martes, mayo 09, 2006

La conspiración del Oraldine


Gángsters y rubias de gángsters:


Empiezo a considerar seriamente a aquellos que hablan de conspiraciones ocultas y que incluso llegan a mandar mensajes de tipo “hoax” a los buzones de correo electrónico.En este tipo de conspiraciones siempre hay un denominador común, dominar a la sociedad a través del miedo: a beber agua, a comer quesitos, a llevar prendas de algodón...el uso de estos bienes puede producir cáncer de ano, que me imagino que debe ser molesto,úlceras del tamaño de una bandeja o erupciones inginales con poblaciones de hongos y setas con los subsequentes inquilinos en régimen de propiedad horizontal: gnomos y trasgos.

Estoy prácticamente seguro de que hay algo de verdad en ello, por eso de “la verdad se encuentra en el justo medio”, incluso creo que por arte de birli y birloque comienzo a sospechar de una nueva conspiración, la conspiración del colutorio o la conspiración del Oraldine, que le da un punto más enigmático y marketiniano a la conspiración.

Yo les animo a fomentar la creencia de que el uso de colutorios produce comportamientos extraaños en la población debido a algunas sustancias que se filtran vía paladar hacia el cerebro. Los comportamientos más usuales son el llevar a los niños de paseo a los centros comerciales con carrito y todo preferiblemente los Sábados después de esa costumbre tan de primates primigenios: la siesta. Es un espectáculo realizar la compra en un Híper contemplando al Papichulo de turno que coloque el carro de la compra con el numerito de la moneda de los 50 céntimos, el carro del infante en el coche y sus innumerables gadgets.

Las substancias ocultas en la ingesta de colutorios dependiendo del status social y emocional del usuario llevan a comportamientos aún más inauditos, ¿nunca se han parado a pensar en por qué la gente hace colas de dos kilómetros para acceder a la salida 17 de la Carretera de Burgos en Sábado con el propósito último de acceder a una conocida marca de muebles?.

La respuesta es bien sencilla : el sujeto almuerza y con su posterior cepillado de dientes, intenta eliminar cualquier rastro de placa impidiendo la inflamación de encías y obteniendo un frescor en el aliento mediante ese colutorio de moda, , ignorando que pasados unos minutos desde el enjuague bucal , determinadas substancias atacarán a su cerebro y emitirá un “¡Vamos al Ikea, no?” o un “María quiero ir al Pryca a comprar unos DVD regrabales”.

La verdad está ahí fuera.

Hormon Wells

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Es verdad. Yo el otro día hice gárgaras con un colutorio y me entraron unas irresistibles ganas de ir a LM y comprarme una segueta. Tuve que reprimirlas con un doble desplegable de Catherine Zeta-Jones, que me produjo unos agradables efectos secundarios.

Gaitero

P. D. Va a ser del riego.

09 mayo, 2006 21:06  
Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

Joder! Yo uso colutorio de farmacia de estos que se llaman como un medicamento y que no se anuncian en la tele... Me lo dijo mi dentista que tiene cara de buena chica y me habla con acento argentino... Será sádica. Ahora entiendo lo de mi priapismo.

Javier

09 mayo, 2006 22:01  
Anonymous Anónimo said...

Eso también es del riego.

Gaitero

10 mayo, 2006 10:38  
Blogger Unknown said...

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curry 3
20170706

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