Chati, anda, tráeme una cerveza...
...que esta conversación es demasiado complicada para ti.
Queridos amigos,
lunes de nuevo, ese pedazo de lunes en el que no quiero ni pensar. Menos mal que mañana ya es martes. Esta frase con la que he inaugurado el blog de hoy es digna de mí y no me importa que ustedes puedan pensar que soy machista: siempre he pensado que en un mundo propiedad de las mujeres y regulado por las normas que ellas dictan, cierta dosis de machismo (no exacerbado ni violento) es, en un porcentaje muy elevado de casos, sólo un recurso de autodefensa, un grito sordo de libertad, una reafirmación de mi condición de hombre.
Tranquilas, fieras, que me explico. Qué guapas os ponéis cuando os enfadáis. Os aparco el coche cuando queráis. Sobre todo el coche grande, que es demasiado complicado para vosotras, chicas.
Así que hicimos una barbacoa el sábado en Galapagar, una barbacoa tradicional: Pablo cocina, es decir, los hombres cocinamos (¡VAMOS MACHOTES!) y las mujeres hacen todo lo demás que, además, lo saben hacer mucho mejor que nosotros.
Y cuando me trae la cervecita, con la niña en brazos y sin dejar de azuzar a Rodrigo para que coma, se da la vuelta y, plaf, palmadita en el culo.
¡Uh! ¡Qué cerdo machista! Pues sí. Mucho más delante de los amigotes, que es cuando hay que decir a la mujer: "Anda, tráeme una cervecita, que esta conversación es demasiado complicada para ti, chati". Y esa palmadita en el culo, que es la guinda de la autocomplacencia.
Y es que era la puta verdad: hay conversaciones entre hombres que las mujeres no deberían escuchar (y puedo llegar a admitir que viceversa es lo mismo). En ese momento en que Beatriz irrumpió en nuestra charla machota, por alguna tontería del tipo "Javier, tu hijo está pegando saltos sobre la ensalada", Pablo me estaba contando que los guantes de fregar que le compra su mujer, Marga, son una porquería y se le están destrozando las manos, Nacho le estaba recomendando una crema noruega que, al parecer, es buenísima y los Javieres, además, estábamos sumergidos en la típica conversación varonil "mi niño hace caca; pues mi niña hace pis". Joaquín no había llegado (estaría repasando los cristales). Ernesto no vino (tendría tarea en casa).
Por la noche, Pablo y yo decidimos preguntar a nuestras mujeres si nos apetecía o no ir al concierto de los Malditos Mojarras. Nacho no tuvo ese problema porque Begoña se ha marchado a la playa con la niña diez días. Pablo estuvo poco tiempo... Suponemos que Marga le dijo que sí abiertamente delante de los amigotes, pero, después, en el coche camino a casa, puntualizó:
-- Pero a las doce te quiero de vuelta.
Nacho y yo estuvimos todo el concierto, con Eclipse Mountain, que no tiene que pedir permiso en casa, claro. Estuvo muy bien aunque faltaste tú (a ver si la próxima vez te animas), como faltaron Vernia, el Frutero y el Pescaílla, que libremente decidieron que esa noche TAMPOCO tenían ganas y se quedarían repasando el libro de autoayuda conyugal "¡Cállate, coño!" que todos presumen de haber escrito, aunque, en verdad, las autoras son ellas.
Entre los temas que tocaron, esta canción de Stevie Wonder que me encanta. La sutil diferencia entre los Mojarras y Wonder, además de que el cantante de la Motown no haría jamás escarnio público de las tetas de los amigos, es que la faldita de las coristas a Murga le quedaría mucho, mucho mejor.
X. Bea-Murguía (de treinta y tantos a perpetua, así que permítanme, al menos, el prurito).
Queridos amigos,
lunes de nuevo, ese pedazo de lunes en el que no quiero ni pensar. Menos mal que mañana ya es martes. Esta frase con la que he inaugurado el blog de hoy es digna de mí y no me importa que ustedes puedan pensar que soy machista: siempre he pensado que en un mundo propiedad de las mujeres y regulado por las normas que ellas dictan, cierta dosis de machismo (no exacerbado ni violento) es, en un porcentaje muy elevado de casos, sólo un recurso de autodefensa, un grito sordo de libertad, una reafirmación de mi condición de hombre.
Tranquilas, fieras, que me explico. Qué guapas os ponéis cuando os enfadáis. Os aparco el coche cuando queráis. Sobre todo el coche grande, que es demasiado complicado para vosotras, chicas.
Así que hicimos una barbacoa el sábado en Galapagar, una barbacoa tradicional: Pablo cocina, es decir, los hombres cocinamos (¡VAMOS MACHOTES!) y las mujeres hacen todo lo demás que, además, lo saben hacer mucho mejor que nosotros.
Y cuando me trae la cervecita, con la niña en brazos y sin dejar de azuzar a Rodrigo para que coma, se da la vuelta y, plaf, palmadita en el culo.
¡Uh! ¡Qué cerdo machista! Pues sí. Mucho más delante de los amigotes, que es cuando hay que decir a la mujer: "Anda, tráeme una cervecita, que esta conversación es demasiado complicada para ti, chati". Y esa palmadita en el culo, que es la guinda de la autocomplacencia.
Y es que era la puta verdad: hay conversaciones entre hombres que las mujeres no deberían escuchar (y puedo llegar a admitir que viceversa es lo mismo). En ese momento en que Beatriz irrumpió en nuestra charla machota, por alguna tontería del tipo "Javier, tu hijo está pegando saltos sobre la ensalada", Pablo me estaba contando que los guantes de fregar que le compra su mujer, Marga, son una porquería y se le están destrozando las manos, Nacho le estaba recomendando una crema noruega que, al parecer, es buenísima y los Javieres, además, estábamos sumergidos en la típica conversación varonil "mi niño hace caca; pues mi niña hace pis". Joaquín no había llegado (estaría repasando los cristales). Ernesto no vino (tendría tarea en casa).
Por la noche, Pablo y yo decidimos preguntar a nuestras mujeres si nos apetecía o no ir al concierto de los Malditos Mojarras. Nacho no tuvo ese problema porque Begoña se ha marchado a la playa con la niña diez días. Pablo estuvo poco tiempo... Suponemos que Marga le dijo que sí abiertamente delante de los amigotes, pero, después, en el coche camino a casa, puntualizó:
-- Pero a las doce te quiero de vuelta.
Nacho y yo estuvimos todo el concierto, con Eclipse Mountain, que no tiene que pedir permiso en casa, claro. Estuvo muy bien aunque faltaste tú (a ver si la próxima vez te animas), como faltaron Vernia, el Frutero y el Pescaílla, que libremente decidieron que esa noche TAMPOCO tenían ganas y se quedarían repasando el libro de autoayuda conyugal "¡Cállate, coño!" que todos presumen de haber escrito, aunque, en verdad, las autoras son ellas.
Entre los temas que tocaron, esta canción de Stevie Wonder que me encanta. La sutil diferencia entre los Mojarras y Wonder, además de que el cantante de la Motown no haría jamás escarnio público de las tetas de los amigos, es que la faldita de las coristas a Murga le quedaría mucho, mucho mejor.
X. Bea-Murguía (de treinta y tantos a perpetua, así que permítanme, al menos, el prurito).
Etiquetas: Amigos, Beatriz, machismo, Nacho Álvarez, Pablo Sánchez, Rodrigo
6 Comments:
Ante todo agradecerte que hayas retocado la foto para que no se me note el michelín (lo que hace el photoshop).
Por lo demás, completamente de acuerdo en tus tésis machistas.
Por cierto, si me fui pronto del concierto fue porque empezaron una hora y media más tarde de lo previsto y estaba con una jaqueca de caballo.
Un abrazo,
CENTURIONE
Ya
Javier
En primer lugar, decirte que es un honor para mí aparecer en tu blog (ya era hora) aunque veo que la foto se la dedicas a Pablo (me imagino que es por su mayor activismo en el blog) y por esa connivencia politico-pasuce-esperancista que os traéis entre manos.
En relación a tus comentarios machistas en el blog de hoy creo que te has quedado muy corto. No sólo evitaron cocinar, sino que tampoco pusieron la mesa y mucho menos la recogieron. Hay más, tampoco fueron a hacer la compra y ni siquiera pagaron, porque los que nos aflojamos el bolsillo, que yo recuerde, fuimos nosotros.
Sin embargo, lo más sangrante de todo es que las dejamos participar en nuestras conversaciones eminentemente masculinas, véase onanismo en Sigüenza, ¿hubiera sido posible al revés?
No obstante, también tengo para ti y para Pablo. Cada vez que se os consulta algo decis: "Lo que diga la rubia", lo cual demuestra que sois unos machistas de salón, de boquilla o de lo que se diga ahora.
En cuanto al concierto de Los Mojarras "en el mismo centro de Las Tablas", según su vocalista y bajo, Iñaki de la Torre, decir que fue un conciertazo, aunque yo le reprocharía al líder de la banda su tendencia a ofrecer en los conciertos demasiada información sobre sus fans, como cuando dijo en los bises que haría tres: uno por cada novia que había tenido el autor de este blog. A él le pagar por cantar, no por airear la vida sentimental del respetable que va a verlo. Que le den una página de cotilleo en Quo o un espacio radiofónico en la SER. Quede claro que lo digo sin acritud, Iñaki es un gran tipo.
La Nacha
Por supuesto que me queda mejor esa minifalda, pero eso ha de ser en otra ocasión.
No solo no cociné, ni fuí a comprar, sino que además cuando pagasteis me disteis el dinero a mi en vez de a mi querido esposo. Por cierto, es cierto que no le dije nada en el coche de vuelta a casa, el pobrecillo estaba con una jaqueta tremenda, yo me limite a avisarle que iba a tener jaqueta... que no es lo mismo
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