martes, marzo 14, 2006

Slodoban que te adoban




Chusma ignota:


Slodoban Milosevic fue en los 90 a golpe de mortero y francotirador, el enemigo público número 1 de Europa. Sus biógrafos hablan de él como un niño raro, al que no le gustaba hacer gamberradas y devoraba libros y al que le gustaba la soledad: “Espiaba a sus vecinas e imitaba al urogallo en celo” dice una de sus vecinas, Sonja Kardic. Un ejemplo de macarra del Este, ya saben, esos que van con el Opel Corsa con los cristales tintados, el pelo rapado, cincuenta collares de oro robados en un palo en Villaverde, cinco recortadas pasadas por la frontera sin que los señores de la benemérita se enteren junto con cinco pibones salidas de una película porno. Lo que pasa es que Slodoban ya era talludito cuando lo de la apertura y la real politik y se aficionó más a un estilo de cutre-sobriedad-austeridad en el vestir con trajecillos de tergalillo de mercadillo from Istambul con aire acampanado en el pantalón y chaquetillas de almirante, y revivalista en el peinado : ese pelo nueva olero revival del abuelo de los Monster que marcó una época y que estoy completamente seguro que inspiró a Kiko Veneno para los versos de la canción de Los Managers cuando dice aquello de “ni sellos ni cosas de esas, que no hay quien le quite a mi niño, esa dichosa cabeza”. Y es que Slodoban será durante mucho tiempo el paradigma de cabezón eslavo.

La rueda de la fortuna ha decidido poner fin a la vida de Slodoban Cabezovic Milosevic de una forma un tanto surrealista. Al parecer, según comentan agencias, los médicos siguiendo posiblemente los protocolos del Ministerio de Sanidad español, vértice de la medicina mundial y liderado por personas psicológicamente fallidas que encuentran en el consumo de cigarrillos la huella de Satán, decidió suministrar un cocktail mortífero a este auténtico führer del Pan Cabezonismo Eslavo, un tour de force contra su hígado. Slodoban llevaba ya unos añitos siendo la novia de los presos de alta seguridad en una cárcel holandesa, estaba ya acostumbrado a cantar canciones de “chetnik” para ellos y acostumbrado a la mantequilla, entonces surge la duda. ¿Cómo se iba a suicidar?, y aquí surge ya un tema muy pero que muy interesante para investigar ¿como en un un país tan sumamente civilizado como Holanda se iba a asesinar a un genocida como Milosevic? Y la respuesta es bien sencilla: No había presupuesto para gorros.Decisión final: pues la que toman los sajones en estos casos: pulirse al colega de una forma chapucera. Se ha tratado de un final horrible con Slodoban mandando una carta, una pena que esta gente no conozca las infinitas posibilidades de la red, en plan tendencia decimonónica Conde de Montecristo al gobierno ruso. Slodoban sospechaba algo, sabía que le quedaban pocos días y que su caja de pino le esperaba. Tengan en cuenta que lo de Milosevic es únicamente una experiencia piloto para acabar con otro sátrapa de nuestros días: Sadam Hussein, porque Hussein: tú eres el próximo.Slodoban en sus alegaciones ante la corte penal tenía un estilo muy de heredero del control mental, así en plan doblar cucharas que era lo que hacía esta gente porque no tenían para comer y servía como sustitutivo.Completamente frío emitía esas frases de acento cirílico: “atacratchi, spomeva racrackchi”algo así como “no reconozco a este tribunal,hijos de puta”, en el lado opuesto, los espectáculos de Hussein son más barriobajeros : gritos, soflamas, aspavientos, escupitajos, el juez acojonado, el abogado con la toalla en la cabeza apunto de la insolación por los focos... . Más mediterráneo y espectacular por supuesto y con un share en el Middlewest bastante aceptable.

En fin,Slodoban pasa a engrosar la larga lista de frikies perdedores de todos los tiempos.

Desde el maravilloso mundo del extrarradio madrileño Norte.

Hormon Wells

2 Comments:

Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

JAJAJAJAJAJAJAJAJA
¿Qué puedo decir?
Me meo de risa. Genial.

Javier

14 marzo, 2006 10:47  
Anonymous Anónimo said...

Muy políticamente incorrecto, señor mío. Qué insultos, qué lenguaje. Debería darle vergüenza reírse así de un político tan ilustre y tan preclaro como Slobo, a quien le están dedicados cuentos y canciones infantiles tan célebres como "Corre, que viene Slobo" y "Mis cinco slobitos serbios".

Gaitero

14 marzo, 2006 21:00  

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