sacado un bono de 12 baños para ir a nadar y no he vuelto desde que gasté el primero al compralo (en noviembre). Y en ambos casos se lo dije a todo el que pillé precisamente para obligarme a ir... Pero no te desanimes, que igual no es de familia y tú puedes conseguirlo! (como Obama y Bob de bouwer)
HOLA BEGO!!!!
yo ya he ido cuatro días!!!!
Te gano. Será porque yo no soy de la familia, que soy recogido. jeje
Besos
Javier
Je.... eso me recuerda a mi pasado... yo también me apunté (hace años ya) a un gimnasio.... estaba llenito de cachitas, pero lejos de acomplejarm, decidí seguir llendo por ahí.... hasta que un día me llegó el dueño del gimnasio (un tipo enorme con una cabeza pequeñita), se me acerca, y me dice:
- Juan.... hemos quedado unos amigos y yo este sábado aquí para meternos unas ostias.... ¿te vienes?
Evidentemente, me disculpé como pude (era el cumpleaños de mi lagartija), y no volví a pisar el gimnasio en mi vida.
Luego me enteré de que el tío era subcampeón de full-contact de Madrid, o algo así..... supongo que buscaba un blanco al que no fallar......
Mucha suerte en tu experiencia...
QUE TE PUSISTE EL CALCETIN SUDADO DEL TÍO DE AL LADO!!!!!!!
De verdad Javier que lo tuyo ya no es despiste es charlotada.
Javi, el del pene era yo... ¿A qué sí Policía?... Jejejeje. Me parto la caja.
Venga ánimo, que en tres meses te veo corriendo una maratón. Recuerda que el año pasado prometiste correr la carrera del Castillo (está grabado) y el gimnasio puede ser un buen comienzo.
Pablo te puede contar su primer día de gimnasio para que te sientas mejor.
Salu2 cordiales.
Un gran autor escribió en una canción" La vida te dá sorpresas, sorpresas te da la vida"
Mira tontolaba, tengo que regularizar unos taludes en el parking de larga estancia, te doy la herramienta, es decir, el zacho, te pago la hora trabajada o el m2 ejecutado, te pones cacha cacha y si eres iteligente, lo cual dudo por tus actos, aprendes rumano o un idioma en auge el RUMAÑOL.
La unica pega es que alli no te crece el orinador, que en estos casos los de seguridad laboral no te dejarian trabajar por si te la cortas tu solito o para ponerte en un museo.
Venga quedamos para cerrar el trato y consuelaté ES CUESTION DE RENDIMIENTO NO DE VOLUMEN, al menos eso dicen los pichacortas.
Ea, El Pescailla del Guadiana.
joder javito, parece que te estoy viendo...
tukutukuuu...
I´m to sexy for my love to sexy for my...
I´m a model, you know what a mean...
si no lo veo, no lo creo...
Este verano no queda periquita suelta...entre las cachas y el movimiento de caderas made in rolling... ¡la vas a montar!
esperemos disfrutarlo cuanto antes...
un abrazo... y otro para slow...
Juan, tendrían que guiñar mucho el ojo para apuntar bien y darte. Si te pones de perfil, te puedes camuflar perfectamente detrás de un chopo. Lo mío es mucho más tranquilo. La mujer se llama Raquel y no parece que se quiera pegar con nadie.
Anónimo no desconocido del todo, la palabra "charlotada" te delata. Lo hice, sí. Me puse el calcetín de otro. Soy así de memo.
Slow, no era un pene. Era otra pierna. Impresionante. Eso no lo levanta ni la grúa municipal. Lo de la carrera al Castillo me suena de algo... Es eso que van corriendo, corriendo, corriendo y luego vuelven corriendo, corriendo y total para nada, ¿no? Pues te digo lo que he dicho toda la vida: que sí. Lo de Pablo ya está colgado en el blog. Hace tiempo.
Pescaílla, no me hables del zacho que lo he usado yo más que tú, que fui de peonada a Cedilla mientras tú, que eres más de derechas que Aznar, ibas de capataz que sólo te faltaba el caballo y el látigo. Y encima, después de currar todo el día como un animal, me das chorizo y vino, mientras que en el gimnasio me dan isostar y barritas energéticas. No comparemos. Lo de quedar, bien, pero para abrir una botella, no para cerrar nada, que somos gente abierta.
Otro anónimo totalmente conocido: si ya uno, gordo y papón como estoy, con el charm que me caracteriza, que tú sabes, pues no te digo nada. Me las voy a tener que sacudir de encima... JAJAJAJAJA.
Abrazos a todos.
Javier
Si quieres obligarte a ir al gimnasio, otra opción es sacarte una foto de perfil de la zona de la barriga cada día.
Las vas guardando por orden crionológico.
Y cada mes las ojeas como quien mira unos dibujos animados hechos por uno mismo. Ya sabes, pasándolas como al mezclar las cartas con una sola mano o similar.
Si hay progresión a mejor no podrás parar hasta que alguien te diga que te has puesto mazas, o que tienes ahí una tabla de planchar, o que hay que ver menuda tableta de chocolate o así.
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