El colecho y otras cohostias
Queridos amigos,
después de este mes y medio cumpliendo con mi función de San José en un Belén viviente (Torres dixit, Calvo pixit y el gato Jinks) he llegado a una conclusión que, estoy convencido, les va a conmocionar. Ahí va: la puericultura es como el baile del verano, dos pasitos p'alante y un pasito p'atrás, vuelta y de nuevo a comenzar.
Antes, hace siete años, cuando nació Rodrigo, se decía que el chupete era maaaalo. ¡No le pongan chupete al niño que es como iniciarle en otros vicios! Hoy es bueno. Dirán ustedes que el pensamiento evoluciona, que por eso es pensamiento, que si no evolucionara sería pensamiento navarro y es verdad, pero es que lo de la puericultura no es evolución ni involución, es revuelta.
El Dr. Estivill, antaño psicólogo de éxito por su "Duérmete niño", hoy es apedreado en la plaza pública, pero lo que escribió en su momento no eran más que cuatro consejos de sentido común (si el niño llora, déjalo llorar un poco) que, por cierto, funcionaban. Pero parecer ser que no, que lo de Estivill era una crueldad medieval y que lo que ahora recomiendan los expertos, lo que está de moda, es el colecho.
El colecho, amigos periodistas, no tiene nada que ver con el lote de productos que le regala el Carrefour todos los meses para que escriban bien sobre el nuevo hiper de Patones de Arriba. No. Eso es el cohecho (prefiero aclararlo porque algunos son como buitres). El colecho, amigos y amigas, es que usted comparte cama con dos mujeres y hace lo mismo que si estuviera solo.
Nosotros, como somos como el Adelantado de Segovia, ya practicamos el colecho con Rodrigo. No podíamos sospechar que esta sencilla práctica que consiste en meter al niño en tu cama para darle el pecho iba a ser el avance científico del año 2008 (el pecho se lo da Beatriz, evidentemente, por volumen pectoral yo podría darlo pero la sociedad no está preparada aún para este cambio de papeles... Además, sería como llevar a Ana a El Bulli, que le pusieran un plato vacío con un pelo en medio y el camarero dijera que el plato se llama "sopa evaporada").
El colecho será hoy la pera limonera, pero ni Rodrigo ni sus padres dormimos una puta mierda desde marzo de 2001 hasta junio de 2002. Estábamos de mala leche, cansados, nos peleábamos por todo... Un horror hasta que descubrimos a Estivill, que, lo verán, volverá a la cumbre con la segunda parte del "Duérmete niño", que se titulará algo así como "¡Diossss que te duermas de una puta vez que te doy con el libro en la cabeza, me cago en tu padre!".
Aunque yo no soy puericultor, tengo una buena experiencia como padre involucrado (esto lo he dicho en serio, Beatriz) y, por eso, por si les sirve a ustedes, me voy a atrever a dar un consejo a los nuevos padres...
En dos palabras: NIPU TOCASO.
A nadie.
Van a ir a verles al hospital y a su casa y les van a volver locos con paparruchas que la peña lee en internet, que es donde escribimos los pelanas (como yo). Ni puto caso, que todos somos padres fetén, pero les van a volver locos, porque todos los niños son distintos y lo que sirve para un niño pelirrojo llamado Ciro, con Carla no funciona. Pretender que una técnica dé el mismo buen resultado con todos los niños del mundo es como estar convencido de que un día reinará la paz en las naciones de la tierra. Hagan sólo lo que les diga su pediatra y lo que dicte el sentido común, con cariño y con paciencia... Mucha paciencia. Si el niño llora, háganme caso, no es por hambre, ni es por sueño, ni porque tiene gases, ni nada de eso: es que quiere una wii.
En la foto, pueden ver en lo que desemboca el colecho. Ana en la cama de sus padres sola (se tira pedos) y Bea y yo, acurrucaditos en la cuna...
X. Bea-Murguía (y, encima, estirándose).
después de este mes y medio cumpliendo con mi función de San José en un Belén viviente (Torres dixit, Calvo pixit y el gato Jinks) he llegado a una conclusión que, estoy convencido, les va a conmocionar. Ahí va: la puericultura es como el baile del verano, dos pasitos p'alante y un pasito p'atrás, vuelta y de nuevo a comenzar.
Antes, hace siete años, cuando nació Rodrigo, se decía que el chupete era maaaalo. ¡No le pongan chupete al niño que es como iniciarle en otros vicios! Hoy es bueno. Dirán ustedes que el pensamiento evoluciona, que por eso es pensamiento, que si no evolucionara sería pensamiento navarro y es verdad, pero es que lo de la puericultura no es evolución ni involución, es revuelta.
El Dr. Estivill, antaño psicólogo de éxito por su "Duérmete niño", hoy es apedreado en la plaza pública, pero lo que escribió en su momento no eran más que cuatro consejos de sentido común (si el niño llora, déjalo llorar un poco) que, por cierto, funcionaban. Pero parecer ser que no, que lo de Estivill era una crueldad medieval y que lo que ahora recomiendan los expertos, lo que está de moda, es el colecho.
El colecho, amigos periodistas, no tiene nada que ver con el lote de productos que le regala el Carrefour todos los meses para que escriban bien sobre el nuevo hiper de Patones de Arriba. No. Eso es el cohecho (prefiero aclararlo porque algunos son como buitres). El colecho, amigos y amigas, es que usted comparte cama con dos mujeres y hace lo mismo que si estuviera solo.
Nosotros, como somos como el Adelantado de Segovia, ya practicamos el colecho con Rodrigo. No podíamos sospechar que esta sencilla práctica que consiste en meter al niño en tu cama para darle el pecho iba a ser el avance científico del año 2008 (el pecho se lo da Beatriz, evidentemente, por volumen pectoral yo podría darlo pero la sociedad no está preparada aún para este cambio de papeles... Además, sería como llevar a Ana a El Bulli, que le pusieran un plato vacío con un pelo en medio y el camarero dijera que el plato se llama "sopa evaporada").
El colecho será hoy la pera limonera, pero ni Rodrigo ni sus padres dormimos una puta mierda desde marzo de 2001 hasta junio de 2002. Estábamos de mala leche, cansados, nos peleábamos por todo... Un horror hasta que descubrimos a Estivill, que, lo verán, volverá a la cumbre con la segunda parte del "Duérmete niño", que se titulará algo así como "¡Diossss que te duermas de una puta vez que te doy con el libro en la cabeza, me cago en tu padre!".
Aunque yo no soy puericultor, tengo una buena experiencia como padre involucrado (esto lo he dicho en serio, Beatriz) y, por eso, por si les sirve a ustedes, me voy a atrever a dar un consejo a los nuevos padres...
En dos palabras: NIPU TOCASO.
A nadie.
Van a ir a verles al hospital y a su casa y les van a volver locos con paparruchas que la peña lee en internet, que es donde escribimos los pelanas (como yo). Ni puto caso, que todos somos padres fetén, pero les van a volver locos, porque todos los niños son distintos y lo que sirve para un niño pelirrojo llamado Ciro, con Carla no funciona. Pretender que una técnica dé el mismo buen resultado con todos los niños del mundo es como estar convencido de que un día reinará la paz en las naciones de la tierra. Hagan sólo lo que les diga su pediatra y lo que dicte el sentido común, con cariño y con paciencia... Mucha paciencia. Si el niño llora, háganme caso, no es por hambre, ni es por sueño, ni porque tiene gases, ni nada de eso: es que quiere una wii.
En la foto, pueden ver en lo que desemboca el colecho. Ana en la cama de sus padres sola (se tira pedos) y Bea y yo, acurrucaditos en la cuna...
X. Bea-Murguía (y, encima, estirándose).
Etiquetas: Ana, Beatriz, colecho, Pascual Estivill, puericultura, Rodrigo
9 Comments:
Mi próximo libro se llamará "Como hacerse de oro a costa de unos padres desesperados: toda la verdad sobre la mesa (camilla)". Estaréis invitados, por supuesto, pero no traigáis niños que los odio (como ha quedado de manifiesto en mis libros).
No le des importancia a dormir Bea-Murguia, no se duerme y punto,no pasa nada.
A mí es que el sentido común me tiene frito. Ahora todo es sentido común, cojones.
Es que es el menos común de los sentidos, amigo qjones.
Gaitero
Lo mismito que Ana hace mi mujer desde que me día la costalada en el hielo de la plaza del Ayuntamiento, cuando al edil cabestroide de turno ordenó que se regara un domingo a las seis de mañana y con temperaturas bajo cero. Desde entonces -15 dic. pp.- duermo en un sofá, espero que hasta que se suelde del todo la segunda fractura de la séptima costilla. Lo que son las cosas: la abuela y la nieta dominando el panorama nocturno. Hay dos leves diferencias entre una y otra: Ana mama y se estira y, al parecer, se tira cuescos; la abuela, que yo sepa, ni eso ni eso y, además, adopta postura fetal. ¡Hay que j... a sus años! No querrá volver al seno materno. Yo, mientras, como lo de dormir siempre me la ha traído al fresco, me entretengo en el sofá, que es como el deno de Abrahan, leyendo a un irlandés -ta equivocas, Txabi, no es ese- que me larga un novela con protagonista maricón perdido -allá él, claro, (Un viejo amigo riojano de los años pretéritos me decía que muy bien eso de los maricas, que no había que ensañarse, pero que donde estuviera una tía buena, que no le pusieran un culo, por si acaso)...Bueno, pues, homo total, aristócrata, entendido en arte, espía y traidor a su patria inglesa... Ah, el escritor irlandés se llama John Banville. No, Stivill, no; ese es otra cosa...
Pues, nada, sólo nos falta ver a Ana en pleno estirarse. Así crecerá, supongo. Besitos para todos... No, no, todos, no...Que no soy el protagonista de "El intocable". Yangtse.
Yo me sé de muchas pelis donde practican eso del colecho ¿Da igual que tengan entre 20 y 25 años las susodichas colecheras?
Luego, si eso, lo firmo, que luego todo se sabe... Aunque a Javi no hay quien le engañe... (por cierto, ¿el colecho por cohecho es por falta de derecho?)
Ahí calza la perra, pá el que la pille.
¡Coño, el Dr. Estivill! Pues nosotros le hicimos el duérmete niño a Rodrigo, desesperados, como dice usted, y funcionó muy bien y, además, tiene pinta de ser un niño feliz y sin traumas. Y si Ana sigue el mismo camino: "Duérmete niño" y a dormir. Vamos, como que dos y dos son cuatro.
Ya, Hormon, es que lo mío es por vicio. Sé que no pasa nada, pero es que soy vicioso. Un abrazo.
Pues el sentido común, Qjones, la sensatez, el tener los pies en el suelo, la prudencia, la paciencia... Todo no es sentido común, pero cuando uno se vuelve padre y deja de ser hijo, pues empieza a pensar un poco como sus padres cuando él era hijo, ¿no? Yo soy ahora más cauto. Hago muchas menos tonterías. Besos
Gaiteroooooo... Que te suspendo. JAJAJAJAJAJAJAJA. Ya sabes tú por qué.
Yangtse, macho, lo tuyo no tiene remedio. En fin. Si hubieras ido al médico, al menos te habría quitado el dolor. Besos.
¡Ay Frutero, Frutero! Tienes un sello inconfundible.
Javier
Y le llamas sentido común a aplicar el método Estivill?Vaya huevos los tuyos. Ojalá a ti te dejen llorar hasta reventar ya verás que bien...vaya crueldad...
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