De profundis
Queridos amigos,
les voy a contar una cosa que el otro día me hizo mucha gracia. Estaba haciendo esfuerzos por terminar de leer la decepcionante “La elegancia del erizo”, con su previsible final, que es el de todos los que no saben cómo acabar. Lo que Iñaki de la Torre denominaría “producciones El Machete”.
Sólo diré que un tío que tiene un mecanismo en la cadena del wáter que, cuando se acciona el botón que arrastra la miseria humana, hace sonar el "Confutatis" del Requiem de Mozart es un alegórico hortera, por muy japonés que sea. No me jodas.
“Confutatis maledictis flammis acribus addictis voca me cum benedictis”
Es decir, más o menos, no literalmente:
“Arrojados los condenados a la terribles llamas, elígeme entre los benditos”.
Apropiado, ¿verdad? ¿No les viene a la cabeza la imagen de una hez con dos bracitos marrones y cortos elevados al cielo, clamando, mientras es, inevitablemente, arrastrada por el remolino de la descarga? Si, precisamente, una de las cosas que más fastidia tras la deposición es que la cadena indulte parte de lo depuesto. Te da qué pensar, ¿qué tendrá este sádico en el dormitorio? ¿Un ejemplar de “De profundis” de Wilde?
Una pena.
Con todo, a lo que venía hoy, que me hizo gracia, es que estaba viendo la televisión al mismo tiempo (sí, yo, a veces, soy capaz). El programa hablaba de buceo y se llamaba “Última frontera”… “¡Última frontera!”… que suena un poco al estilo de “Al filo de lo imposible”, como si estuviera dedicado a proezas que van más allá de lo deportivo o de lo recreativo: ¡Escalar el Nanga! ¡Rodear el Erebus y el Terror en pleno invierno antártico para recoger un huevo de pingüino emperador! ¡Hacer una tortilla de patata SIN cebolla como Dios manda!
No sé. Estas cosas que sí llevan al ser humano a la última frontera, que no es el techo más alto, ni la sima más profunda, si no uno mismo y ese paso que va más allá del propio límite.
Lo gracioso fue que hablaron de buceo en Fuerteventura…
-- ¡Coño! –dijimos Bea y yo. Claro, claro. Allí hemos buceado nosotros.
… del Club de Buceo Aldiana y Tony Mayer…
-- ¡Cojones! –dijimos Bea y yo (más bien yo porque mi mujer no dice tacos nunca, que es de un colegio bueno). Con Aldiana y con Tony hemos buceado nosotros.
…y de un punto de buceo: el Berril de Jandía.
Entonces, yo me empecé a descojonar porque en esa “Última frontera”, de, digamos, 20 metros de profundidad, hemos buceado mi señora y yo… ¡Y DE NOCHE! Con dos cojones. El sitio es muy bonito, vimos angelotes, chuchos, una raya enorme, barracudas… Todo lo que salió en el reportaje y de noche más, mucho más. De noche es sencillamente espectacular.
Cierto, pero… En fin… Tanto como “Última frontera”… No sé yo si me atrevería. Quizá si hubiera estado viendo el programa con unos amigotes y con unas periquitas, habría hinchado el pecho antes de decir, con un tono de voz un poco John Wayne:
-- Chicos, chicas, en esa “Última frontera” yo he movido las aletas.
les voy a contar una cosa que el otro día me hizo mucha gracia. Estaba haciendo esfuerzos por terminar de leer la decepcionante “La elegancia del erizo”, con su previsible final, que es el de todos los que no saben cómo acabar. Lo que Iñaki de la Torre denominaría “producciones El Machete”.
Sólo diré que un tío que tiene un mecanismo en la cadena del wáter que, cuando se acciona el botón que arrastra la miseria humana, hace sonar el "Confutatis" del Requiem de Mozart es un alegórico hortera, por muy japonés que sea. No me jodas.
“Confutatis maledictis flammis acribus addictis voca me cum benedictis”
Es decir, más o menos, no literalmente:
“Arrojados los condenados a la terribles llamas, elígeme entre los benditos”.
Apropiado, ¿verdad? ¿No les viene a la cabeza la imagen de una hez con dos bracitos marrones y cortos elevados al cielo, clamando, mientras es, inevitablemente, arrastrada por el remolino de la descarga? Si, precisamente, una de las cosas que más fastidia tras la deposición es que la cadena indulte parte de lo depuesto. Te da qué pensar, ¿qué tendrá este sádico en el dormitorio? ¿Un ejemplar de “De profundis” de Wilde?
Una pena.
Con todo, a lo que venía hoy, que me hizo gracia, es que estaba viendo la televisión al mismo tiempo (sí, yo, a veces, soy capaz). El programa hablaba de buceo y se llamaba “Última frontera”… “¡Última frontera!”… que suena un poco al estilo de “Al filo de lo imposible”, como si estuviera dedicado a proezas que van más allá de lo deportivo o de lo recreativo: ¡Escalar el Nanga! ¡Rodear el Erebus y el Terror en pleno invierno antártico para recoger un huevo de pingüino emperador! ¡Hacer una tortilla de patata SIN cebolla como Dios manda!
No sé. Estas cosas que sí llevan al ser humano a la última frontera, que no es el techo más alto, ni la sima más profunda, si no uno mismo y ese paso que va más allá del propio límite.
Lo gracioso fue que hablaron de buceo en Fuerteventura…
-- ¡Coño! –dijimos Bea y yo. Claro, claro. Allí hemos buceado nosotros.
… del Club de Buceo Aldiana y Tony Mayer…
-- ¡Cojones! –dijimos Bea y yo (más bien yo porque mi mujer no dice tacos nunca, que es de un colegio bueno). Con Aldiana y con Tony hemos buceado nosotros.
…y de un punto de buceo: el Berril de Jandía.
Entonces, yo me empecé a descojonar porque en esa “Última frontera”, de, digamos, 20 metros de profundidad, hemos buceado mi señora y yo… ¡Y DE NOCHE! Con dos cojones. El sitio es muy bonito, vimos angelotes, chuchos, una raya enorme, barracudas… Todo lo que salió en el reportaje y de noche más, mucho más. De noche es sencillamente espectacular.
Cierto, pero… En fin… Tanto como “Última frontera”… No sé yo si me atrevería. Quizá si hubiera estado viendo el programa con unos amigotes y con unas periquitas, habría hinchado el pecho antes de decir, con un tono de voz un poco John Wayne:
-- Chicos, chicas, en esa “Última frontera” yo he movido las aletas.
Aquí mi señora, moviendo con mucho estilo sus aletas en la Última Frontera.
Me pregunto cuál es tu última frontera. Cuándo y por qué has ido más allá de ti mismo.
X. Bea-Murguía (y fin de la anécdota. No hay más)
3 Comments:
Buena (¡y difícil!) pregunta.
Yo estoy cruzando una "última frontera" a diario desde que nació mi hija. Y a partir de mayo, que venga el segundo, ya promete ser el cruce definitivo de fronteras, rubicones y grandes murallas.
Y estoy cagado.
Bueno, luego tampoco es para tanto. Cosa de acostumbrarse. Lo que pasa es que tu hija es aún pequeña.
Ya verás que no es tanto.
Javier
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