Necesito una sombra

Queridos amigos:

y de verdad que buenos amigos que, haciendo hoy la copia de seguridad del blog, me ha dado por sumar lo escrito y son nada menos que 587 folios en word lo que se han leído ustedes desde que comenzáramos Hormon Wells y yo a espacir ideas, allá por el mes de diciembre. Ahora va a ser cuestión de encontrar un editor y que la gente pague lo que tiene gratis en Internet... ¡Coño! Pues no estaría mal. Voy a ponerme en contacto con la SGAE a ver si me dan un despacho.

Llevo toda la semana pasada dándole vueltas al coco...

El lunes comí con Abraham García, del que sólo puedo decir que es un genio con un gusto tan exquisito que lleva sombrero. A mí siempre me han gustado los sombreros y si no me lo pongo mucho, más que cuando me voy a hacer el Marco Polo por esos mundos, es porque ante un tío como Abraham estaría quitándomelo todo el tiempo. Estuvimos relamiéndonos como gatos en Bernardos, Segovia, en un establecimiento que eleva las máximas de Walt Disney a la categoría de axioma: la belleza está en el interior, concretamente, pasados los baños, a la derecha, en una especie de galería con mesa, a medio camino entre el almacén y la cocina. Bar Yagüe, en la misma plaza del pueblo, llamen antes por teléfono y avisen de que van a ir a comer, que no es el McDonalds: el pato asado necesita día y medio para que se deshaga su resistencia de madera y los escabeches, absolutamente deliciosos, precisan de paciencia para no resultar violentos en la boca. El dueño, Santos, me dice:

-- "Pero, Javi, modorro... ¿Cómo me traes a este hombre? Que es un número uno. Dile primero dónde viene".
-- "A ver si te crees, le respondo yo, que le he dicho que esto es el Ritz".

Pues claro que les digo que sólo es un bar de pueblo sin pretensiones, pero es que (la) Casilda tiene una mano... Recuérdenme que invite a mi tío Antonio, un catalán enamorado del corderito asado, el Estatut de Segovia.

No sé si fue a la ida o a la vuelta, que me dijo Abraham que se iba a tomar dos meses de descanso de los encuentros digitales que atiende, con un ingenio fuera de serie, en El Mundo.es, todo los miércoles a las doce (LEAN EL DE LA SEMANA PASADA) y del blog cocinero que alimenta en el mismo periódico digital, cuya última entrega, sobre Jeremías de Loza del restaurante El Torreón de Tordesillas, Valladolid, bien merece que le regalen cinco minutos (CLIC).

No sé exactamente cómo me lo dijo, pero era una prosa precisa. Castilla estaba amarilla y segada y el coche buscaba adjetivos por las lindes para describir la canícula, avanzando como una mancha azul entre las ruinas del trigo y la cebada.

-- "No hay ni una sombra", vino a decir, aunque éstas no fueron sus palabras. Al aire acondicionado le había dado por no funcionar bien y rayaba la hora de buscar un árbol donde secarse el sudor con la densa miga de una hogaza candeal. Abraham recordó a Rosalía de Castro:

"Castellanos de Castilla,
tratade ben ós gallegos,
cando van, van como rosas;
cando vén, vén como negros".

Una cosa y otra, el merecido descanso del cocinero, que se sacude las letras en el mandil para atender sus fogones, y el anhelo de sombra de los segadores gallegos en la recta Castilla, por el ángulo en que el sol dispone sus rayos sobre los campos, me hizo tomar una determinación: necesito una sombra.

Llevo seis meses tocando el piano de madrugada, con la cara iluminada de azul en la oscuridad de este despacho, y aún tengo ideas que perpetrar (Las historias de taxistas, El hombre viene del moco, El Perejil turco, el cierre de El viaje a Tailandia con esposas (y 5)...), pero no lo voy a retomar hasta el próximo 4 de septiembre.

Puede que, esporádicamente, comente algún libro que me haya gustado y quiera compartir con ustedes, pero las ideas que vayan naciendo serán anotadas en una libreta analógica para castigarles a la vuelta del verano con una galerna de ellas.

Mientras tanto, les libero; les espero aquí el 4 de septiembre y les recuerdo que si quieren ustedes publicar en Wells & Bea-Murguía una pajilla mental de su flor, sólo tienen que mandárnosla a wellsybeamurguia@hotmail.com

Respiren aliviados. Me pongo en barbecho.

Muchísimas gracias a todos, abrazos y besos y nos vemos a la vuelta.

X. Bea-Murguía (Javier Blanco Urgoiti).