jueves, septiembre 21, 2006

Mi primer día de gimnasio


Queridos amigos:

hace ya unos años que un amigo, cuyo nombre va a quedar, por razones obvias, en la sombra (a no ser que él se manifieste), tuvo su primera experiencia en un gimnasio. Al día siguiente, nos mandó esta obra maestra, tan buena, que al poco tiempo fue incorporada en la típica cadena de emails que conforman las leyendas urbanas. El autor original, que tiene un toque Juan Ramón Jiménez, si me dejan presumir, es amigo mío. Disfruten... No recomendado para aquellos que tengan un control total sobre sus esfínteres.

"Hola a todos,

Ayer fue mi primer día de gimnasio y me he de esforzar mucho para que no sea el último. No quiero extenderme mucho, pero os voy a contar partes de mi "actuación". Sólo teneis que echarle un poco de imaginación e imaginaros a mí, un ser de 95 kg. en una sala donde todo son modelitos o musculosos. Cogí de mi armario una camiseta estrecha y no marcaba musculos, lo único que conseguí fue que se me saliera la tripa por debajo de lo corta que me quedaba. Al llegar me dan una tabla con lo que he de hacer. Veinte minutos en bici era lo primero. Ridículo, 20 minutos pedaleando y sin moverte del sitio. Acabo y busco a la monitora para que me enseñe a correr en una cinta. Por supuesto, me metí en el water otros veinte minutos para descansar y secarme el sudor. También vomité.

-- "¿ Es la primera vez que montas ?"
-- "A ti sería la pimera vez, churri", ( Eso sólo lo pensé)."",contesto.
-- "Bueno, te marearás un poco al bajar"- me dice.

Subo en la cinta y le doy velocidad. Mientras troto, veo unos pechos a mi lado subiendo y bajando al hacer mi mismo ejercicio. ¡Dios mío, dame vocabulario para describir semejante maravilla! No la quiero mirar. Miro delante y no veo más que turgentes culos, ¿estoy en el cielo?.

-- "¡Piensa en otra cosa!" - me digo. No es plan de que te noten empalmado el primer día; o quizás sí, para que crean que eres así. El caso es que me pico con la guarra de al lado y me pongo a darle mucha, mucha velocidad a la cinta. Corrí como un gilipollas. De repente la mejor tía del mundo con el mayor escote del mundo y con las mallas que le dejaban leerle los labios surge por mi lado izquierdo. Me despisto, dejo de correr y me arreo una hostia de boca en la cinta. Mi reacción fue la de un campeón, me puse a hacer flexiones apoyado en la cinta. Bueno, me puse, no hice ni una. Rápido vino una de las monitoras.

-- "¿Estás bien?"- preguntó. Me levanté, me sacudí el polvo y entre lágrimas le dije, pero con voz varonil y sacando pecho: "Quiero más ejercicios".

Lo siguiente era el circuito Keiser. Así al principio mola. Pero una vez que has hecho el circuito te pones a pensar si el tal Keiser ese no era un general nazi de uno de los campos de exterminio. Imaginaos una máquina que trabaja no con placas sino con presión y pulsando un botón da presión y necesitas más esfuerzo para moverla y quitando presión, lo contrario. El caso es que me toca una para los hombros. La deja una señorita y me toca. Me dice la monitora que me siente. Le digo todochulo:

-- "Voy a darle más presión".
-- "Sí, claro", contesta ella.

Intento levantarla y lo consigo. Con los brazos arriba la hago gestos con la cabeza a la monitora para indicarle que todo OK. Las venas de mi cabeza a punto de estallar pero lo intento otra vez más. De repente surge de dentro de mí, en dirección al ano y en forma de gas un algo, un no se qué y...........Pruuufffff. UN PEDO. DIOS!!!! ¿Dónde coño me meto? Veinte personas en la sala. La gente susurrando: "Ha sido el empalmao", "Yo creo que se ha cagao" - decía la gente. Pero yo, sabiendo salir de esta situación (me pasa a menudo) me pongo a hacer ruido con la zapatilla en el suelo para que la gente piense que no ha sido lo que creen. Cuando lo consigo le digo a la gente de alrededor: "Son nuevas y se pegan al suelo". Mentira y podrida. El caso es que paso a la máquina de al lado, no sin antes darle presión a la que dejo para hacer creer al siguiente tío que puedo con mucho peso. Esto fue lo que hice en cada máquina que utilicé.

La siguiente era de biceps. Como era fácil intenté lucirme. Notaba un olor raro. De repente miro en la máquina anterior y oigo como la gente comenta que el asiento está demasiado sudado. Empiezo a relacionar todo: olor,humedad.... conclusión: me he cagado del esfuerzo de antes. Disimulando y silbando me dirijo al baño. Parece fácil, pero andar con un chandal con la plasta en el culo se hace difícil. Llego al vestuario. Me meto en un baño me quito el calzoncillo, meto el culo lo más que puedo en la taza y tiro de la cadena. Me seco con papel higiénico y salgo. Continuo con otro aprato. De camino se me acerca un bombón de tía. ¡¡¡¡ He ligao!!!!!! Y me dice

-- "Tienes papel higiénico saliendo por tu pantalón".

Tranquilos, supe salir de esta situación también.

-- "Es para el culis, digo para elcutis!", contesté. Rápido me lo quité y me dispuse a acabar el circuito del nazi. Resumiré: dos tirones, una costilla dislocada y tres distensiones musculares. Aún así no me quejé. Quiero ser como esos deformes musculosos que creo que ligan un montón. Llamo a la monitora para indicarle que he acabado.

--"ABDOMINALES: Vamos a trabajar las inferiores, las oblicuas y las superiores"- me indica la zorra ésa. Con disimulo me levato la camiseta para intentar diferenciarme tres tipos de abdominales que según esta tía tengo.

-- "Quince de cada"- dice que haga. La miro y digo: "Creo que puedo hacer 200 de cada", (me acordé las que me hacía cuando estaba en 3º de BUP).
-- "Bueno, chico, tú mismo".

UNA, UNA, sólo me hice una abdominal. Sin embargo me asombraba que mientras yo hacía la abdominal un grupo de chicas estuviera frente a mí hablando. Me incorporo de LA abdominal, miro al espejo que hay frente a mí y deduzco por qué me miraban: tenía toda la polla y el escroto saliéndoseme por la pierna del pantalón corto. ¡Coño! se me olvidaba que no llevaba calzonzillos.

Paso de contaros nada más, no os quiero aburrir. Acabo hasta los cojones, me levanto y me dirijo al vestuario para coger la ropa e irme. Según ando voy pensando en las 80.000 pts que he pagado para venir durante todo el año. Me meto en la ducha individual. Hay gel, como veo que no hay nadie que me pueda ver, me unto la mano de gel, me agarro el pene y comienzo a masturbarme. ¡Lo mejor del gimnasio! Mientras gozo, no dejo de pensar en que he de volver mañana. De repente se abre la puerta y aparece un maromo en pelotas. ¡Mierda! Las duchas son dobles. Imaginaos mi cara con la mano en la polla llena de jabón. Intento disimular y el tío me comenta que un tío se ha cagado en la sala y ha dejado una peste de la hostia. Le corto y le digo que tengo prisa.

Por fin me fui con la cabeza baja. Me he saltado muchas cosas y pido discilpas por mi mala redacción. Vengo del médico y le he explicado que doce skins me han dado una paliza.

-- "Se nota", me dice el médico.

Saludos a todos,

P.V.C. (coño, no me había dado cuenta de que estas siglas son contaminantes)"

X. Bea-Murguía (en técnica narrativa intertextual)

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Jajajajaja, me parto.

Es más gracioso imaginándose al narizotas que lo ha escrito.

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

21 septiembre, 2006 16:21  
Anonymous Anónimo said...

Impresionante y muy emotivo. Me ha recordado mi primer día de piscina. Algún día lo contaré.

Pero, la verdad, yo no le veo la gracia.

Gaitero

22 septiembre, 2006 10:21  

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