Memoria de elefante
Queridos amigos:
estoy ciertamente preocupado porque, desde que tengo PDA, osea ¿no? estoy perdiendo la memoria. Os lo juro por Tommy Lee. Me da la impresión de que con tanto ordenador de bolsillo, teléfono móvil y tresnología varia, este va a ser un mal endémico en el futuro. Antes, por ejemplo, me sabía todos los números de teléfono de todos mis amigos. Ahora, joder, no me sé ni uno, porque he delegado ese buen ejercicio de memoria a la punta de mi dedo... Ni siquiera a la punta de mi dedo: a la punta del lápiz de la PDA.
Ayer hice una serie de desmentidos y hoy tengo que hacer un par de ellos más. El otro día estuve con un hombre demasiado aficionado a los peces que me aseguró que eso de la memoria de pez es una falacia. Dijo, él que tiene una pecera en casa que ya quisiera el Oceanografic de Valencia, que sus pececitos se acuerdan perfectamente de quién es el que les da de comer. Estaba tan emocionado, contándome con todo lujo de detalle las maravillas de sus animalitos, que por un momento temí que me dijera que los saca a pasear al parque para que hagan sus cositas y que, cuando llega a casa, el pez dorado, muy listo él, le lleva las zapatillas. Juzguen ustedes, pero, según la voz del frikie, los peces sí tienen memoria historica.
El otro falso mito que pretendo desmontar hoy es el de la supuesta capacidad extraordinaria de los elefantes para el recuerdo. Tengo un amigo, Pablo, que adolece de memoria de pez... Es decir, de lo que antes de escribir yo esta entrada, se llamaba memoria de pez... Hoy ya saben ustedes que ese lugar común es una tamaña injusticia. Un día iba en el coche con su mujer y su hija y escuchó el anuncio de un medicamento maravilloso que reactiva la memoria, cuyo nombre es Dememory. Ni corto ni perezoso, dejó a su familia en casa y se fue rápidamente a la farmacia:
-- Buenas... ¿Tiene...? ¿Cómo se llamaba? Sí, joder, las pastillas estas que anuncian por la radio que son para la memoria...
La farmacéutica se meaba de risa, claro, pero comprendió que el hombre necesitaba un remedio urgentemente: saltaba a la vista que lo único que tenía flaco era la memoria. Se esforzó en mostrarle a Pablo una larga lista de píldoras memorísticas, una terna de matadores del olvido, farmacopea contra el Síndrome de Korsakoff, pero ninguno era y Pablo, incapaz de recordar, decía a todos que no hasta que la farmacéutica acertó a nombrar el Dememory...
--¡Ese! !Dememory!
--Pues no lo tengo ahora -le dijo la mujer-, pero, si quieres, lo pido al almacén y vienes mañana a recogerlo.
-- Vale -le dijo Pablo.
Y hasta hoy.
¿Que qué tiene que ver esto con los elefantes? Me lo ponen a huevo:
"Érase un hombre a una nariz pegado,
(...)
érase un alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón mas narizado (...)".
X. Bea-Murguía
(Lo siento, Pablo, amigo, pero es culpa suya que me provocan).
7 Comments:
Esto... Coño, se me ha olvidado lo que iba a poner.
Enésimo ciudadano anónimo
a mi tambien
Y a mí se me han olvidado vuestros nombres... Como no los tengo escritos en la PDA...
Javier
Lo mejor para la memoria es comer rabas de paso, o algo así.
Un ciudadano anónimo escindido de la C.A.C.A.
los porros son muy chungos para la memoria. Como tengas un curro que le etengas ke dar mucho al coco y memorizar historias no te kedas con la copla y te vas undiendo. a mi me pasa y solo me fumo un par por la tarde despues del curro.
Ehhh..... que iba a hacer???
no recuerdo como se llama mi tia Ana......!!!!
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