martes, marzo 21, 2006

Recuerdos de su prima


Queridos amigos,

llegada esta fecha me acuerdo siempre de un profesor mío de la carrera, que impartía Bibliteconomía y Documentación, de apellido Sagredo (no sé si es que el nombre de pila es un legajo perdido en los archivos de mi memoria o que realmente nunca lo supe, porque nunca me importó). De sus clases, sin embargo, todo poso intelectual que conservo se halla en el cajón de la "O", donde una sola carpeta vacía responde a la entrada Otlet, Paul, alguien que debió de ser el Saussure, Ferdinand de, el Einstein, Albert, el Gardel, Carlos, o el Landa, Alfredo, del sagrado... Del divino... Del exquisito arte y oficio de archivero. Un verdadero ratón de biblioteca, un biblioplasta insufrible.

Un día como hoy, hace ahora once años justos, llegué a clase de Bibliotecodormía el primero, como acostumbraba y no precisamente por entusiasmo. A veces me daba pena el pobre hombre porque realmente, aunque él se esforzaba, nunca conseguía un aforo superior a seis o siete personas. Era triste como los churretes de tinte que le pintaban la frente como si se hubiera puesto una corona de espinas y se estuviera desangrando de orgullo.

Al entrar en clase, me lo encontré de frente y me dijo:

-- "Recuerdos de tu prima", luciendo marfiles doblemente falsos, porque eran de palo y porque le jugaban en clase malas pasadas a lo Alipio, un borracho de pueblo que en plena apoteosis alcohólica se ponía en el centro del frontón a hacer malavares con la dentadura postiza.

-- "Gracias", le dije con naturalidad. Mi prima Mónica me había precedido en la carrera y había sido alumna suya el año anterior por lo que, aunque me parecía difícil que se la hubiera encontrado esa mañana, no era del todo inverosímil. Supongo que iba acarajado, dispuesto a echarme la siesta en clase, en ese estado mental en que aceptas cualquier cosa, sobre todo, porque te resbala. Sin embargo, noté que el buen hombre se quedó cortado.

Un largo silencio después, sólo roto por un leve crujido, que atribuí a su manera orate de mover los ojos en círculo y a derecha e izquierda, y por el rítmico e impaciente golpeteo en la mesa con las yemas de los dedos, tics ambos que metamorfoseaban a Sagredo en el mismísimo muñegote de Ronald Reagan de los "Spitting Image", entró otro alumno y el documentalista volvió al ataque:

-- "Recuerdos de tu prima", le dijo.
-- "¿De mi prima?", respondió el alumno.
-- "De tu prima... Vera", remató Sagredo sujetándose la valla como Alipio y riéndose a úvula vista.

Era 21 de marzo. Primer día de primavera. Once años han pasado y tengo este capítulo archivado en la "I" de imborrable. (Esto no es mío, aclaro, sino de Rafa Reig en "Sangre a borbotones", de quien lo tomo prestado).

Mi compañero y yo cruzamos una mirada atónita, perpleja, desazonada... Yo me di cuenta de que, para más inri, había quedado como un borde con el pobre Sagredo, que se habría pasado horas pensando en la gracia, ensayándola mentalmente, adelantándose a la respuesta del primero que entrara en clase, que, según su estrategia, debía haber dicho: "¿De qué prima?" y no "Gracias". A buen seguro que el hombre ni siquiera recordaba que había sido profesor de mi prima Mónica el año anterior, porque ese alemán que las vuelve locas ya había devorado, como un virus informático, su carpeta de la "M".

Al final del año, Sagredo me puso un notable. Teniendo en cuenta que de toda la materia sólo recuerdo el nombre vacío de contenido de Paul Otlet, a quien he puesto cara hoy buscando su foto en Google (y, por cierto, menudo rostro de ser el alma de la fiesta, si parece mismamente que les están hurgando en los cajones... los del archivo), he de confesarles a ustedes que obtuve tan alta calificación porque siempre fui un pelota redomado.

Así que hoy es primavera, por fin, y ahora empieza lo bueno: el calorcito, las gafas de sol, los accidentes de coche por mirar donde no se debe... Hoy es ya primavera y, dentro del espíritu transgresor que quise explicar hace un par de días, en la entrada Transgresión, entra, ¿cómo no?, que uno hace este ejercicio de nudismo interior cada mañana a sabiendas de que entre las aficionadas al blog se encuentra Pilar, mi suegra, que hoy, el día que nacieron todas las flores, cumple años... No diré cuántos, pero hay gente que parece que se queda estancada en los dieciocho. Muchas felicidades, Pilar.

X.Paul-Otlet

PDT: Recuerdos a todos de parte de su prima.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Pues menudo día primaveral, aquí está todo más nublado...

Mi madre no se si tendrá mucho tiempo de leerte hoy, tenía reunión en otro centro y creo que con lo que tiene que atravesar de obras por Madrid va a echar la mañana entera. De todas formas luego le digo que trate de leerte.

¡FELICIDADES MAMÁ!

¡Qué recuerdos! ¿Qué habrá sido de Sagredo? ¿Seguirá utilizando el mismo sistema de sellos de Hello Kitty para marcar las hojas de los exámenes y evitar los cambiazos? De este personaje tan triste recuerdo la situación que más pena me dio, y eso que el día a día ya era una lástima, que fue cuando se trajo a su hermano, otro bibliotecario, a explicarnos algo. Parecían la noche y el día. Un tío simpático que nos explicó un montón de cosas curiosas, y hasta actualizadas, sobre documentación. El Bill Gates de las bibliotecas allí plantado mientras su gris hermano se encojía, todavía más, dentro de aquel traje oscuro tres tallas más grande. Aquel día me di cuenta de por qué era un tipo tan triste. Tenía que serlo. Debe ser jodido vivir a la sombra de tu maravilloso hermano.

21 marzo, 2006 10:25  
Anonymous Anónimo said...

Felicidades Pilar.

22 marzo, 2006 10:06  

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