jueves, febrero 02, 2006

El boicot de los fantasmas


Queridos amigos:

viendo esta imagen que les pego (una foto genial, por cierto)... ¿No llegan a la conclusión de que nos hemos vuelto todos locos? La blanca sábana de estos fantasmas ennegrecidos por el fanatismo más feroz llama a la revuelta contra los productos de un país entero, Dinamarca, por la acción aislada de un periódico que publicó unas caricaturas de Mahoma...

Aquí de lo que se trata es de lo de siempre: unos tipos de moral estrecha tratan de imponer su retorcida visión del mundo a los demás. Si mezclamos su fuerte empuje antioccidental con la cursilería correcta que nos atenaza, nos da como resultado surrealismos del tipo: gentes que malinterpretan el progresismo defendiendo que las niñas mulsulmanas sean sometidas a la dominación machista del hiyab porque es su hecho cultural diferencial y la diferencia es progresía y, sobre todo, porque el colegio era de monjas. Me llama la atención que los mismos que claman, con razón, contra la ablación del clítoris, se muestren conformes con esta otra forma de dominación (más sofisticada, si quieren, pero dominación igualmente) o con la prueba de virgo intacto en los matrimonios gitanos. Estas costumbres, en mi mundo al menos, son hechos tan culturalmente diferenciables como las lapidaciones en Nigeria que tantos buenos corazones han conmovido.

Su mejor argumento es que la niña quiere llevar el pañuelo. ¡Toma! ¡Nos ha jodido! Y no había nadie más machista que mi abuela Mari, que llamaba a mi hermana para que me hiciera la cama (y mi hermana, la muy... no respetaba ni a su abuela); y las que tiran las piedras en Nigeria son ellas (es la realidad, no "La vida de Brian"); y si vas a un poblado samburu, lo primero que te dicen es que practican la ablación y la circuncisión y se quedan tan panchos. Pero eso no quiere decir que esas costumbres sean respetables. Para mí, al menos, no lo son porque, además, creo en un mundo que protege a los menores de los hechos "culturales" de esta clase.

Por eso, la foto es tremendamente buena. Miren el tipo de moral que esta gente quiere imponer: esas pobres mujeres podrían ser ustedes. El respeto a los hechos culturales diferentes lleva, muchas veces, a aceptar ciegamente cualquier atropello a los derechos fundamentales con tal de no ofender, pero ¿de qué coño de cultura estamos hablando? De la cultura de la burka.

Las caricaturas del "Jylland Posten" son lícitas (y hasta graciosas) según la forma occidental de entender la libertad de expresión. Nosotros hemos tardado siglos en convencernos de que podemos reírnos de todo, de que es lícito hacer gracias de Dios, gracias a Dios. Si ellos no lo entienden así, es su problema.

AHORA BIEN. Leo la pancarta y el argumento me suena. ME SUENA MUCHO. Es como si en España, por decir algo, nos pusiéramos a boicotear, ¿qué sé yo?, los productos catalanes, por ejemplo, por unas declaraciones aisladas de un político gilipollas con bigote. ¿No pensarían ustedes que es una idiotez inconcebible en nuestro país tan democrático, tan moderno y tan europedo? Porque, claro, que lo propugne una panda de tarugos medievales, obsesionados con la religión, fanáticos machistas y terroristas, es algo que cabe dentro de una cierta lógica... Pero que lo haga, quién te voy a decir, ese tipo gordo sonriente que se sienta a su lado en el metro. ¡Con lo buen chico que parece y resulta que piensa igual que Hamas!

Fenómenos cien por cien borregos. Piensen en la analogía propuesta.

X. Bea-Murguía