Dirección General de Atracos
Queridos amigos,
¿se ha fijado ustedes que en los anuncios de relojes las manecillas siempre marcan las diez y diez? ¿Saben por qué? Pues porque es una hora simpática, no como las ocho y veinte. Confieso que anoche me acosté a esa hora tan simpática y ahora estoy hasta de buen humor.
Quizá por eso me resisto a dedicar hoy la entrada, queridos hermanos y hermanas de la congregación, a la DGT, porque se me sube la mala leche al peritoneo y me convierto en el Jiménez Losdemonios del blog. Y eso, nunca. Además, yo tengo todos mis frenillos en regla.
En Madrid, en demasiadas ocasiones, no tenemos tiempo para hacer esto que les voy a proponer. Circulamos de manera demasiado atropellada de un lado a otro como si esa prisa nerviosa nos fuera a ayudar a llegar antes, pero para este ejercicio no necesitan más que pararse cinco minutos en una esquina de cualquier calle principal de su ciudad a una hora que haya tráfico. Pero, párense que, si no, pisarán una mierda de perro.
La primera vez que me fijé en esta circunstancia que quiero reseñar, estaba yo en la calle Hermanos Becquer esquina con Serrano a eso de las diez de la mañana de un martes cargando tintas contra la DGT y la policía municipal de Madrid y me picó la curiosidad. Como disponía de ese poquito de tiempo, mientras esperaba, se me ocurrió contar cuántos capullos al volante pasaban hablando por el teléfono móvil: me quedé impresionado. ¡TODO DIOS! Fíjense y verán que, además, se hace sin ningún disimulo. Después piensen si ustedes mismos usan su móvil mientras conducen. Conozco poca gente que declare no hacerlo. Yo mismo aprovecho muchas veces un trayecto en coche para rematar gestiones que me quedan pendientes, en ese afán absurdo de aprovechar el tiempo al máximo.
Ahora que levante la mano quien NO sepa que eso está prohibido. Sin excusas. No me vale que si el sinmanos, que si yo no me toco el cirulo con la otra, que si la abuela fuma... Es abrumador de qué manera nos justificamos cuando no queremos reconocer que transgredimos la ley constantemente. Y ahora que levante la mano quien NO sepa que hablar por el móvil mientras se conduce es peligroso...
Muy bien: entonces, ¿por qué la DGT se gasta un pastón en una campaña mediática para contar a todo el mundo que las llamadas pueden costar vidas? ¡Es alucinante! ¡Si eso lo sabemos todos! Además, usa los mismos argumentos absurdos de siempre, con exageraciones y deformaciones increíbles de la realidad. A la gente hay que hablarle en términos creíbles y reales para que se vea a sí envuelta en tan luctuosas circunstancias. Todos tendemos a pensar que esas cosas siempre les suceden a los demás.
Andan tan faltos de imaginación para combatir esta situación de hecho, que sólo se les ocurre multar (por supuesto), y no poco ni cantidades pequeñas, y adornar los paneles informativos de las autopistas con carteles luminosos y sentencias hirientes, pero demostradamente ineficaces, como "Las llamadas pueden matar"... Analicemos la frase: voy en mi huevo gris por la de Colmenar cantando cambalache con Julio Sosa, el Varón del Tango; voy con mi precaución de querido conductor, porque el clásico capullo me cierra por la derecha en cuanto ve que pongo el intermitente mientras un bastardo me echa las luces porque me quiere pasar aunque sea por encima. Paso por debajo del luminoso y leo "Las llamadas cuestan vidas" y pienso: "Vidas no lo sé, pero pasta cuestan... Por cierto, no he llamado hoy a mi madre". Y, claro, la llamo. Llevamos años leyendo esta chorrada en los paquetes de tabaco y la gente sigue fumando. Apréndanlo: ES INEFICAZ.
La DGT es la Dirección General de Atracos. Ellos saben contar: cuentan dinero, cuentan multas, cuentan muertos, cuentan heridos. Pero no saben comunicar.
Un policía municipal en una esquina de Madrid ganaría poniendo multas por este motivo más que una lumi de lujo en una noche triunfal. No quiero dar ideas, pero le redondearía el presupuesto a Ruín Gallardín, ese alcalde a las ocho y veinte que tiene un gracejo de cachondo mental que ni el "Orlando furioso" de Ariosto.
Sería bueno que las autoridades se dieran cuenta de que, cuando las situaciones son de hecho, sólo el afán recaudatorio puede mover normas que vayan contra una costumbre instalada. Poner remedio significa, entonces, fomentar medios seguros de hablar por el móvil y conducir, investigar y hacer que lleguen a todos. Parece que sí existen, pero, claro, son caros y el I+D+i lo pagan las empresas. Además es mucho más oneroso para las arcas públicas, multar y echar la bronca al conductor. Ya lo dice el anuncio: "No podemos conducir por tí" o, lo que es lo mismo, "Si se la pega es sólo por su culpa" (¡Mentira!), pero no se preocupe que la DGT le va a salvar a usted la vida: son diez mil.
La ineficacia de la DGT sí que cuesta vidas, pero como es culpa del conductor, ni Dios dimite... (Ya empiezo a tgansfogmarme. Tgato de contgolag mi iga y mi gabia. Fuega, fuega de mí. ¡Maldito Jiménez Losantos!)
Yo propongo que cambien en los luminosos la "ll" por una "m", para que los que vayan conduciendo enfurruñados con su señor/señora se acuerden, a su paso junto al cartel, de que hay una vida mucho más alegre, otra forma de expulsar los demonios, de enfocar la mañana, otra manera de enfrentarse cara a cara con el hijoputa de su jefe.
Y este es el ejercicio que quería proponerles hoy: que les hagan unas jaculatorias. Lo de contar capullos es aburrido y agotador, porque los capullos son incontables.
X. Bea-Murguía (un verdadero capullo)
2 Comments:
Aquí estoy. Preparado para la guerra.
La DGT tiene objetivos, que es recaudar y bajar los muertos, en ese orden. Os puedo asegurar que han implantado productividad a su gente ¿basado en qué? Si bajan los muertos, cosa que todos queremos, no hará falta subir los recursos (si lo que hacemos con lo que tenemos funciona, ¿para qué gastar más?). Y si no tienen más recursos ¿cómo van a cobrar más los funcionarios? Curioso.
Por otro lado, esta nueva DGT está descojonando todo lo anterior. Se han ido, y se están yendo, todos los subdirectores generales, cubiertos por gente de la órbita del director (catalanes para más inri), como es Seguridad Vial, Divulgación, normativa... vamos, las patas de la DGT. Se rompe un trabajo de muy buenos profesionales, como Estrella Rivera, Enriqueta Cepeda, o Jesús Díez de Ulzurrun. A cambio qué tenemos: endurecimiento normativo (véase móvil); nuevas leyes (carné por puntos); más radares; Código Penal (en proyecto) y otras lindezas, que ya comentaremos. Esto funciona a corto plazo, pero ¿qué pasa con la Educación Vial? Nada, no importa que los chavales con vespino vayan sin casco o se pongan hasta el culo de alcohol. Total, los padres son los responsables subsidiarios, y ellos sin saberlo. Es más, no hace falta autorización paterna para comprarse un ciclomotor, pero como atropelle el retoño a alguien, y encima este mamado, a los padres les arruínan...
Bueno, me dejo las incongruencias del reglamento para otra ocasión, y os juro que no tienen desperdicio. Aquí va un adelanto: es obligatorio ponerse un chaleco cuando abandonamos el coche en carretera por una parada de emergencia, pero no es obligatorio llevarlo en el coche... Acojonante.
Gaitero, aquí te espero, con mi gracia y mi salero, para ofrecerte con esmero mi sapiencia de torero.
El Frutero
Frutero, tronco, con una ataque así a mí me has dejado jaque mate en dos que ni la defensa siciliana mafaldera (¡MASCALZONE!).
Mi pregunta siempre es la misma, a ver si tú, que pareces versado ;), me la puedes responder:
1.- El permiso de conducir es una licencia administrativa del Estado. Todo el que la obtiene acepta de manera tácita las normas de dicha licencia.
2.- Según la DGT, la gente se piña sólo porque se salta las normas: alcohol, velocidad, imprudencias, distracciones, móviles...
3.- Si usted tiene una licencia administrativa y se salta las normas, lo que hay que hacer no es multar, sino retirar la licencia. Pero sin multas. Se retira la licencia y se da opción a volver a sacarla.
¿Por qué no se hace esto? A la mayor parte de la gente eso sí que le acojona y es mucho más justo. ¿O no?
Es como el carnet este por puntos que se ha inventado algún tipo ciertamente capullo, pero sin multas.
Las multas son lo más injusto del mundo. Al niño bien que va hasta el culo, 600 euros se la pelan. A mí, me destrozarían el presupuesto. El castigo para mí es severo. Para el pijín, nada.
Responde, majete.
Javier
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