Viaje a Tailandia con esposas (3): ¡Agua!
Queridos amigos:
me parece una casualidad reseñable el hecho de que llegáramos a Tailandia, un país en el que el rey Rama IX es considerado un santo y, por tanto, sagrado y a salvo del sarcasmo (castigado con la cárcel), el mismo día de la república, el 14 de abril. Era nuestro primer viaje a Asia y estábamos muy avisados: todo es muy distinto, todo es chocante. Y, en parte, era verdad. Lo primero chocante con lo que nos topamos, a la salida del aeropuerto de Bangkok, en ese momento de excitación ante lo desconocido, fue el puñetazo de humedad que nos echó para atrás nada más asomar la cara a la calle. El agobiante calor húmedo nos abofeteó como el hedor del cadáver putrefacto del invierno. ¡Agua! Un bautismo de fuego en nuestra entrada a Asia con 35 grados y más de un noventa por ciento de humedad. No supe, en ese momento, si caminaba o buceaba, mientras, metamorfosis o adaptación, mi cuerpo mismo se deshacía en agua para camuflarse entre el aire líquido tailandés.
Agobiados por la atmósfera demasiado opresiva, al llegar al Hotel Davids, prácticamente lo primero que hicimos fue preguntar por la piscina. Nos dijeron que estaba en la planta novena, así que, una vez que terminamos el eterno papeleo del registro, firmamos, nos subimos a la habitación, arrancamos con ansia el bañador de la maleta y ¡agua! el niño y yo nos lanzamos como si aquello fuera un oasis y nosotros llevaramos una semana en el desierto. Hice una bomba, dado mi peso actual (raíz cúbica de 636.056 kilos) podríamos considerarla atómica, con la que provoqué un tsunami que desató maldiciones en mil idiomas: todos los guiris de alrededor de la piscina me apuñalaron con la mirada. ¡Qué sensación! ¡No se lo pueden ni imaginar! ¡Vaya puta sopa! Si veo una cuchara gigante, me acojono. La única piscina del mundo con vistas al Carrefour ("aholal es esto y en Caleful es posible") en la que, para refrescarse, había que salirse.
Bangkok estaba especialmente agitada a nuestra llegada. Es una ciudad muy populosa en la que flota un eterno olor a pollo fruto de la contaminación. Después de estar largo rato en la cazuela de la azotea, lo suficiente como para cocinar un cocidito madrileño como Dios manda, a fuego lento, plop plop plop, nos dimos nuestro primer paseo por la ciudad. Acertamos a llegar en el segundo día del Songkran, el año nuevo tailandés que les había metido de lleno en el año 2549, marcado por la fecha del nacimiento de Buda en 543 a.C. El Songkran dura tres días, del 13 al 15 de abril, y los tailandeses lo celebran, básicamente, ¡agua! tirándose agua los unos a los otros. Una juerga. Ves pandillas de chavales montados en rancheras con toneles de agua salpicando a todo el mundo, pero también ves adultos armados con metralletas de agua, turistas, camareras del hotel... La peña va por la calle con las ropas empapadas que, claro, luego se lamentan por la gripe aviar. Entre el olor a pollo y el Songkran, el mal allí es crónico.
El único lugar en el que, verdaderamente, tuvimos refresco fue en la ducha fría del hotel de Koh Lanta. Allí no había agua caliente, ni falta que hacía. ¿Para qué? Para eso ya estaba el mar de Andaman, plop plop plop. La noche de la boda, después de la juerga, a eso de las cinco y media de la mañana, con lengua de trapo me dijo mi cuñado Diego que era el momento de darse un baño en garbanzos mirando las estrellas. Convení con él en que, sin duda, era el remate perfecto y allá que nos fuimos, ¡agua! secundados por un sueco, un turco, un inglés, un holandés (no estoy seguro) y un par de españoles. Era como un chiste de concurso internacional, sólo que, con ciertos tíos, es mejor no concursar. Una sensación inolvidable, creanme. La situación daba para pensar en que si la ONU celebrara en estas condiciones sus asambleas generales, quizá los argumentos del África Subsahariana tendrían algo más de peso. En el caso concreto de algunos, y no miro a nadie, mucho más peso.
X.¡Agua!-Murguía
10 Comments:
¿Cómo vamos de Haikus?
Para participar en el concurso, hoy os respondo así:
De nuevo en Koh Lanta
nado sin pelotas
en el mar de Andaman.
(no se si vale, soy novatilla...)
Jajajajajajajajaja
Tumbado en el agua
estiro los brazos.
Señalo al cielo.
De momento, por mí, aunque sólo sea por valiente, tienes el premio.
Javier
JIIIIIIIIIiJIJIJIJIJI
Flotando como podías
creías estirar los brazos
con el culo en pompa
(Además dudo mucho que lo recuerdes)
Jajajajajajajajajajajaja
Profundo mar, orilla lejana.
Con la luna en el culo
me di con una roca.
Somos los Camela del blog
Besos
PIMPINELISMO:
Ni en sueco, ni en holandés ni en inglés
juraste en cateto
nada pasó
El aguilucho me llaman
por el largo de mis uñas.
Pero mi pie no toco la roca.
Se me va la bola mogollón...
Responde Pimpi....
ya hemos vuelto
casados y morenos,
pilas cargadas.
je je je, recuerdo que el dia siguiente, Charlotta (la sueca) suspiraba aliviada de que no se nos ocurriera bañarnos vestidos, preocupada por los pantalones de Peter... pues nada, que no sea por echarlos a perder!!!
Hombre, cuñaaaaaaao!
Yo, creo recordar, que me bañé con los pantalones puestos... ¿no?
Coño, que esto lo lee mi mujer... Y mi suegra.
Javier
Ésta se parece ser una discusión interesante, aunque muy difícilmente entender. Traduzca por favor al inglés. /The sueco
Jajajajajajajaja
You'll have your translation tomorrow in your email. It's fair as you're mentioned.
Cheers to Sweden
Javier
Publicar un comentario
<< Home