Nopoleón en Marengo
Queridos amigos:
Ayer les hablé de bichos con dos patas y corbata que son como una plaga y hoy toca bichería de la que da asquito (madre). Más asquito. Por lo menos a mí, que no he sido dotado, precisamente, con la virtud de la valentía, si es que se pudiera considerar ésta una virtud. Dicen que hay otra plaga, aparte de los políticos, de polillas o mariposas que ahora todo Dios llama "gamma". Antes eran "polillas asquerosas" o "polillas gordas y asquerosas", pero ahora, se las denomina "Polillas Gamma", dicho con propiedad, como si nos hubiéramos convertido en expertos... ¿Cómo se llaman estos frikies que se pasan todo el día mirando mariposas con lupa?... Bizcos. O lo que sea. La primera vez que lo oí en la radio, entendí "Polillas Gamba" y no carecía de sentido, al menos para mí, porque algunas tienen un tamaño que, en fin, para un arroz con bogavante no quedarían cortas de sustancia. Claro que yo no soy un experto y no pienso quedarme estrábico mirando nada con lupa (salvo, quizá, un "Playboy").
Yo no he visto tantas polillas como el año del doblete del Atlético de Madrid. Ese año era muchas, muy gordas y ciértamente asquerosas. Eran incontables, tanto que ni el Drácula de Barrio Sésamo, y recuerdo que fueron unos días muy pesados de mariposones sobrealimentados con el Nopol de Les Luthiers, "engordan y crecen".
Otro valiente hombre, a quien conocí recientemente en Tailandia, es Ugurhan Tezcan, alias Juan (que no había quien pronunciara su nombre), un turco cachondo que me contó que una vez su mujer, Zeinep, le llamó a gritos despavoridos porque se había colado un pájaro en la habitación. Juan llegó, vio el bicharraco, cerró la puerta y comenzó a dar instrucciones... desde el pasillo. Este es el espíritu que nos hace falta: decisiones rápidas y llenas de imaginación.
En esta misma línea de valentía sin fin, un día de julio de hace un par de años, me disponía a hacer noche en una casa rural de un pueblo de Ciudad Real, Fuentecaliente, en el inmenso y precioso valle de La Alcudia, cuando al entrar en mi espartana celda, me encuentro de frente, prendida ella en las cortinas, con una enorme polilla bogavante del tamaño, y no exagero, de mi puño. Era tan gorda que la barra de la cortina se había combado por el peso.
Pedir ayuda a lo Zeinep, a grito pelao, me pareció, en ese momento, malo para mi buen nombre. La fama, como dice siempre mi amigo Cristóbal, se la lleva uno a la tumba y una cosa es ser cobarde y otra muy distinta, carecer de pudor. Descarté también la opción de abrir la ventana y ayudar a salir a aquella avioneta marrón porque suponía acercarme demasiado. Dormir con eso volando libremente por mi habitación... ¡Ni de coña! En mitad de la noche podía saltarme al cuello o meterse en mi cama y arrebujarse conmigo y luego estas polillas crustáceas son muy suyas, que ni te llaman ni te escriben.
En definitiva, el bicho gordo y asqueroso había impuesto su reino de terror en mi habitación y a mí como toda resistencia a su tiranía se me ocurrió encerrarme en el cuarto de baño. Con pestillo, claro. ¿Qué podía hacer? No tenía una pistola a mano. Sin embargo, era más que evidente que no iba a dormir en la bañera. Prefería morir devorado por un marisco volador que pasarme todo el día siguiente con dolor de cuello.
Busqué en mi interior ese valor que tenemos todos los cobardes, el que hace ganar batallas a la desesperada, me armé de una toalla y, por supuesto, de la banquetilla del baño, a lo Ángel Cristo pero sin mallas, y salí atropelladamente del cuarto de baño, entregado a un desenlace cierto, imitando a Paul Newman y Robert Redford en "Dos hombres y un destino". Me acerqué al bicho, en cuyas alas marrones pude diferenciar el blanco dibujo de una risa sardónica, y le solté un latigazo ciego y furioso con el que conseguí espantarlo un poco, porque darle, lo que se dice darle, no le di.
-- "A ver si te sigues riendo ahora", le reté.
Pero el bicho voló y revoloteó por toda la habitación, ensombreciendo el piso con su envergadura de cóndor en busca de presa, haciéndome temer por mi integridad, llenándolo todo de ponzoña como las aves del lago Estínfalo, hasta que se posó, cuando a ella le dio la gana, luciendo su misma risita sardónica, sobre el suelo de gres. De pronto, una solución se presentó ante mí: un enorme cenicero de barro, que bien podría haber servido de tartera para el asado, daba saltos sobre la mesa ofreciéndose. Era del tamaño justo para tapar toda la polilla, así que, en un rápido movimiento, ZAS, se lo coloqué encima y asunto terminado.
Ya tranquilo y seguro, con el malo a la sombra, me hice mis abluciones y lei un rato, el justo para notar el peso de las letras en los párpados, como tengo costumbre. Cuando apagué la luz, en ese momento en que los temores se hacen dueños de la penumbra, pensé en la polilla reponiendo fuerzas, levantando su tapa como un forzudo de circo para escaparse de su encierro. Ya tenía el sueño justo para no pensar en nada, pero esa posibilidad, nada remota, me desveló de un golpe. Encendí la luz, abrí la puerta y, sin levantar la tartera, arrastré polilla y cenicero al pasillo y así quedó el asunto. Nopol(eón) en Marengo: Austria huye. Italia es mía.
Al día siguiente, el preso ya no estaba en el pasillo. No quiero ni imaginar el careto de quien levantara el cenicero. ¡Sorpresa! Sólo espero que la polilla gamma, fortalecida con Nopol, no saliera de su encierro con hambre.
X.Bea-Murguía (con un catarro que me tiene embotado el cerebro. Ustedes sabrán disculparme).
2 Comments:
uy..voy a ser el primer comentario...
me he puesto "nervi" y ya no se que queria decir...
Bueno si, Javi hijo, tu nunca has aprendido que ese tipo de cosas hay que resolverlas segun se descubren?? que la tipica arana en el techo, justo encima de la cama...si no la das con seguridad probablemente duerma contigo??. Yo ya voy siendo mayor y lo hago solita con dos cojones, pero siempre he pensado que ser padre tiene que ser horrible porque recuerdo al mio muchas noches viniendo al rescate de su princesa...q conazo!! y si a tu padre le da mas miedo que a ti..que se hace?? se llama a mama??
Por cierto he leido Cristobal?...ay...si otra cosa no pero frases...Santiago y cierra Espana...(su favorita me ha confesado).
Un abrazo.
Ana
¿Princesa? Esto está tomando un cariz dinástico que no me gusta nada... Jeje...
Un padre lo aguanta todo.
Javier
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