viernes, mayo 12, 2006

El cuento de la cenicienta


Queridos amigos,

en primer lugar, muchas gracias a todos por vuestras llamadas, mails, sms, messenger, tam tam, paloma mensajera, señales de humo, silbos gomeros, cartas anónimas de amenaza, sujetadores volantes firmados y post en el blog (esto suena a grano en el culo. Si vas al médico y dices que te has hecho post en el blog, lo mismo cree que has perdido el control de esfínteres, con lo importante que es tener ese control en tu m-ano). Ha sido fantástico. Gracias de corazón.

Hoy iba a hablar, de nuevo, porque creo que ya alguna vez lo he hecho, de la gente sectaria. No por nadie en especial, pero María Teresa Fernández de la Vega es, probablemente, la miembro (perdonen mi ignorancia, pero no sé si el protocolo permite hablar de ella mencionando la palabra "miembro") del gobierno que más me ha defraudado. Cuando la nombraron, hasta me gustó, pero desde el baile del mzungu, esta mujer no levanta cabeza.

La última, el baile del palacio con Bachelet. Yo entiendo que esto es como lo de los derechos del simio, el disfraz de Mozambique y el Forun Filatélico: cortinas de humo para que no se hable del Estatut, ni del Tripartit, ni del Real Madrit (que no ha ganado este año ni a las chapas). Esto es un cebo para que se luzca la derechona con jaleos y poder llamar machista al tonto del Zaplana, que se cayó de la cuna de pequeño y, desde entonces, es así de lelo y no se despeine nunca. Como con lo del matrimonio homosexual.

La progresía sectaria esta anclada en la apariencia, porque se da cuenta de que el Muro de Berlín, en su caída, aplastó todas las ideologías del siglo XX. El comunismo y el socialismo han desaparecido, dejando a millones de personas en busca de un sentido a su pensamiento político. De ahí que exista gente como Llama-zares, un tipo con nombre de rey mago y una tremenda coincidencia entre su estatura política y su estatura física.

Aunque no lo tengo comprobado, he oído decir que Fernández de la Vega y yo coincidimos en nuestra inclinación sexual: los dos somos lesbianos y esto es algo que al sectario le mola, porque habla bien de él. Yo creo que ser lesbiano no debería quitar votos a nadie, pero me parece igualmente idiota que sume votos, porque tu inclinación sexual no dice mucho de tu capacidad política o de representación o de gestión. Sin embargo, ésta es la tendencia actual, absolutamente triste, lamentable, penoso.

Sin embargo, de la progresía sectaria lo que más me molesta es el doble rasero. Eso yo no puedo. Si a Mariano Rajoy se le ocurre organizar una comida sólo para hombres aprovechando la visita de, yo que sé, Toni Blair, se lía la de Dios. Lo hace Pergamino Nefertario de la Vega (que no hay diferencia, que es exactamente lo mismo) y está justificado. No. amigos. No lo está. Yo también quiero tener el honor de cenar con Michel Bachelet y no puedo. ¿Por qué? Porque nací con treinta centímetros de desventaja (y resten ustedes lo que consideren, a ojo, claro).

En el fondo, para De la Vega, esta cena ha sido como el baile del palacio. Ella es una princesa de una elegancia sutil y cultivada que convoca a las mozas casaderas de la corte para estrenar la ley del matrimonio homosexual, urgentísima norma donde las haya que ha cambiado España como si nos hubieran devuelto Perejil. Vamos, como el cuento de la Cenicienta, pero con dos huevos... Para hacer unas tortillas, digo.

X. Bea-Lesbos

1 Comments:

Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

Así me gusta!

Como sabes, yo soy partidario de cierta segregación, siempre que no se haga con dinero público, y por eso soy uno de los principales impulsores de la Sociedad Gastronómica del Macho-Machote, en la que algunos amigos nos reunimos con la intención de: jamar, beber vino bueno y hablar de fútbol y de mujeres de plástico. Luego pagamos de nuestro bolsillo a escote y volvemos como conejos con nuestras mujeres.

Siempre que me dicen que por qué no pueden ir mujeres a las cenas del Macho-Machote, aparte de por lo que es evidente, digo: autodefensa.
1.- No tienen pene unido al cuerpo de manera inextricable...
2.- Más de dos tías en el mismo sitio siempre generan tensión (siempre odian a la tercera).
3.- Que organicen ellas su propia sociedad gastronómica.

Pero ellas NO LO HACEN... ¿Por qué? Porque ellas quieren NUESTRA sociedad gastronómica.

Yo no lo entiendo, porque doscientas tías cenando en un salón se lo pasan fenomenal, sin hacer nada de lo que tú has dicho, Murga. Lo siento. Eso es ciencia ficción. Ellas a lo que se dedican, como dicen en el pueblo, es a "cortar trajes": Has visto la faldita que lleva esa; qué camisa más horrorosa se me ha puesto la Bachelet; mira a esa, ¿dónde se creerá que está?; ¡Huy qué vieja está maritereeeeee!; ¿y qué me dices de ese zorrón?... ¡Hola guapa! ¡Qué delgada estás! (Puta gorda), ¿de verdad lo crees? (Cínica hija de puta)... En fin, que aunque nosotros no seamos capaces de entenderlo, ELLAS NO NOS NECESITAN PARA PASARLO CAÑÓN.

Mejor, además.

Javier

12 mayo, 2006 10:38  

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