jueves, noviembre 23, 2006

Salvoconductos


"¿Sabes qué es esto? Algo que tú nunca has visto: salvoconductos"
Julius & Philip Epstein y Howard Koch: "Casablanca").

Queridos amigos:

voy a escribir en serio... Voy a intentar escribir en serio. Dado que, seguramente debido al trance pasado por la gripe de la semana pasada, en la que he rozado la postrera sombra que me llevare el blanco día, me noto últimamente incapaz de decir gilipolleces... Quiero decir gilipolleces con gracia, porque como todos ustedes comprueban a diario, lo de las gilipolleces en mí es un chorro imparable como las mismísimas fuentes del Nilo. He estado a punto de morir y no es broma, no tiene gracia, así que repriman sus risillas complacientes y aguanten el rollo de hoy.

Ayer me sorprendió el poeta Álvaro Muñoz Robledano, un hombre dotado de un ingenio fuera de serie que te hace compadecer a aquellos, pocos pero bien elegidos, que son objeto de su ironía. Álvaro Muñoz Robledano es desternillante, afilado, preciso, cirujano y tiene una lengua oportuna y hábil para el comentario definitivo, el que hace estallar la risa de quienes hemos tenido la suerte de compartir mantel y puro con él. Yo entre ellos. Gracias por esos ratos y que se repitan muchas veces.

Ayer, Álvaro Muñoz Robledano presentó su libro de poemas, "Salvoconductos", III Premio Cafè Món 2006, en el íntimo, semioscuro y misteriosomente iconográfico ambiente del Café Atril, rodeado de amigos. Llegué al Café Atril, por cierto, con no poca dificultad, chocándome con la tapia de una iglesia, reculando, dando vueltas, subiendo y bajando escaleras y, por supuesto, con mi correspondiente rodeo por la M-30, ese paraje desolador que te devuelve a una guerra pasada, que te hace temer que, en cualquier momento, dos fusiles te darán el alto para pedirte los salvoconductos. Esta visita turística por Madrid es propia de mi personalidad, como lo es también vagar durante un buen rato desconcertado, tratando de recordar dónde coño aparqué el coche unas horas antes. No llegó la sangre al río. Fui puntual y, a la salida, encontré mi coche.

He dicho que me sorprendió Álvaro Muñoz Robledano. Me dio un fuerte abrazo al llegar y dos al irme, estaba tan nervioso como un novio que recibe felicitaciones y parabienes en la puerta de la iglesia, a la salida de la ceremonia. También puede ser que yo le guste (no lo descarten, peores gustos han recibido halagos). Estaba muy nervioso, no sé si porque había viajado en avión, temor que compartimos, o porque sospechaba que todos habíamos ido al Café Atril a escucharle a él, a verle a él. Era su momento. Hay gente que en su momento se viene arriba, se despendola, se comporta como una rana que ha encontrado por fin su charco, y otros que, leyendo lo que ha salido de sus entrañas, no pueden evitar mirar al suelo y recitan titubeantes. Me sorprendió Álvaro Muñoz Robledano, porque no esperaba que fuera tan tímido. Estaba convencido de que me iba a reír escuchando buena poesía. Pero la verdad es que no me reí. No mucho. A ratos, quizá, pero no me reí mucho.

Me emocioné.

"Los años que no tuve"

"Quizás el tiempo se arregle con un manotazo, como el televisor cuando pierde la imagen; un manotazo seco y despiadado en la esquina del domingo, de madrugada, que haga preguntas circulares, que haga preguntas de alabastro, o que haga volver los años que no tuve, o que de nuevo te muestre hecha de piel, amarrada con tejados y palabras, con tanta insensatez, con tanta saliva, hecha de salmos secretos en las uñas.

Quizás el tiempo se arregle con un manotazo seco y despiadado donde la memoria, y vuelvan los años que no tuve porque era, porque soy, tan sólo tú esperándote".

X. Bea-Murguía

"Un manotazo seco y despiadado en la esquina del domingo"... Gente así merecería vender miles de libros. Recuerden: "Salvoconductos", de Álvaro Muñoz Robledano.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Te permito todo, menos que se joda Alejandro Sanz... (ufff y Maná, pero el Maná, de antes). Que sepas, que la canción de ".. a la primera persona..." y todas esas cosas que dice, me las dedica a mí. Se le adelanto Pedro, y a Shakira, yo. Pero vamos, que Pedro y yo, somos muuu felices, porque sabemos estas cosas... hay veces que digo, ayyy con lo bien que viviría yo en "el Miami", arggg.. no me fumao ná. Es así... ya lo sabeís todos. Alex, no puede vivir sin mí, y yo paso porque tengo "a mi Pedrito".

23 noviembre, 2006 17:57  
Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

Perdona, Martha, pero ni punto de comparación tu Pedro con el nuevo poeta de lo urbano, corasónpartío, lalala.

¿Has ido a por ní'calos últimamente y te has comido unas setas de esas que hacen ver estrellitas y pajaritos?

A mí el Alejandro Sanz hasta me parece un tipo simpaticote, pero si no me macharan en la radio todo el puto día con la mierda de la canción de la primera persona (por cierto, ¿dice algo más?) no estaría tan hasta las narices de él. No es por quitarle méritos, pero con esa cantidad de promoción que le dan hasta el Dúo Ciclón que amenizaba las verbenas del Ral Club de Campo en Vitoriano, Álava, serían unos superventas. Por cierto, eran muy buenos cantando "No te vayas de Navarraaaaaaaaa"

Si no quieres que me muera

Cuando se te pase el efecto de las setas esas que has fumado, hablaremos en serio.

Besos y a los pies de tu Pedro, como siempre.

Javier

24 noviembre, 2006 10:23  
Anonymous Anónimo said...

Y qué coño tendrá que ver el soplapollas (literal) de A. Sanz con este señor canoso (tipo oso polar) llamado Alvaro M Robledano? ¿Qué tendrán que ver esa mierda de canciones con ese pedazo poema? Es como comparar a Ezra Pound con Estopa, no me jodas.

Gaitero

24 noviembre, 2006 12:42  
Anonymous Anónimo said...

Totalmente de acuerdo con el Gaitero. Alejandro Sanz es un diminuto pedazo de mierda comparado con media metáfora de este poeta. La anécdota que contó Torres de Houston y Ford es aplicable con don Álvaro en el lugar de Ford. He dicho.

Salud y un beso.

26 noviembre, 2006 12:03  

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