Sacudirse viejos complejos

Queridos amigos,

hace mucho que no les meto un rollo político porque me resisto, porque es aburrido, pero entiendan que no todo va a ser contarles aquí mi vida ni mis secretillos ni regodearme en mi nueva y muy noble condición de "contaminación acústica" y "agente favorecedor del cambio climático".

No. Ya vale.

Además, luego me echan la bronca.

El que se está poniendo jamón, que se ve que no hace la dieta del chucho, es el rey Mohamed Sexto. Cada vez se parece menos a su primo Camilo. Ten cuidado, Mohamed, que ya sabes lo que piensan los fundamentalistas del jamón y de la carne de cerdo, en general.

Quería darles mi opinión sobre el "colonialismo", a raíz del viaje de los Borbones a Ceuta y Melilla, esas dos ciudades que, vaya por delante, son indudablemente parte de España. Y como no quiero abundar en el tópico, ni en las razones que todos conocemos, menos una panda de progres desfasados e incoherentes que defienden con el mismo ímpetu la liberación del Sahara Occidental, me voy a limitar a argumentar que en tanto en cuanto Marruecos siga siendo una dictadura de mierda, y va para largo porque a nadie, ni a los propios marroquíes, le interesa una democracia en el principal bastión de contención del fundamentalismo islámico en el Magreb, la entrega de las ciudades españolas en África es innegociable.

O la entrega de las Islas Canarias, que va en el lote.

Paso de hablar de historia o de hacer el inevitable paralelismo con Gibraltar, que son dos asuntos que todo el mundo se empeña en comparar y no tienen nada que ver. Más de una vez he dicho aquí, y ahora lo repito, que personalmente me da igual que los ingleses se queden con Gibraltar. Me la pela, mayormente, el Tratado de Utrecht, pero me preocupa, y mucho, que España no pueda extraer el petróleo que, al parecer, se ha descubierto en Canarias porque Marruecos lo consideraría un "gesto no amistoso". Para Mohamed Sexto sería un gesto de buena vecindad que se lo regaláramos, como le regalamos a su padre los fosfatos del Sahara Occidental. Claro. Yo fui ayer a mi banco y le dije al director, que se llama como yo: "Javi, tronco, consideraría un gesto de buena voluntad por vuestra parte que me condonarais la hipoteca". Y como se me ha resistido con buenas palabras y me ha regalado un caramelito de publicidad, por si me conformara, le he apretado con razones históricas: "el hecho de que un banco sea el dueño de mi casa debe ser considerado una situación colonial y obsoleta".

No ha colado.

No me sorprende nada la reacción de ERC, con su líder José Luis Apeles Rovira y Joan Ridao, que hablan de colonialismo y ultranacionalismo español y de otras estupideces del mismo pelo, que es a lo que nos tienen acostumbrados, pero sí las de algunos periodistas, como Enric Juliana, que, pese a ser progresistas y no creer ni en las banderas ni en los países, dicen públicamente cosas como que España no está en África y que esa situación es décimonónica y colonial. No acaban de sacudirse de encima los viejos complejos: no es que España esté en África, amigos, es que España ES África, ¿y qué?

Además, ¿en qué manual de relaciones internacionales se dice que los límites de los continentes tienen que coincidir con las fronteras de los países? ¿Significa esto, acaso, que los turcos tienen que devolver Estambul? ¿Y a quién se lo devuelven? ¿A Bizancio?

ERC quiere hablar de colonialismo, por si colara un paralelismo con la Cataluña "ocupada", pero Ceuta y Melilla están muy lejos de Barcelona, donde, además, lo que importa hoy son asuntos con más Cercanías.

X. Bea-Murguía (el facha).