martes, abril 25, 2006

Macho, machote...


Queridos amigos:

No esperen, como les dije ayer, que comience a contar mis aventuras por tierras tailandesas, así, por las buenas y sin anestesia, empezando por el capítulo uno y acabando por el doce. Ya les dije que no es mi estilo y que, en fin, según vaya dándose la ocasión iré haciendo de una tontería una montaña para que dé de sí el asunto. Seguramente mañana les haré una disertación sobre la verdadera utilidad de los zapatos, algo que, después de estos diez días, me ha quedado cristalino.

Hoy quiero hablar de algo mucho más profano que el paraíso, de algo mucho más cotidiano que tirarse en una camilla a que te hagan un masaje de puta madre y esas horteradas de tomo y lomo (sobre todo de lomo) que son cosas bajas y que no merece la pena que le dediquen ustedes ni un mínimo pensamiento. No piensen en esas manos expertas tonificando mi espalda... No lo piensen. Hoy quiero hablarles de la igualdad de sexos, pasando del tópico obtuso “los sexos serán iguales cuando midan lo mismo, mientras tanto, con gente como Pablo Caruana, mi primo Álvaro y el negro Mandingo, los únicos poderes igualatorios son la muerte y los promedios”. ¡Benditos promedios!

Aparte de esa igualdad, a la que yo me refiero es a la igualdad de género. En mi opinión, basada sobre todo en la gente que me rodea, observo que la mayor parte de mis amigos han asumido con naturalidad que las tareas domésticas deben compartirse, sobre todo porque todas sus mujeres curran como ellos. Así, no es raro ver a ese Ernesto Villar con su bolsa de basura o a ese Pablo Sánchez pasando la fregona a la bañera (literalmente, como lo leen, supongo que son cosas, truquillos, que se aprenden en la infantería de marina(*)) o, mismamente, al Rey del Cristasol de la avenida de San Luis, José Manuel González Gil, anteriormente conocido por el muy ilustre sobrenombre del Potro de Hortaleza, hoy ascendido a la categoría de Rey del Cristasol. Ahí le tienen, amigos y amigas, toda las mañanas de sábado del año lo podrán ver ustedes, trapo blanco en mano, chirrían los cristales que te chirriaron, frotando con el fluflú que ni un dedo me deja en el blanco mirador de su casa. ¡BRILLA QUE ES UN PRIMOR!

He de reconocer que yo mismo, sin ir más lejos, he tenido experiencias, después de casado, que me han ayudado a superarme como persona, a trascender más allá de la terraza y toparme de bruces con el tendedero. Antes miraba esas cuerdas con no poco interés y con un punto de curiosidad (tampoco mucha). Hoy, arrancado del seno de mi dulce madre, sé para que sirven: parece ser que la ropa se tiende para secarse al sol.

Y cómo no destacar a ese Pablo Vivar que descubrió después de casado que no, que los calzoncillos no desaparecían solos de detrás de la puerta de su cuarto y aparecían, como por arte de magia, limpios y bien doblados en su cajón. Padeció Pablo, por así decirlo, un paso del mito al logos parecido al de la historia de la humanidad en el nacimiento de la filosofía y del pensamiento. Me lo imagino explicándole a Ana, su mujer:

-- “No, cariño. Hazme caso. Estás perdiendo el tiempo. Tú tira los calzoncillos ahí, detrás de la puerta y verás como mañana estarán doblados en el cajón”.

Y ella, con una sonrisa expresiva (entre “no puede estar hablando en serio” y “con quién coño me he casado”), descubriendo a un boquiabierto Pablo una preciosa... ¡LAVADORA! Su madre acaba de pasar a la categoría de mito: resulta que la que en verdad curraba era la lavadora.

Como decía antes, yo nunca antes de casarme había hecho una colada y, sin embargo, hoy comprendo el funcionamiento de la lavadora tan bien como mi mujer. Entiendo cuando se pone una de color y una de blanco, soy capaz de diferenciar lo que se lava con agua fría y por qué y hasta reconozco manchas de esas que, si no frotas bien a mano con jabón lagarto, no saldrán ni aunque venga el hombre de Colón. La primera vez que tendí la ropa, por cierto, comprobé que la ropa íntima femenina tienen una especie de... Ya saben... Un refuerzo... Yo nunca antes había tenido tanto tiempo una prenda de estas en la mano... Una toallita, no sé cómo decirlo... Lo más, tirarla por encima del hombro... ¿Saben lo que les digo? ¿No? Van provistas de un remate de felpa ahí mismo... En el tal y cual. Recuerdo que en ese preciso momento, abstraído y extrañado, acariciando aquella suave textura con el dedo gordo, pensé:

-- ¡Coño!

La cuestión es que yo tendí la ropa. Desvirgué mis dedos con el olor del suavizante. Aprendí a enganchar las pinzas y a aprovechar bien la cuerda, pero, lo más importante de todo es: ¿dónde colgué la colada? ¿Dónde? Pues está claro, amigos y amigas, en las cuerdas del tendedero que había colocado yo con no poco esfuerzo. Y, mientras, mi mujer ¿qué hacía? Usaba el ordenador que está en la habitación donde yo lo he instalado sobre una mesa que he hecho yo, junto a unas estanterías del puto Ikea que me monté yo (toda la tarde dándole que te pego a la tuerca hasta que me partí la muñeca)... Amigos, machotes, repitan conmigo: la igualdad de sexo no se producirá, JAMÁS, hasta el día en que ellas arreglen el enchufe, reparen la persiana, cuelguen las baldas, coloquen los plafones y, en general, aprendan a usar la brocadora.

Piénsenlo, amigos machotes: ustedes pasando la fregona por la bañera, dándole al cristasol, haciendo creer a las amigas de sus mujer que es usted un tipo moderno y con conciencia de igualdad de género y ellas... ¿qué? ¿colocando el espejo o los tiradores de los armarios o los complementos del cuarto de baño o la cortina de la ducha o la puta mampara (¡DIOS LO QUE SUDÉ PARA COLGAR LA PUTA MAMPARA!)?

Canten conmigo este himno de liberación (que se acompaña de una coreografía gestual formando apropiados símbolos fálicos con el puño cerrado y en alto):

“NOSOTROS CLAVAMOS, NOSOTROS VEMOS FÚTBOL”.

Y Gibraltar español, coño, joder, ya basta con tanto metrosexualismo y tanta mariconería. Y a tomar el té a las cinco a Calcuta.

“¡DEVUÉLVEME MI FALO!
¡MACHO MACHOTE, RECLAMA TU CIPOTE!”.

Claro que, para una vez que a mi señora se le ocurre coger la brocadora, la que ha liado es fina (aún, hoy, trato de arreglarlo). ¡Con decirles que a mis vecinos les gusta más a lo perro! Eso me da que pensar. Si yo mezclo color, blanco, lejía y lana en agua caliente y me cargo toda una colada... ¿Me libraré de volver a poner la lavadora? ¿Podré decir eso de “Cariño, ya sabes que hacer la colada es muy complicado para mí”?

X. Bea-M’urgía (contar esto)

(*) Si Marga se hubiera tenido que pasar un año puteada, vestida de marinerita, ejerciendo de cabo de armas, poniendo el ojo para examinar la limpieza de cañón de las pistolas de los demás (¡hay que ver que cerca queda la terminología militar y la homosexual!), no criticaría tanto a Pablo por usar los truquillos de la mili.

19 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Eh¡ haber y para que las cosas de toda la vida no se pierdan propongo crear un club, en lugar de fumadores, de machos-machotes pero...para ingresar, igual que la academia de la lengua, una frase que sea el lema del "Chacho".La mia "me quito los calcetines y los tiro donde me sale los cojones" y tu dejate de mariconadas de poner lavadoras y esas cosas que entre la perdida de espermatozoides con respecto al abuelo, los hiber y metrosexuales acabamos todos amariconados y claro esto lo transmitimos a los niños, machos, y al final como decia mi abuelo "Algún dia los hombres se tendran que subir a los tejados jullendo de las mujeres" o mi padre, ya la cosa mas real " Si la mujer se empeña que te tires del tejado procura que sea bajito"
El pescailla del Guadiana.
Ojo; Como se le ocurra a alguien contar esta confesión a mi mujer le corto el orinador o le obturo aquello otro.
Feliz baile con el Jet-lang Javier pero necesito detalles del masaje ese del lomo o mas concretamente por el revés.

25 abril, 2006 09:24  
Anonymous Anónimo said...

Has dado en la clave de la cuestión.
Tengo un cuñlado que dice "yo no sé planchar..." y su mujer, con mucha razón, le responde "pero si has sido capaz de terminar la carrera de ingeniero ¿no vas a ser capaz de aprender a planchar... o es que no te da la gana?".
Pero la pregunta que plantea el Sr. bloggero es completamente cierta: "¿ellas no pueden aprender a usar el taladro?, ¿tienen algún impedimento físico?".

El otro día, en una presentación que tuve que hacer delante de 30 técnicos (hombres y mujeres) de empresas me ocurrió un incidente curioso:

Una de las asistentes, una chica muy dicharachera y graciosa, respondiendo a una pregunta mía en alto y comentó lo agobiada de trabajo que estaba dijo: "Necesito un secretario y que esté bueno..." y todo el mundo rió la gracia.

Siguiendo ese turno de preguntas que yo hacía a los asistentes, en el turno de un técnico varón de otra empresa comentó: "Nosotros hemos contratado a una consultora que no sólo es muy competente sino que además es muy guapa"... murmullos desaprobatorios.... ¿por qué?.

Solidarios abrazos

Luis

25 abril, 2006 10:33  
Anonymous Anónimo said...

Javier, te has metido en terreno peligroso. En Tailandia no has puesto lavadoras y la vuelta te ha resultado dura. Las mujeres son capaces de hacer todo. Mientras vosotros taladrais seguro que no estan perdiendo el tiempo, porque en la casa ademas de lavadoras hay muchas mas cosas que hacer.
De acuerdo con Luis en que a las mujeres se les permite mas un comentario "machista" que a los hombres. Iremos avanzando todos.

25 abril, 2006 12:39  
Anonymous Anónimo said...

jajajajajajajajajaja

25 abril, 2006 13:36  
Anonymous Anónimo said...

Noto ese sutil gracejo con el que te encanta soliviantar al personal y más concretamente a mi, que sabes que entro al trapo cual Mihura.
Pues sí, aquí estoy para responderte a lo Pimpinela que es lo que te mola. Sólo a ti o a un hombre, porque va en los genes, se le ocurriría crear un club de machos-machotes, con eso digo casi todo.
A pesar de ser un chico listo y con estudios, todavía me destiñes los calcetines por no poner la temperatura adecuada, así que no me recuerdes más lo del taladro, porque a mi también se me olvidó poner la broca de ladrillo en lugar de la de madera.
Tampoco quiero disculpar a mi amigo Ernesto Villar, cuando sólo y digo sólo (puesto que el pobre trabaja como un mulo) saca la basura mientras María se curra el resto; o a ese Pablo, tan apañao, que pasó la fregona por la bañera porque estoy convencida de que quería terminar cuanto antes y total qué más da que se llene de pelos o de lo que sea; o a ese Jose Manuel, que pasa el cristasol los sábados y que parece Gracita Morales porque lo de planchar, cocinar, pasar el polvo, ayudar en el negocio familiar, aspirar, hacer las camas y limpiar los baños, ya lo hace mi amiga Mariví en el mismo tiempo que él se toma en usar el cristasol, vaya, todo un héroe también. Ni te cuento de Pablo Vivar, que sabe que tiene lavadora pero no dónde se encuentra. En fin que creo que lo de la igualdad de sexos es como lo de la gripe del pollo, que no existe. Y que es más una cuestión de actitud que de aptitud. Lo que me hace gracia, y para no extenderme demasiado, es que mientras nosotras nisiquiera comentamos este tipo de cosas, vosotros haceis de ello el titular del día: "he puesto la lavadora" ¿Será que como lo hacéis poco os resulta algo tan novedoso? Además de a poner la lavadora os podemos enseñar cosas más complicadas que hacer un agujero en la pared, como dar de comer a 7 personas sin que tu cocina parezca Hiroshima; a fregar los azulejos del baño, que también existen y se manchan; el maravilloso mundo de la plancha para lino, algodón y prendas delicadas...
Por cierto ¿Vas a cambiar las cuerdas del tendedero o tengo que llamar a Pedro para que lo haga?

Besos sin acritud
Bea.

25 abril, 2006 13:43  
Anonymous Anónimo said...

Quiero hacer constar mi más enérgica protesta y pido pública rectificación respecto a un particular: nunca jamás me he vestido de “marinerito”. Cualquiera que haya pertenecido al Real y Glorioso Cuerpo de Infantería de Marina sabe que un Infante de Marina muerto vale más que mil marineros vivos. Lo único que nos une a los marineros (también conocidos como popeyes) es que ambos cuerpos pertenecen a la Armada Española. Un Infante de Marina nunca se vestiría de marinerito. Nuestro uniforme es verde mimetizado (el de faena) ó azul (el de gala (en verano la guerrera de gala es blanca)).

Aparte de mi lógico disgusto por la alusión a la marinería, he de reconocer que este artículo es de los mejores y que mis risas se han oído por toda la oficina (he tenido que reenviar el mail a varios compañeros para que también disfrutaran y entendieran mi jolgorio).

Además, me siento plenamente identificado con el contenido del artículo. Es más, yo siempre le recuerdo a Marga que mientras ella no cambie las ruedas del coche cuando se pinchen, no pienso planchar (en todo esto no tiene nada que ver el que una vez tarde 45 minutos en plancharme una camiseta y que conseguí que mi mujer mi quitara la plancha para siempre).

Un abrazo,

PABLO

25 abril, 2006 13:45  
Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

Si, cariño. Esta misma tarde, después de acabar de arreglar el desaguisado de la pared, te hago lo de las cuerdas.

Te recuerdo que se empieza llamando a Manolo para arreglar el baño y después, el muy canalla, se desentiende y ni pasa una pensión.

Pablo, sirva esta de rectificación público y escarnio de mi ignorancia

25 abril, 2006 13:50  
Anonymous Anónimo said...

Pablo no se merece una rectificación, sino un planchazo en la cabeza. Seguro que la camiseta era de Alvaro Lucas. ¡¡¡¡¡¡45 MINUTOS!!!!! ¿Cuánto tardaste en fregar la bañera con la fregona? Por lo menos un fin de semana ¿no?

25 abril, 2006 14:09  
Anonymous Anónimo said...

Bea:

No se porque os enfadais las mozas. No lo entiendo. La gran verdad de este país (como bien tenemos comprobado Txabi, Ernesto y un servidor) es que cuando quedan tres matrimonios a cenar en casa de uno de ellos, en cuestión de minutos desaparecen las mujeres en la cocina con sus cacharos y a los hombres nos sientan en el salón con una cerveza en la mano. Es más, a veces hasta nos ponen la tele para ver el fútbol. Lo cierto es que las primeras machistas sois las mujeres.

Además, todavía no he puesto en práctica el mejor de los "truquillos" de la mili: derramar una botella de litro y medio de lejía en el suelo de la camareta (dormitorio) para evitar que el sargento entrara a revisarla (el pestazo echaba para atrás a una distancia de 6 metros).

25 abril, 2006 15:56  
Anonymous Anónimo said...

Si, será eso. Un fiel reflejo de la realidad. Además como se te ocurra lo del truco de la lejía en la camareta, ya se yo lo que te va a hacer el sargento. Lamer el suelo con la lengua ¿O eso ya no lo hacen los "marines"?

25 abril, 2006 16:25  
Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

Pues no es por nada, pero menudo sargento de marines que se espanta por un poco de lejía, coño. Ni que fuera napal

Javier

25 abril, 2006 20:26  
Anonymous Anónimo said...

Bien Bea por la réplica. ¿donde están Maria, Marga y todas esas señoras amigas?. Seguro que las pobres no han tenido ni tiempo de leer a Javier, estaran en El Mercadona comprando leche y comidita para a familia.
Por cierto !Que invento ! limpiar el baño con la fregona. No se me hubiera ocurrido.

26 abril, 2006 08:34  
Anonymous Anónimo said...

Otra que no ha echo la mili, como se nota. ¡Como la mili sólo la hemos echo los tíos! Si hubiera igualdad, lo menos habría sido que a las mujeres las obligaran a perder un año de su vida aprendiendo a cocinar y a coser y a llevar las zapatillas a su marido, cuando llega cansado del trabajo, y a hacer ma... No quiero pasarme, tampoco es eso.

JM

26 abril, 2006 10:06  
Anonymous Anónimo said...

No, ni falta que hace. Es más, me apuesto una fregada de baños a que el 80 por ciento de los que han escrito arriba, excepto "cateto a babor" que está demostrando tener más experiencia con la fregona en la mili que en su casa, tampoco la han hecho. Además, JM, no se necesita un año de mili para aprender ciertas cosas y menos una ma... Además de enseñarnos a traer las zapatillas a nuestros cansados maridos nos podrían enseñar a ladrar y traer el periódico, te puedo asegurar que el no tener que pensar en las tareas del hogar resulta menos estresante. Guau.

26 abril, 2006 10:19  
Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

Eh! PELEA!!!

JM, explicános qué cositas te han hecho en la mili, anda...

Javier

26 abril, 2006 11:11  
Anonymous Anónimo said...

¡Ay golosos! Ya me he dado cuenta de las faltas de horticultura que he cometido, pero me la pela profundamente, que es exactamente lo que hace uno en la mili. Si tú la hubieras Hecho, conocerías el peso de un sargento.

Lo que no sé es a qué se refiere Beach con que no hace falta mili para aprender a hacer ma... ¿Dónde lo ha aprendido ella?

JM

26 abril, 2006 13:09  
Anonymous Anónimo said...

Lo que da de si el tema. Javier a veces planteas temas profundos, literarios,etc, pero lo que trae la polemica es"LA GUERRA DE SEXOS". Precisamente ahora en que cada vez hay menos definición de los mismos. Ayer vi en la tele un desfile de moda y creo que la próxima temporada vais a vestir con faldas (los mas atrevidos). Con lo comodas que vamos nosotras en pantalones...Es una pena que nos copies lo peor de nosotras (utilización de imagen para moda, mujer objeto, etc.etc,etc.) y no copieis lo bueno (organización domestica, utilización adecuada de electrodomesticos, etc. etc.

27 abril, 2006 08:29  
Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

No puedo estar más de acuerdo. Es una cuestión de marketing. Lavadoras se vende una por hogar (y ya), pero cremas antiarrugas se pueden vender a más de un individuo por casa... ¿Qué pasa? ¿Que los hombres no tenemos miedo a envejecer? Y, como somos idiotas, nos ponemos cremita y lo que diga Beckham. Bueno, yo no. Yo hago, como siempre, lo que me dice mi mujer

Javier

27 abril, 2006 09:05  
Anonymous Anónimo said...

No conozco a tu mujer, pero te auguro un buen matrimonio. De verdad chicos es que las mujeres valen mucho y saben siempre lo que hay que hacer. Yo siempre obedezco y asi me va.

27 abril, 2006 10:59  

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