jueves, julio 20, 2006

Situaciones peculiares


Estamos rodeados de estímulos y muchas veces, no precisamente positivos. En algunos casos, éstos se dan en el seno de las parejas – sean heterosexuales u homo, ya que de esto último, sólo supongo-. Son situaciones peculiares o así las llamamos en lugar de trastornos mentales, ego y conflictos de personalidad.

A parte del sufrido jefecillo ‘chusquero’ – la mili bien vale para aprender jerarquías y sus inútiles correspondientes - que posee el llamado Síndrome de Mediocridad Inoperante Activa o MIA, hay otras casuísticas que nos hacen la vida algo más dura pero que asumimos como estereotipos de conductas por géneros.

No, no y no. Mal hecho.

Si del primer caso mencionado tenemos un enlace clarísimo, www.ome-aen.org/2005_09_18_insoliteces.html, que nos sugiere su inclusión en la ‘Psiquiatría insólita’; el que queremos tratar en este espacio es el de ‘chantaje emocional’ o ‘blackmail’.

Esta actitud insana - generalmente adscrita a la lucha de poder- caprichosa, dominante, traumática, engañosa, deleznable, detestable, con falta de gallardía, etc… es lo que venimos a llamar ‘brujería’ en el marco de la mujer y ‘felonía’ en el del varón.

La técnica es precisa, sencilla y reiterativa. Detectarla con presteza implica disponer de un tiempo precioso para contrarrestar sus efectos. En cuyo caso, desde aquí recomendamos que rompa toda cuerda o soga que le ate a su ‘pareja’ o ahogue. O simplemente, que vista de cuero y se aplique en el uso del ‘dildo’ de dos caras.

Estas ‘talibanas’ y ‘talibanes’ del amor suelen haber tenido vidas desdichadas, repletas de consejos equivocados ante cómo actuar ante un hombre o mujer – menos paradigmas en el sector macho, no obstante- y un currículo extenso de complejos, traumas y trastornos de personalidad. Lo que viene a construir el modelo de sujeto/a pasivo-agresivo.

Veamos un ejemplo: ‘cuando una persona en la pareja utiliza una aparente conducta de aceptación, sólo aparente, y hace que la otra persona crea que todo está correcto y luego se muestra agresiva, dejando desconcertada a la pareja. Es la conducta pasivo- agresiva’, señalan los expertos que acuñan una ‘situación peculiar’ como elemento ilustrativo.

‘Imaginemos una pareja que quiere decidir dónde pasar las vacaciones, uno de ellos propone la playa y el otro lo acepta, sin decir que preferiría ir a la montaña y el resultado es que ambos pasan a disgusto las vacaciones en la playa, con broncas continuas provocadas por la persona que no está satisfecha y que desea castigar así a su cónyuge’, concretan estos especialistas de lo usual.

Es triste pero cierto… porque aún sumidos en la confianza del ‘martirmonio’, con los papeles en regla y la declaración de la renta realizada; podemos enfrentarnos a un caso de neurosis permanente en el que – gracias a nuestra pareja- perdemos todos los puntos del carné.

Hay gente que a esto le denomina la ‘ducha escocesa’. No es una técnica folclórico- celta del jacuzzi, ni tan siquiera una pobre muestra de la alegórica ‘lluvia dorada’ sino que es el ‘ten- con- ten’ que desconcierta cuando una de las partes dispensa en ocasiones un trato dulce y otras, desagradable, creando la inseguridad permanente en el otro que no sabe cómo acertar.

La práctica del sexo se ve, pues, irremediablemente contagiada por esta actitud que secuestra su actividad como quien hace lo propio con la edición de un libelo. Algo que, en muchas parejas – prehistóricas y decimonónicas- adquiere visos de cotidianeidad, costumbre y finalmente, el chisme cómplice entre los machos en la barra del bar. En México, el hombre llora y se desahoga en la cantina... aquí… tras padecer esto, deseamos a la fémina del prójimo.

Tinku Magallanes
Desde los agujeros de la memoria