martes, septiembre 19, 2006

Siete pecados


Queridos amigos:

ayer se me hizo largo el día y hoy ando cansado y ojeroso. Verdaderamente estoy hecho polvo y me espera una jornada maratoniana, con viaje incluido, de ida y venida en el día en lata de conservas con alas y sinfonía de picado inminente durante todo el trayecto: odio los aviones. Es algo que me supera.

Me he sorprendido mirando leto por la ventana, tratando de abrir los ojos, decidiendo si esta mañana en que aún no se me han desperezado los dedos, como un pianista con resaca, les voy a hablar del tiempo, de política o de la reproducción asistida de los peces, pero todo me cabrea.

Bueno, todo no...

Anoche estuve cenando en Viridiana y el recuerdo de cada uno de los siete platos que nos sirvió Abraham García me arranca, uno a uno, todos los siete puñales que, como la Dolorosa, tengo clavados en espalda y pecho en mañanas de desidia y sopor como ésta, en las que uno no acaba de empezar aunque lo pretenda porque el peso de los párpados se cuenta por arrobas.

A saber: comenzamos por un gazpacho sobre el que flotaban abundantes barcos de algo delicioso que ni siquiera hacía falta preguntar su nombre porque de sobra supe que era "manjar".

-- "Decidme", nos retó Abraham, "si alguna vez habéis tomado un gazpacho mejor que éste".
-- "Cuatro reyes para un órdago a grande", pensé, mientras devoraba el mejor gazpacho que he probado en mi vida. Sencillamente soberbio.

Del pulpo a la gallega sobre una ensalada de mango sólo puedo decir que era la avaricia personificada: sólo un animal con ocho brazos puede acaparar todos los sabores sobre un rudimentario plato de madera.

Le siguió un arroz caldoso con amanita cesárea sobre cuyos centros se alzaba, enhiesto, un lánguido langostino, emperador de su plato, que con el dedo flojo perdonaba la vida a la seta imperial. No fui yo, sin embargo, tan clemente y, lleno de ira, cercené la extremidad a la vianda, acosé por todo el circo de loza a la amanita y, sediento de sangre, rebañé hasta la última gota de tan sustancioso arroz.

A la cuarta, la verdadera Alianza de Civilizaciones tomó forma de tempura de morcilla o de morcilla en tempura, que tanto monta, sobre una salsa de pimiento verde que entiendo esté desatando en todos ustedes una envidia malsana.

Y como dicen que no hay quinto malo, una de las estrellas de la casa, el huevo frito sobre salsa de boletus y trufa negra pedía a gritos que pringara sin pereza sobre la sartén, sin temor al reproche de los cursis, mojando los dedos que sujetan el pan en la mezcla de la yema y la seta: para chupárselos.

De remate, con el estómago pidiendo sopitas, me tuve que arremangar la sotana para pecar como los curas dando rienda suelta a mi gula, que ya no es necesidad sino vicio enfrentarse a dos filetes de ventresca con pisto, de sexto, y uno de solomillo ibérico de séptimo, acompañados de piquillos caramelizados y crujientes y generosos trigueros.

Y cuando uno cree que ya no se puede cenar más ni mejor, una pasarela de pura lujuría, la barra fija del dulce: sorbete de higo chumbo, helado de yogur, flan de avellana y una mouse de chocolate de una textura tan fina que parecía que metías en la boca aire inundado de intenso y amargo sabor. De todos ellos, la mouse se me antojó la lencería fina de los postres.

Sumen bellini, vino blanco, tinto y garnacha... ¡Ah! Y un líquido transparente que parecía un adorno sin peces (aceptamos el reto del agua); té moro y puro habano, dos guindas no alineadas para una tertulia enriquecedora y placentera. Así da gusto pecar.

Y cómo dice el entremés clásico, si con el relato de mi cena he dado de desayunar a sus oídos, bien me daré por pagado con el sonido de su dinero.

X. Bea-Murguía (Amen).

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Si está claro que eso que abulta bajo tu corbata te lo estás ganando a pulso.
Bicos e apertas

19 septiembre, 2006 10:34  
Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

¡ABAJO EL VITALÍNEA! Creo que en Viridiana sólo deberíamos poder desfilar los que superamos un 25 de masa corporal...

Javier

19 septiembre, 2006 10:45  
Blogger Último Íbero said...

¿¿¿Y los que generamos gravedad a nuestro alrededor???

19 septiembre, 2006 11:52  
Anonymous Anónimo said...

Todo pecador tiene su penitencia. Así que ya sabes, a ensaladita lo que te queda de semana. Me lo voy a currar, aunque no sea Abraham, para que no te me rajes el primer día y abriré una de esas bolsas con lechugas de colores, que queda mona o pondré unos tomaticos de la huerta del cura, con queso de burgos y el toque de orégano que no falte y no engorda... en fin, que habrá que bajar lo que vas a tardar tres días en digerir. ¡¡¡¡7 PLATOS, QUÉ BRUTO!!!!. (Así roncabas anoche. Y es que no te cabía dentro ni el aire que respirabas...)

19 septiembre, 2006 13:31  

Publicar un comentario

<< Home