Ningún interés...

Queridos amigos:

ayer dos montañeros se quejaban. Nos reímos mucho con sus cositas de montañeros, que si duermo colgado, que si duermo sólo, que si estás por una de esas pedazo de montañas innombrables perdidas por el mundo, te mola que te abracen por la noche... Pero en realidad ellos se quejaban y lo hacían amargamente. Se quejaron de lo que han cambiado las expediciones en los últimos diez años. Concretamente, dijeron que hoy cualquiera puede subir al Everest, que el campo base de la montaña más alta del mundo parece:

-- Una terraza de la plaza de Santa Ana -se quejó José Isidro Gordito.

A mí jamás me han entrado ganas de ir al Everest, que conste, hay unos dieciséis millones ochocientos cuarenta y cinco mil trescientos veinticuatro coma sesenta y ocho lugares (aproximadamente, como dicen en Cuba) que me llaman más, entre los que incluyo un atasco gallardonil en las obras de la M30. Mi espíritu aventurero es de tal calibre que la montaña rusa ya es demasiada montaña para mí, lo que les dará un baremo para valorar, en lo que vale, como dije en su día, que ya tenga carnet de hombre rana (me gusta mucho más "hombre rana" que "buceador" o el horrendo "scuba diver". ¿Dónde va a parar?).

Pero, por más que digan estos montañeros, a los que jamás he comprendido, aunque siempre he admirado bajo la suave caricia de la mantita en el sillón de mi casa, no me imagino el campo base como una terraza de la plaza de Santa Ana, a no ser que te ofrezcan costo cada dos pasos en la nieve o que te venga un vagabundo flautista tocando "A las barricadas" y pidiendo "unos centimillos motivación".

Como comprenderán, a lo que se refería Gordito es que hoy cualquiera con ganas y dinero puede disponer de los medios técnicos y farmacéuticos para realizar una ascensión segura a la montaña más alta del mundo, que el ansia comercial ha convertido un lugar privilegiado, reservado hasta hace poco sólo para los más osados, para los que estaban dispuestos a jugársela, en una especie de La Pedriza para boyscouts con pasta disfrazados de Coronel Tapioca. Pues claro, hombre, pues claro. Los aventureros siempre abren camino al resto... Es la historia de los descubrimientos. Ha pasado con América, con el África profunda, con la Antártida y pasará con el espacio.

Todo lo que hace un siglo parecía una gesta, hoy es un paseíto y eso no es malo, eso es el progreso, guste o no. Comprendo la amargura de quienes ven profanados lugares que antes tenían reservado para ellos, para los que estaban dispuestos a hacer el esfuerzo descomunal de alcanzarlos, pero dar acceso a la cumbre a todo el que quiera y pueda es inevitable, amén de mucho más democrático. Además, la mayor parte de la culpa la tienen los propios alpinistas, sobre todo aquellos que fueron a la montaña en busca de gloria y de reconocimiento, es decir, de difusión mediática de su nombre. Todo el mundo conoce a Sir Edmund Hillary, es un mito, una persona a la que muchos quieren emular. Además, si lo comercial populariza la montaña y da acceso a muchos a la cumbre, no hay que olvidar que también patrocina y paga expediciones de élite.

En todos los mundillos pasa exactamente lo mismo. Primero lo hace uno solo, la masa lo mira anodadado (y algunos, incluso, pensamos que está colgado), después prueba otro y otro y otro y cuando muchos quieren ir, ya hay negocio. Y si hay negocio, sales en la tele y aparece gente como Juanito Oiarzabal, a quien han convertido en casi un mito en España, y se populariza más hasta convertirse en una terraza de la plaza de Santa Ana. Pero eso, sostiene el deporte. Y, si no, que se lo digan a otros deportes que se quejan tan amargamente como ellos, pero de lo contrario, de que nadie les hace ni puto caso.

Después de esta reflexión bananera y que no lleva a ningún sitio, ni siquiera al Everest, que me he soltado hoy y que no va a leer ni Dios, tengo que rendir un sincero homenaje al tío de la cámara. Cuando veo un documental de "Al filo de lo imposible" siempre me interesa muchísimo el tío de la cámara. Es más, creo que deberían llevar un cámara para coger tomas de él, porque ese es el que se la juega de verdad. Que te ofrecen un reportaje sobre el esquí extremo y ves al esquiador ahí, bajando por esas cuestas que parecen paredes y que da un vértigo que te cagas, y el de la cámara, al lado, bajando la misma cuesta y sin mirar (apuesto a que va fumando). Como ven en la foto, Hillary coronó el Everest, pero llevó consigo a... un tío con cámara... El de la cámara es un crack anónimo y de escaso reconocimiento, como otros que fueron imprescindibles en la historia y que hoy nadie conoce... Marcelino marcó a Rusia el gol más importante de la Selección Española, pero fue después de una jugada y un pase soberbio de... Casi nadie lo sabe. Exijo el debido homenaje.

X. Bea-Murguía

(Ningún interés

por ir al Everest).

Pereda, a Marcelino le puso el balón en la cabeza Pereda y, además, le dijo: "Mételo tú, que a mí me da la risa". ¡Qué generosidad más envidiable!