De Jajelslaj fantasie
Queridos amigos,
acabó la semana fantástica, no se lo van a creer, con que en la madrugada del sábado al domingo unos chorizos entraron en mi oficina para llevarse cuatro mierdas, porque poco más había. Eso sí, lo revolvieron todo, nos dejaron sin teléfono, sin Internet y sin actividad el lunes (espero que hoy ya podamos currar) pero, sobre todo, los señores chorizos hijos de puta se llevaron todos mis puros.
En fin.
Les quería contar una cosa que me sucedió el jueves en el UMC Hospital de Utrecht, para que vean que eso de que "No hay mal que por bien no venga" es cierto. Me voy a destapar más de lo que me gusta, pero, bueno, se trata de que ustedes calibren hasta qué punto lo que voy a contar es verdad (y tiene buena parte de verdad).
La noche del miércoles 14 al jueves 15 de mayo fue larga y terrorífica. Mi mujer estaba ingresada en el hospital, recién operada del brazo, y yo me fui a casa a hacerme cargo de mi hija Ana, que rechazaba el biberón. Esto se lo conté ayer. Me pasé la noche prácticamente en vela porque la pobre niña no dejó de llorar y por más que yo pensaba que, al final, el hambre podría con ella, no logré que se tomará más de 30 ml. de "leche". Una pesadilla, sobre todo para ella, que aún tendría que esperar 24 horas más antes de recuperar su teta.
Bastante hecho polvo, con las horas de sueño perdidas colgando de los párpados, volví al hospital al día siguiente a echar una mano a mi mujer, que tenía lo suyo con el brazo inmovilizado e ingresada en el extranjero. Esto es muy duro, aunque parezca una exageración, porque una de las necesidades básicas de cualquier paciente es la información que mitigue la incertidumbre que genera la cercanía del dolor, la enfermedad y la muerte. Lo que más suscita un hospital es la duda.
Me pasé toda la mañana sube y baja, entre otras razones, porque para fumar había que ir a Castroculo de Más Allá, también llamado la puta calle, pero a la derecha y al final. Es decir, en el UMC Hospital de Utrecht hay una zona de fumadores delimitada en la calle. No olía a tabaco allí, claro, sino a futuro. Lo verán.
En una de estas bajadas, estaba yo esperando el ascensor, cansado pero luminoso y aliviado, porque sólo nos quedaba ya esperar el alta y marcharnos para casa, que es como si se hiciera de día, como si el hospital dejara de parecer un espacio hostil: el olor a antiséptico se suaviza, la incertidumbre desaparece y las dudas pierden su importancia. Son esas horas previas a la felicidad que, gracias a la expectativa de dicha, forman una otro tipo suculento de pequeña felicidad.
Cuando la doble puerta del ascensor se abrió ante mí, una voz de siringa dijo a mi espalda:
-- Disculpe -evidentemente lo dijo en holandés. Sonó a "Jajelslaj" que puede significar "Disculpe", como yo interpreté en un primer momento, o "Apártese hijo de puta". A saber. Pero como al volver la mirada hacia el sonido de la siringa descubrí a una holandesa rubia, alta y guapa, con unos ojos azules que expresaban amabilidad, asentimiento y comprensión espontánea de las vicisitudes de la vida de un hombre, unido a su forma de sonreírme a cuarto creciente dentro de su vestido inconsútil de profetisa de la enfermería y todo ello sumado a lo que mi mente de landista pudo llegar a imaginar a una velocidad no expresable en megaherzios, quise concluir que "Jajelslaj" significa en holandés: "Ay, Javier, quien te pillara en un callejón oscuro". Ustedes piensen lo que quieran.
Calenturienta mente la mía, ¿no? Pues no, y lo van a entender enseguida. Evidentemente, si me pidió paso es porque iba empujando algo bastante voluminoso: una cama de hospital. Así que, por supuesto, cedí el paso y mi "Jajelslaj" de veintitantos años, su cama de hospital, un culito que debía ser recetado con una posología estricta y yo entramos en el reducido espacio de un ascensor. Hasta que no acabó de desfilar todo su aroma por delante de mí, borracho de tanta belleza, embelesado por la terapia de su escote e irremediablemente landista, yo no me percaté de que en la cama no había nadie y que la situación que se planteaba en esos momentos era la siguiente:
Jajelslaj van Culiten Respingón, su escote, una cama vacía y yo en un ascensor.
¿Durante cuántos pisos compartiríamos espacio? ¿Estaría bien revisado el ascensor o habría alguna posibilidad de que fallara entre dos pisos? ¿Quedaba el botón de parada cerca de mi alcance? ¿Tendría esta chica claustrofobia o vértigo o algún otro trastorno afectivo que la obligara a suplicar el calor del abrazo de amistad de un extranjero apuesto? ¿Estaría siendo víctima de un programa de cámara oculta? ¿Iba a ser capaz de controlarme? ¿Le molestaría mucho a mi mujer que me quedara unas horas encerrado en el ascensor con Miss Utrecht? ¿Tendría que contárselo? ¿Acaso se puede calificar de adulterio todo lo que pasó por mi mente en ese tiempo oblicuo en que el ascensor se hizo universo?
acabó la semana fantástica, no se lo van a creer, con que en la madrugada del sábado al domingo unos chorizos entraron en mi oficina para llevarse cuatro mierdas, porque poco más había. Eso sí, lo revolvieron todo, nos dejaron sin teléfono, sin Internet y sin actividad el lunes (espero que hoy ya podamos currar) pero, sobre todo, los señores chorizos hijos de puta se llevaron todos mis puros.
En fin.
Les quería contar una cosa que me sucedió el jueves en el UMC Hospital de Utrecht, para que vean que eso de que "No hay mal que por bien no venga" es cierto. Me voy a destapar más de lo que me gusta, pero, bueno, se trata de que ustedes calibren hasta qué punto lo que voy a contar es verdad (y tiene buena parte de verdad).
La noche del miércoles 14 al jueves 15 de mayo fue larga y terrorífica. Mi mujer estaba ingresada en el hospital, recién operada del brazo, y yo me fui a casa a hacerme cargo de mi hija Ana, que rechazaba el biberón. Esto se lo conté ayer. Me pasé la noche prácticamente en vela porque la pobre niña no dejó de llorar y por más que yo pensaba que, al final, el hambre podría con ella, no logré que se tomará más de 30 ml. de "leche". Una pesadilla, sobre todo para ella, que aún tendría que esperar 24 horas más antes de recuperar su teta.
Bastante hecho polvo, con las horas de sueño perdidas colgando de los párpados, volví al hospital al día siguiente a echar una mano a mi mujer, que tenía lo suyo con el brazo inmovilizado e ingresada en el extranjero. Esto es muy duro, aunque parezca una exageración, porque una de las necesidades básicas de cualquier paciente es la información que mitigue la incertidumbre que genera la cercanía del dolor, la enfermedad y la muerte. Lo que más suscita un hospital es la duda.
Me pasé toda la mañana sube y baja, entre otras razones, porque para fumar había que ir a Castroculo de Más Allá, también llamado la puta calle, pero a la derecha y al final. Es decir, en el UMC Hospital de Utrecht hay una zona de fumadores delimitada en la calle. No olía a tabaco allí, claro, sino a futuro. Lo verán.
En una de estas bajadas, estaba yo esperando el ascensor, cansado pero luminoso y aliviado, porque sólo nos quedaba ya esperar el alta y marcharnos para casa, que es como si se hiciera de día, como si el hospital dejara de parecer un espacio hostil: el olor a antiséptico se suaviza, la incertidumbre desaparece y las dudas pierden su importancia. Son esas horas previas a la felicidad que, gracias a la expectativa de dicha, forman una otro tipo suculento de pequeña felicidad.
Cuando la doble puerta del ascensor se abrió ante mí, una voz de siringa dijo a mi espalda:
-- Disculpe -evidentemente lo dijo en holandés. Sonó a "Jajelslaj" que puede significar "Disculpe", como yo interpreté en un primer momento, o "Apártese hijo de puta". A saber. Pero como al volver la mirada hacia el sonido de la siringa descubrí a una holandesa rubia, alta y guapa, con unos ojos azules que expresaban amabilidad, asentimiento y comprensión espontánea de las vicisitudes de la vida de un hombre, unido a su forma de sonreírme a cuarto creciente dentro de su vestido inconsútil de profetisa de la enfermería y todo ello sumado a lo que mi mente de landista pudo llegar a imaginar a una velocidad no expresable en megaherzios, quise concluir que "Jajelslaj" significa en holandés: "Ay, Javier, quien te pillara en un callejón oscuro". Ustedes piensen lo que quieran.
Calenturienta mente la mía, ¿no? Pues no, y lo van a entender enseguida. Evidentemente, si me pidió paso es porque iba empujando algo bastante voluminoso: una cama de hospital. Así que, por supuesto, cedí el paso y mi "Jajelslaj" de veintitantos años, su cama de hospital, un culito que debía ser recetado con una posología estricta y yo entramos en el reducido espacio de un ascensor. Hasta que no acabó de desfilar todo su aroma por delante de mí, borracho de tanta belleza, embelesado por la terapia de su escote e irremediablemente landista, yo no me percaté de que en la cama no había nadie y que la situación que se planteaba en esos momentos era la siguiente:
Jajelslaj van Culiten Respingón, su escote, una cama vacía y yo en un ascensor.
¿Durante cuántos pisos compartiríamos espacio? ¿Estaría bien revisado el ascensor o habría alguna posibilidad de que fallara entre dos pisos? ¿Quedaba el botón de parada cerca de mi alcance? ¿Tendría esta chica claustrofobia o vértigo o algún otro trastorno afectivo que la obligara a suplicar el calor del abrazo de amistad de un extranjero apuesto? ¿Estaría siendo víctima de un programa de cámara oculta? ¿Iba a ser capaz de controlarme? ¿Le molestaría mucho a mi mujer que me quedara unas horas encerrado en el ascensor con Miss Utrecht? ¿Tendría que contárselo? ¿Acaso se puede calificar de adulterio todo lo que pasó por mi mente en ese tiempo oblicuo en que el ascensor se hizo universo?
Lo que pasó y lo que no pasó queda entre la chica y yo, pero les permito que fantaseen. Más.
X. Boetticher y Navarro (tengan en cuenta, a la hora de fantasear, que yo tengo charm)
Etiquetas: Beatriz, Holanda, UMC Hospital, Viajes
9 Comments:
Lamento comunicarle que según el Diccionario Holandés-Español, Español-Holandes Para Depresivos, de la ínclita filóloga Maria van Molincruiff, "jajelsaj" es una expresión que se traduce (aproximadamente) como "lo verás pero no lo catarás, guapete ("aj")".
Suyo affmo.
Benigno Bífido, desorgasmador.
Querido Txapeldún:
Estás trempao.
Un abrazo,
CENTURIONE
Comida otro dia, que te veo liado (y muy bien acompañado, al menos en pensamiento).
Espero que su señora se pueda recuperar cuanto antes.
Además, para que en los hospitales no te vuelva a pasar lo mismo, te recomiendo un enlace sobre qué hacer en lugares donde a veces se pasan los progres.....
http://www.theartpalace.com/tap/06.html
Aaaaaaaaaaaaaaaaaadiós.
JAJENSLAJ SIGNIFICA "TU MUJER TE VA A SOLTAR UNA GALLETA DE ÓRDAGO COMO ME VUELVAS A MIRAR EL CULO, SALIDO DE MIERDA"
Besos con amor: ALFREDA LANDA (YA PA CASA QUE TE VAS A ENTERAR DE LO QUE VALE UN PEINE)
Hijo mío, se puede calificar de adulterio, puesto que pecaste de pensamiento y omisión: 2 de 4.
Eleuterio Apóstasis, árbitro de furbito y obispo del Palmar de Troya los sábados impares.
JAJAJAJAJAJAJA.... genial.....
No obstante, y a riesgo de ser tildado de aguafiestas, en un país tan moderno, igual te encontrabas con que Jajelslaj remataba tu utopía erótica sacando un hermoso cimbel de su breve bata.....
Mejor te quedas con lo que imaginaste, que seguro que es ideal.
JAJAJAJAJAJAJAJAA
Juan, haz el favor de no intoxicar mis fantasías con las tuyas, eh.
JAJAJAJAJAJAJAJAJ
Un abrazo
Javier
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