lunes, octubre 26, 2009

La muerte de Bob Esponja

Queridos amigos,

sí, ¿qué pasa?, al final todos estamos aferrados a nuestros atavismos porque nos sentimos mucho más seguros con ellos. Este fin de semana, he tenido la oportunidad de llevar a cabo una severa reflexión sobre la trayectoria de este blog, que va a hacer cuatro años, y sobre su paupérrima calidad. Puede ser que haya sido, yo no digo que no, porque he estado al cargo de mis hijos y eso, quieras que no, causa que las reflexiones severas no duren más de cinco segundos (y se suelen suceder a latigazos mientras uno respira hondo en la cocina, entre el "Rodrigo haz los deberes" y el "Ana, las escaleras, no").

La conclusión, no obstante, "Rodrigo, macho, termina de cenar ya", es que desde septiembre, después del megadescanso de este año, es innegable que hemos dado un paso más allá de lo paupérrimo hasta lo misérrimo. ¿Y qué es peor? ¿Paupérrimo o misérrimo? Pues ni putaidérrima, bastante que en cinco segundos he sido capaz de poner esas dos palabras en una misma frase. "Ana, ¿qué comes? ¿Qué es eso? ¿De dónde ha salido? ¡Escupe, escupe!".

No es una broma. Yo no sé por qué, pero hace mucho, mucho tiempo que las entradas no salen como debieran. Mi Montse no se me ríe igual en la oficina. "¡RODRIGO SAL DE LA DUCHA YA!". A ratos pienso que es la falta de tabaco, pero lo encuentro una excusa de ex fumador demasiado fácil, demasiado Terenci Moix, y no me vale, aunque ahora mismo me fumaba yo un cigarrito que me quedaba tan a gusto. A ratos, sencillamente, pienso que llevo dos meses demasiado ocupado, demasiado estresado, como para poder escribir algo mínimamente digno. "Ana, por favor, anda tú solita". Estas cosas luego pasan factura. Miren mi Julián, que ha hecho un picado en Google Earth y le ha dado un infarto (léase con tono nasal y acento murciano: "Montse, bonita, toma un boli y ríete un poco").

Quizá tenga que volver, como he hecho, a viejas fórmulas epistolares y sólo ese es el fallo.Estoy diciéndolo completamente en serio. No se crean que esta es una entrada para forzarles a hacer comentarios laudatorios. En absoluto. Soy consciente de lo que digo. He de reflexionar más sobre ello, pero, el resumen, después de todo este rollo, es que he de darle un repaso a la calidad del blog porque no me satisface.

He de hacer una reflexión más severa. Más profunda. Y la voy a hacer, decididamente, en Cozumel, a unos veinte metros de profundidad, donde espero encontrarme con Bob Esponja para aplastarlo con toda mi mala hostia con la aleta.

Muchos de ustedes no lo saben, pero muy probablemente, en el momento en que ustedes lean esto, yo ya estaré... Sí. Lo estaré, lo estaré. Estaré tomando una cerveza en un chiringuito espectacular dentro de una piscina intentando olvidarme de Bob Esponja. Estaré en Playa del Carmen, México. Lo siento, amigos.

Estas horas previas a coger un avión son también de mucho recogimiento. Yo me he acordado estos días de mi amigo Jesús Llano, a quien siempre tengo en mente, y del día en que nos fuimos a Managua. Lo he contado hace poco, pero es lo mismo. Estábamos en la T4 charlando sobre lo que fuera, cuando, de pronto, sacó dos palillos redondos del bolsillo de su camisa y me dijo:

-- Yo siempre que voy a Sudamérica me llevo dos palillos.
-- ¿Para qué? ¿Para hacer fuego en caso de perderte en la selva?
-- No, por si hay boquerones en vinagre. Toma. Uno pa'ti y otro pa'mí.

Pues yo me llevo los dos palillos (porque me parece uno de los mejores consejos que me han dado en la vida) y, por si acaso, para una emergencia de vida o muerte, también me llevo también esto.



Que uno ha viajado y no es la primera vez que me ponen cara de "Peroquédiceestetío" cuando pido aceitunas con las cerveza. ¡JA! Pues no me vuelve a pasar. Sí, sí. Llámenme paleto, pero miren, miren lo que se lleva mi mujer.



No me lo voy a tomar como algo personal, no se crean.

Si a mi mujer le hicieran en la calle la típica entrevista absurda (para un programa presentado por un tonto del haba que se cree gracioso) "si usted se fuera al Caribe, ¿qué se llevará consigo? ¿Dos packs de seis latas de aceitunas (rellenas de anchoa) o un repelente de mosquitos?", ella contestaría que el puto Relec. Típica situación. ¿A quién no le ha pasado esto alguna vez?

¡JA! Y se ríe de mí ahora. Me dice que dónde cojones me creo que voy (es curioso, porque, aunque con otro tono, es el mismo giro que emplea para mostrar desacuerdo con el atuendo elegido para ir a trabajar por las mañanas). ¡JA! Ya me pedirás aceitunas cuando estemos allí, ya. Ya me darás la razón, ya, y yo me pensaré si darte una o no.

No vuelvo hasta el día 3 de noviembre, aunque les dejo un serial estos días, a ver qué les parece. Espero, entonces, tener una respuesta para la falta de calidad del blog.

Hasta entonces. Besos a todos.

Javier

Por cierto que Bob Esponja, no me digan que no, es clavado a Leire Pajín. Fíjense bien. Ambos con los dientecines separados, ambos con la misma expresión jovial, ambos con la misma mirada penetrante que se diría que andan siempre un paso por delante de los demás... ¿Vivirá Leire en una piña debajo del mar? ¿Su cuerpo amarillo absorberá sin más?

2 Comments:

Anonymous Íbero said...

Pásenlo ustedes bien en su retiro espitirual regado con caipiriñas. Ya lo decía San Francisco: "Con zumos y sin alcohol, que con el vino de la misa voy bien servido".

Y sobre la calidad del blog... es una broma, ¿no? A mi tus entradas postvacaciones me siguen gustando tanto como las anteriores.

Pero claro, yo te jaleo, te plancho la ropa y te doy los masajes en la espalda mientras preparas el siguiente asalto.

Vamos, que sigo queriendo publicarte un libro con tus entradas prologado por Álvaro, Anónimo y el Frutero.

26 octubre, 2009 12:36  
Anonymous Anónimo said...

¿Había o no había aceitunas? Habia, había y picaban.

¿Había o no había mosquitos?
Había muchos y muy gordos.

¿Quién se va a poner un esparadrapo por bocazas?

Besos de tu mujercita, esa que prefiere llevar el relec a las aceitunas y con razón, melón.

05 noviembre, 2009 11:54  

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