martes, diciembre 19, 2006

El fin del machismo señalero


Queridos amigos:

hete que por fin, y sé que se van a alegrar al leerlo, hoy les voy a hablar de sexo.

¡Que no, tontos y tontas! Hoy la cosa va de género, que es parecido o parecida, pero no es igualo (ni iguala) por mucho que algunas quieran.

Creo que alguna vez comenté -y si me repito, se aguantan- que me sorprende que haya asociaciones que anden muy detrás de la solución del problema para la que fueron creadas, que se han quedado obsoletas porque sus objetivos ya están superados y que se aferran a la existencia como si su lucha aún tuviera sentido. Tiene su explicación, claro. Pongamos que salvamos de una puta vez a las ballenas. A todas las ballenas, hasta a aquellas que no lo merecen. ¿Seguirían recogiendo firmas y haciendo cuestaciones a favor de las obesas marinas? ¡Pues claro! ¿De qué van a vivir, si no, las asociaciones de defensa de la ballena?

Pasemos a otro animal marino para que lo vean más claro: las feministas, esa especie en extinción (a ver quién es el valiente que procrea con ellas). Necesitan el machismo para existir y, si no lo hubiera, se lo inventarían, y si hubiera poco o insuficiente, lo exagerarían. No niego que haya machismo en España. Lo hay, pero es residual. Si me pongo muy en plan derecha octogenaria y decimonónica, me avisen, que no quiero parecer más facha.

Tienen tres frentes abiertos: uno ridículo, otro patético y otro lastimoso.

El lastimoso es la violencia de género (no sé qué problema había con la palabra doméstica, pero seguro que era una cosa muy grave). Hoy cualquier asesinato en que el criminal sea hombre y la víctima mujer, va al mismo saco. Pues no, señoras. Si se quiere acabar con el problema, hay que ser serios en su perfecta definición y localización, lo que se consigue llamando a cada asunto por su nombre. Una cosa es maltrato, que, por desgracia, demasiadas veces acaba en muerte, y otra, muy distinta, es asesinato. Lo que pasa es que si no hay un poquito de alarma social, lo que se consigue con muuuuuchos casos... Ya se sabe.

El patético es la paridad. Como dijo Juan Manuel De Prada en un magnífico artículo en ABC, "La parida de la paridad"... Perdón por citar a De Prada. Resulta que es amigo, pero no quiero ofender a nadie. Para mi gusto, con la discriminación positiva se hace un flaco favor a la mujer, pero como ZP se declaró feminista, porque vende, pues nada, paridad. Que opinen las mujeres, pero nunca he comprendido por qué no se busca un gobierno con doce personas capaces. Sin más.

El ridículo es el centro de esta entrada, por eso lo he dejado para el final. Las feministas instan a la Real Academia Española a que cambien el diccionario para evitar la discriminación idiomática de la mujer. Pero, vamos a ver, señoritas (dicho así, con tonillo López Vázquez, les jode mucho) del Instituto de la Mujer... ¿Acaso las mujeres no tienen problemas más graves que esa estupidez? Aparte de que es una chorrada tratar de imponer palabras como "periodisto", dicho sea para el masculino de profesión falaz y de mal vivir, estas hipólitas demuestran no tener ni idea de cómo funciona la cosa del idioma: la lengua no la hace la Academia, sino la gente que la usa. ¿"Periodisto"? ¡No me jodas! ¡Qué manera de confundir el sexo y el género! No es lo mismo que el Frutero le diga "No me toque usted el género" que le diga "No me toque usted los cojones". Ni mucho menos.

Sin embargo, les doy la razón en un arreglo que se me antoja urgente, y con esto les lanzo el reto: hay que cambiar el nombre de algunos/as pueblos y pueblas españoles y españolas para evitar la discriminación por razón de género. ¡Vamos a acabar con el machismo toponímico y cartelero! Por ejemplo, ¿qué es esa aberración de Donostia? Un nombre así fomenta lo que fomenta. A partir de ahora, las señales de tráfico dirán "Don le regala flores, 50 km", que es mucho más apropiado. ¿Y qué les parece que en la carretera de La Coruña, saliendo de Madrid, estén primero Las Rozas y después Las Matas? ¡Qué incorrecto! Propongo, como nuevos toponimios, primero "Las Acaricias" y después "Las Pasas la Pensión" (aceptemos el laísmo, que es por una buena causa). Otro caso claro: Guarromán, en Jaén. ¿Qué sexismo es ese? Será Guarromán o Guarrowoman ¿no? Navalmoral de la Mata, en Cáceres... Es que el mapa está plagado de estas cosas... ¡Navalmoral de la Respeta!

Cójanse la lista de cabezas de partido judicial y empiecen a cambiar nombres. Hay que dejar España sin sexismo toponímico.

X.Beo-Murguío (hoy, más periodisto que nunca)

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ya he empezado con el asunto, creo que la ciudad condal debería denominarse a partir de ahora Barcel-ano.

19 diciembre, 2006 16:26  
Anonymous Anónimo said...

buena observación. yo había pensado en cambiar Santiago de Compostela por un nombre un poco más andrógino... ¿qué tal Barón Ashler de Compostela? así ni hombre ni mujer

Javier

19 diciembre, 2006 17:46  
Blogger Último Íbero said...

Yo propongo cambiar ampliar el nombre de Zaragoza y dejarlo "Zaragoza y Pepe-se-lo-curra".

20 diciembre, 2006 12:03  

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