martes, abril 24, 2007

El octavo velo


Queridos amigos:

como Juan Manuel de Prada tiene una Jimena y yo tengo un Rodrigo, se le ocurre que podríamos juntarlos. No me parece mala idea, pero como yo no soy tan valiente, le digo amedrantado:

-- No lo digas demasiado alto que nos crucifican.

Mantuve el otro día una animada charla con él, con “El séptimo velo”, su última novela, como mera excusa instalada en el trasfondo de nuestra conversación, alrededor de lo que he decidido llamar el octavo velo. Tener fácil acceso a un hombre como Juan Manuel de Prada es, para mí, un privilegio enriquecedor.

De Prada es un escritor que no responde, en absoluto, a la idea que han forjado de él sus detractores que, quizá por alguna vocación frustrada de entomólogo, necesitan clasificar tipos humanos en virtud de un maniqueísmo demasiado infantil como para ser tomado en serio. En el fondo, son los mediocres que, asistiendo a la danza de los siete velos, se creen que el clímax es el destape de la vulva y se conforman extasiados con esa gran mentira que les hace la vida cómoda.

En su novela, premio Biblioteca Breve 2007, De Prada hace una generosa exhibición de los términos medios que son los que, en verdad, mueven la vida. Muy alejados de los grandes discursos y de los ideales, los acontecimientos históricos se decantan casi siempre decisiones sencillas que no son gregarias de cruzadas ni de epopeyas, sino que tienen que ver con las circunstancias de las personas que las ejecutan. Un héroe de la Resistencia Francesa puede decidir tomar partido por la muerte anónima de su padre en un bombardeo. Un soldado alemán puede no ser capaz de matar a sangre fría a quien considera un terrorista. Un líder comunista puede celebrar la invasión nazi de Francia. Un republicano español, convencido de la causa de la democracia, puede ser de derechas. Un cura de la posguerra puede no ser un pederasta.

“El séptimo velo” es, ante todo, una novela que desmonta estereotipos sin tratar de imponer los contrarios. Por eso es valiente, porque defiende postulados que hoy no molan y aboga por una manera de mirar al pasado que olvida la memoria histérica y la sustituye por un recuerdo crítico y contrito, sí, pero compasivo y no apasionado. Un primer paso para arrancar ese octavo velo, el de la falsedad que nubla la memoria, podría ser escribir novelas como “El séptimo velo” y que ustedes las lean y nos demos cuenta de que las mentiras, aunque cómodas, aunque puedan satisfacer hoy como una bailarina que muestra su coño, a la larga nunca son inocuas.

Yo les animo a leerlo. A mí la primera parte se me hizo un poco más difícil, tal vez porque te lleva a un destino ya conocido, pero la segunda parte y el desenlace me ofrecieron una satisfacción tras otra, al comprobar que nada de lo primero que había leído era casual, sino que respondía a una estructura temporal muy bien diseñada.

Una buena novela, para mi gusto de no experto, sin duda, la mejor que ha escrito Juan Manuel de Prada.
X. Bea-Murguía

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3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

De Juan Manuel de Prada sólo he leído alguna cosilla en ABC y lo cierto es que tras verle en algunos programas de televisión reconozco en él a una persona con un pensamiento crítico muy parecido a Chesterton.

Una pregunta, ¿qué libro suyo me puede servir para cogerle gustillo y ver si me gusta?

The last of the Iberians

24 abril, 2007 11:21  
Anonymous Anónimo said...

Habrá quién te pueda recomendar mucho mejor que yo, pero puedes empezar por "El séptimo velo", novela de la que él mismo está muy satisfecho. Yo no he leído "Coños", que fue su gran lanzamiento, pero todo el mundo se deshizo en halagos.

Después, de las novelas anteriores, "Las máscaras del héroe" es la que más me gusta.

Javier

24 abril, 2007 11:45  
Blogger Último Íbero said...

Hmmmm. Pues en cuanto pueda me haré con ella. Además por lo que leí sobre su argumento (junto con tu entrada) creo que me gustará.

24 abril, 2007 21:30  

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