miércoles, enero 28, 2009

Con Tonino Carotone y Guillermo


Mon chers amis,

Me van a decir que soy un aventurillas, pero lo cierto es que ayer me coñé tanto que me acerqué a un par de desconocidos melenudos que bailaban con una cesta de pan en la cabeza.

Estaba aburrido es poco: aburridísimo.

Me he venido a Bruselas a un congreso antiprohibición que organiza un europarlamentario británico, Godfrey Bloom, del Independence Party (UKIP), partido independiente, no confundamos con independentista.

Lo gracioso del asunto es que, en principio, el congreso se iba a celebrar en el edificio del Parlamento Europeo, pero, según la organización, presiones de la industria farmacéutica han logrado que lo prohibieran. No lo digo yo. Lo dicen ellos. http://www.antiprohibition.org/

Esta peña tiene un punto entre existencialista y paranoico que debería ser objeto de estudio. Eso sí: son unos románticos que han venido, incluso, del otro lado del charco, pagándose ellos el billete. La industria del tabaco nada tiene que ver en esto.

Así que, expulsado del Europarlamento, por presiones de la maléfica industria farmacéutica, Bloom lo arregló para celebrar la conferencia en un hotel, Silken, en la calle Carlo Magno de Bruselas. Y allí, cada uno con su identificación en una solapa (que yo me niego a ponerme) y con una chapa reivindicativa de los derechos de los fumadores (que yo me niego siquiera a coger, porque siempre he odiado el borreguismo, aún cuando esté de acuerdo con la causa), los más de cien asistentes al congreso aprovechan los descansos para irse a fumar a la puta calle.

Con el frío que hace en Bruselas (no se lo pueden ni imaginar). ¡¡¡Menudo congreso antiprohibición donde está prohibido fumar!!! No se dan cuenta de que el principal problema de los fumadores son los propios fumadores, más en estos países donde la observancia de la ley roza el absurdo. ¿Alguno de ustedes cree que alguien en la sala va a protestar o sentirse molesto si yo me enciendo un pitillo?

Es la leche. De hoy, que es la clausura, no pasa. Hasta ahora he estado callado escuchando, pero hoy me voy a poner de pie y a hacer una pregunta que me concome desde que empezó el congreso:

-- ¿Alguien me da fuego?

A ver si espabilan, porque, madrecita, vaya panda.

Por la noche, había un cóctel o un piscolabis o no sé como llamarlo en O’Farrel, un pub irlandés situado en la plaza de Luxemburgo. Yo pensaba escabullirme, a mi más puro estilo, comer algo por ahí solito y marcharme pronto a la cama, pero el mismo Bloom, con quien estuve hablando al final de la jornada, me advirtió seriamente de que debía ir.

Y fui.

Me dolía la cabeza de hambre y cuando llegamos a O’Farrrel, no había nada de comer. NADA. Sólo cerveza, vino malo y cabezón o refrescos. Pensé en tomarme una cerveza, una, y pirarme a lo Pantera Rosa, cuando vi a dos melenas bailando en la esquina de la barra con una cesta de pan en la cabeza.

Fueron ellos los que se dirigieron a mí. Guillermo y Juan, españoles, estaban allí porque el primero, con un pedo importante y una pinta de guarro no menos reseñable, es el cocinero de O’Farrel.

-- Lo que tengo es hambre, Guillermo –le dije.

Y Guillermo, con su curda, me empezó a sacar chorizo (malo), queso, pepinillos, patatas fritas… Todo gratis. ¿Que para eso tuve que bailar yo también con la cesta de pan en la cabeza? Pues sí, pero era de buen rollo y no me importó. Después llegó Álvaro, un estudiante de Erasmus que había quedado con Juan en O’Farrel.

Cuando estábamos allí, hablando de unas cosas y otras, con Aurora y Natalie, dos bruselanas que (digo yo) serían las novias de Guillermo y Juan. Apareció, al olor del chorizo, el representante danés del congreso, un señor de unos sesenta años, gordo, alto, con barba y gafas e indudablemente danés: llevaba una chaqueta del color de su bandera nacional.

Guillermo entró en la cocina, le dio más chorizo, que el danés se empeñó en pagar, así que se llevó una ristra de besos por parte de Juan y del mismo Guillermo, que en un papel escribió: “TONINO CAROTONE” y se lo pegó en la frente.

Clavado, vamos, era el mismísimo Tonino Carotone. Se parecían lo mismo que Papa Noel a Willy de Bill, lo mismo que Marilyn Monroe y yo.

-- Nos vamos a una fiesta –me dijo Juan-. ¿Te vienes?

Si no hubiera tenido que madrugar hoy para irme al congreso antiprohibición donde no se puede fumar, me habría ido a la fiesta sin dudarlo. Una pena. Me estoy haciendo mayor. Me puede la responsabilidad.

Hoy me voy para Madrid. Ya tengo ganas, la verdad, de ver a los míos y de fumar a cubierto.

X. Bea-Bruxelles (fumando espero)