sábado, febrero 11, 2006

Comedores de hachis


Queridos amigos:

creo que era Parménides el que decía, entre otras lindezas de imposible comprensión, que el ser, además de ser (a diferencia del no ser), es circular y es eterno. ¿Qué nos quiso decir este griego nacido en Italia con su atrevida tesis? ¿Qué hay detrás del legado de este enigmático maestro del pensamiento griego, inspirador preclaro de los grandes monstruos de la filosofía clásica? Hay historiadores de la filosofía que presentan a la escuela eleática como comedores habituales de hachis, lo que explicaría sus tesis, sin embargo yo iría más allá, ya se sabe que la ignorancia es atrevida, trayendo a este blog el manido tópico "Detrás de todo gran filósofo griego hay... otro griego".

Los comedores de hachis son una figura muy usada en "Las mil y una noches", cada vez que Scherezade quiere hablar en sus cuentos de un desterrado social, lo más parecido a lo que entendemos nosotros por un yonqui. Se entiende que entonces el hachis se lo comían, no se lo fumaban entre otras cosas porque probablemente no era el mismo costo que ahora (hagan el favor de informarse antes de comerse una china no se vayan a provocar una úlcera), porque no conocían el tabaco y, sobre todo, porque en tiempos de Harun Al-Rasid los camellos iban en caravana y llevaban el costo en las alforjas, mientras que en nuestro tiempo, vienen en ferry y llevan la droga en el culo. Uno de mis principios vitales (y me considero hombre de honor) es no comerme nada que haya salido del culo de otro. La coprofagia no es para mí, no señor.

Hablaba de los comedores de hachis porque es un ejemplo más de la doble moral que se gastan los que pretenden dirigir el comportamiento de los demás. No está muy claro que el Corán prohíba la representación humana, es una interpretación radical que deriva de la necesidad de acabar con la idolatría de las tribus árabes anteriores a Mahoma. Así actúan los monopolios contra su competencia (véase Telefónica). Yo creo que ese precepto retorcido, entre otras cosas, ha empobrecido enormemente el arte musulmán, pero, bueno, para ellos hacen. Lo malo es que el día que recuperen Al Andalus van a prenderle fuego al Museo del Prado, al Reina Sofía y al Thyssen (esas abominaciones de Dios) y sólo salvarán los cuadro de Tapies. Lo que sí está cristalino en el Corán es que el alcohol deshumaniza a las personas, los convierte en perros, les hace comportase como animales, por eso está prohibido. Claro que el costo no es alcohol.

Tengo un muy grato recuerdo de un verano que pasé al gélido sol de Murguía leyendo "Las mil y una noches". Tiene mucha relación con la filosofía, porque sentado en aquel butacón de oreja, en pijama hasta la hora de comer, se me suponía leyendo Platón, Guillermo de Occam, Maquiavelo, Hobbes, Locke, Rousseau y no recuerdo qué otro devorador de hachis y lumbrera del pensamiento político. Mis dieciocho años y yo nos sentábamos de espaldas a la puerta, disfrutando de los cuentos de Scherezade con el resolillo en la cara y con "La República" en el regazo (¡qué gran frase para un Gaspar Llama-Zares! Curioso nombre para un comunista, por cierto). Cuando venía mi madre, siempre vigilante:

-- "¿Qué haces, hijo?".

Yo alzaba "La República" (¡Coño! ¡Qué republicano me está saliendo esto!), el engaño funcionaba y yo podía seguir entregado a las noches de Bagdag. Aprobé historia del pensamiento político en septiembre, no sé muy bien por qué. No di ni palo, porque, se pueden ustedes imaginar: Platón es interesante, vale. Guillermo de Occam era un navajero franciscano que robaba a los ricos para seguir siendo pobre. Maquiavelo es, sobre todo, breve y capullo. Thomas Hobbes probablemente se depilaba las axilas con el vello facial de su ama de llaves recién afeitada. Y vivir con John Locke debía de ser peligroso: la gente de su alrededor estaba expuesta a frases caústicas del tipo "Otro azúcar terrón en el té, si nos es demasiada molestia, ¿no es ello?, por favor, yo digo". Un tipo apasionante. A Jean Jacques, simplemente, le dejé pasar.

No recuerdo bien si lo que pasó es que dejé el examen totalmente en blanco, y el profesor entendió que se trataba de una alegoría del verdadero pensamiento de los políticos, ¡esos malditos comedores de hachis! Puede ser.

X. Bea-Murguía