lunes, octubre 29, 2007

La Paff

Queridos amigos:

hace un par de semanas que tengo la intención de recomendarles un libro, para que no todo en este blog sean gilipolleces. Sin embargo hoy no va a ser el día. No iba a serlo, de ninguna manera, porque resulta que hoy hace 41 años que mis padres se casaron. Tiene mérito, ¿verdad? Felicidades Luis, Begoña y muchos años más. ¡41 años! ¡Tela! Felicítenles, coño, no se corten. Y denle ánimos a mi madre, además, que se ha roto el hombro la pobre mujer practicando endurance y salto de gato hidráulico. O, más bien, NO salto de gato de hidráulico.

La vida es extrañamente circular (y un poco transparente, pero al estilo de Bergson, ¿no les parece?). Muy a mi pesar, como lo leen, hoy me he acordado de las bodas de plata de mis padres, que celebramos con el incomparable decorado de fondo del edificio de traumatología del hospital La Paz porque a mi hermano Luis le dio por quedarse tetrapléjico. De esa celebración familiar, probablemente más sincera y cálida que si hubiera habido reboda y rebanquete, recuerdo sobre todo la amargura disimulada entre forzados ánimos. Estábamos todos bien jodidos, sobre todo Luis, claro, al que los médicos le había practicado un agujero en cada sien con un taladro de forma que pudieran colocarle una polea y colgarle de la chola unos cuantos kilos para desencajarle las cervicales que se le habían empotrado unas en otras como en una colisión múltiple de autopista de dibujos animados. Con la cabeza que tiene mi hermano, se pueden imaginar, anduvieron como locos buscando pesas de entre 30 y 40 kilos (¡somos de Bilbao o de dónde somos, Lutxo!). Si hubiera podido mover el cuello, Luis habría imitado a Frankenstein cultivando el esternocleidomastoideo en un gimnasio.

Hoy, fumándome mi último Lucky bajo la ventana donde celebramos aquellas bodas de plata, lo he recordado todo. Ya ven. ¿Es bergsoniano o no? ¿Por qué cojones en La Paz no hay un puto sitio donde comprar tabaco? Mis padres nos regalaron una cruz de oro a cada hermano con la inscripción "Begoña-Luis 29 X 91". Llevo su fe colgada del cuello desde entonces. Después se produjo el milagro del diagnóstico erróneo (o quizá fuera antes, no lo sé). Mi padre le hizo cosquillas en los pies y Luis dijo que lo había notado. Habría dado yo mis dos piernas por ver sus caras en ese instante. Mi hermano ha vuelto a andar... Al fútbol, juega como Julio Pamplinas, pero camina, curra, hace una vida normal (si acaso a practicar la abogacía en Bilbao se le puede llamar hacer una vida normal), tiene una hija preciosa (mi sobrina Paula). Nos damos con un canto en los dientes: no había sección de médula, aunque, al principio, sí se la diagnosticaran. De todas formas, unos meses paralizado de cuello para abajo y haciéndote a la idea de que te vas a quedar para siempre postrado en la cama es un trago que mi hermano se comió él solito. Es fuerte el tío: no le dio ni medio argumento a Amenábar para otro bodrio.

Fui un poco cobardica en todo este asunto. Lo reconozco. Soy fácilmente impresionable. Te quiero, Luis.

¿Qué hacía yo en La Paz ayer fumándome un Lucky? Pues que mi mujer, Beatriz, embarazada como está de 31 semanas, estuvo ayer en IFEMA todo el día supuestamente currando, pero yo creo que anduvo montando en el toro mecánico, porque se fue de piños al suelo y la tuvieron que llevar en ambulancia a La Paz (La Paff) con el brazo derecho colgando inerte como si sólo fuera un pellejo sin relleno. Una preciosa luxación de codo que, en la víspera del aniversario de boda de mis padres, me ha llevado a traumatología de La Paz a sentir empatía por su gesto dolorido (no puede tomar calmantes), por la media hora larga regada de gemidos sordos que nos han tenido esperando de pie hasta que una celadora se ha apiadado de ella, por el grito inhumano que ha salido de la consulta 2 como la onda expansiva del dolor cuando le han puesto el brazo en su sitio. Se me han saltado las lágrimas.

Estamos bien todos. Inundados de recuerdos, pero bien. A Ana, mi hija por llegar, no le ha pasado nada. Es más, parece que tenía ganas de cachondeo. Ahora estoy hecho polvo, reflexionando sobre si debemos o no demandar a la ginecóloga por incompetente: nadie nos había dicho que las embarazadas no pueden montar en el toro mecánico.

Un putadón de narices. Riámosnos.

X. Bea-Murguía (¡qué cuento tienen las embarazadas, coño!).

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7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola Javier,

no me conoces de nada pero desde que descubrí este blog (por casualidad) lo leo a diario.

Me alegro de que Beatriz y Ana estén bien y siento mucho el susto que os habréis dado...

Ánimo (especialmente para ella)

29 octubre, 2007 14:47  
Anonymous Anónimo said...

Vamos a dejar las cosas claras. Es cierto que el accidente fue un claro punto de inflexión en la vida de tu hermano.... de hecho, después del accidente, ligó con el pibón de cuñada que tienes.... algo que JAMAS se le habría pasado por la cabeza antes.....
Pero por lo del futbol no paso..... su manera de jugar apenas ha cambiado nada antes y después del accidente.... los hay que tenemos el alma (que no el cuerpo) de gran jugador, y luego está tu hermano Luis.... ;-)

¡¡ LUIS !! Un abrazote para tí, y un besazo para tu mujer y tu hija.

Bea-Murguía, dale un besote a tu esposa de mi parte.... me alegro que no hay sido nada.... :-D

29 octubre, 2007 15:19  
Anonymous Anónimo said...

Bonito nombre, como mi hermana, besitos a tus padres y hermanos. Y uno especial para vosotros cuatro

29 octubre, 2007 18:48  
Anonymous Anónimo said...

¡¡ Muchas Felicidades a Luis y Begoña !! y me alegro que lo de Bea no sea nada, ya la daré un tirón de orejas cuando la vea, por daros esos sustos a Ana, a Rodrigo y a tí.
Un abrazo a todos, ya tenía ganas de volver a engancharme a tu blog, que lo tenía muy descuidado.

Gunter Prien.

29 octubre, 2007 18:54  
Anonymous Anónimo said...

Muchas gracias anónimo. Tiene mérito lo tuyo, y te lo agradezco doblemente. Al fin y al cabo, a mis familiares y amigos no les queda otra que aguantar mi rollo: luego les hago examen.

Le transmito tus ánimos. Verdaderamente, los necesita.

Juan no seas cruel. Antes del accidente, mi hermano era el Pelé Bananas de la banda.Un crac. Ahora es un catacrac, es cierto.

Le doy ese beso a Bea de tu parte (a ver si así le cuelo uno... Nooo, que es de parte de Juan... ¡Ah, bueno! Si es de parte de Juan...).

Bonito nombre el de tu hermana, Anónimo. Otro beso para ti.

¡Hombre! ¡Gunter Prien! ¿Dónde andabas? A ver si nos vemos. ¿Vas para los Santos? Lo digo para que le des el tirón de orejas in person. Un abrazo

Javier

29 octubre, 2007 21:40  
Anonymous Anónimo said...

Bueno... vamos por partes.

Tantas declaraciones de cariño de golpe me abruman... y aunque la entrada de hoy da para la reflexión profunda sobre los giros que da la vida, la superioridad de lo piscológico/espiritual sobre lo físico, la importancia de los amigos en los momentos duros, la eutanasia y temas aún más hondos... la verdad es que ha sido un día liao y no tengo ganas, así que sólo hablaré de fútbol.

¡Ya le gustaría a Julio Pamplinas tener mi olfato de gol!

Y como decía Forest Gump "y no tengo nada más que decir de este tema..."

Dale otro beso a Bea.

Besos, Luis

29 octubre, 2007 22:16  
Anonymous Anónimo said...

¡Qué dices PAMPLINAS!

Andrés Montes

30 octubre, 2007 06:28  

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