Un nudo gordiano de Sos del Rey Católico
Queridos amigos:
mi compañero Antonio, en adelante Mi Antonio, es una bellísima persona. Tiene sus cosas, el hombre, como su afán por desertar de Madrid y volverse al pueblico, allá, en las Cinco Villas (a Zárágózá o al charco). Quiere jubilarse y olvidarse de nosotros (con lo que lo queremos), y marchar al pueblo para hablar de las cosas que son realmente importantes en el vida: si la cosecha va a ser buena o no, si va a llover o no...
Mi Antonio es buena gente, de la buena, buena. Tan buena, que en la oficina lleva el departamento entitulado "Sección marrones", useasé: ¿que llama un pesado, de esos que están aburridos en su casa, porque quiere contarnos que ha dado con la piedra filosofal y la quintaesencia?
-- ¡Antonio! Es para ti.
Y Mi Antonio, que no me extraña que se quiera olvidar de nosotros, se pone al teléfono y aguanta marea. ¡Qué gran profesional del marrón!
Mi Antonio tiene una capacidad de trabajo que, cuando se jubile, lo vamos a echar de menos. Se pone el tío a darle al piano y no para de parir textos. ¿Que necesitas una tapa de boquerones porque se ha caído algo? Él tiene una doble ración de boquerones, bienmesabe, chanquetes... Es la leche. Eso sí, entre que es medio de Zárágózá y medio de Orejilla del Sordete, mete unos berridos por teléfono que un día va a causarle un paro cardiaco a su interlocutor:
-- ¡DON FLORENCIO!
-- Antonio, hombre, ¿por qué no sales con un canuto a la ventana y le ahorras dinero a la empresa?
-- Tienes razón -responde siempre-. Es que estoy teniente y senecto. Me tenéis que jubilar.
Lo siento, macho, pero en lo que yo pueda intervenir, tú te quedas en Madrid encadenado al tonel de las Danaidas. Nadie pone un título como Antonio y de eso ya queda muy poco en la profesión.
Mi Antonio, todo lo bueno que es y todo lo gran profesional, es El Despiste. Yo me lo puedo imaginar buscando en su armario, a buen seguro un batiburrillo de ropa, libros y papeles perfectamente desordenados, el bañador sin goma de hace diez temporadas para bajar a la piscina a aliviarse de la ola de calor. Casi lo estoy viendo apretando los dientes para atar la cuerdita de la prenda bien fuerte, componiendo un nudo breñado del mismo centro Zárágózá, que no deje respirar a los microbios. En las Cinco Villas los nudos marineros son gordianos y sin espada "ni arrestos para cortalos". A Zárágózá o al charco. O a San Sebastián, que lo tienen fresco.
El bañador, divorciado de la firmeza primigenia que lo ajustaba al talle, cede a la tensión de la cuerda formando ondas en el perímetro de la cintura de Mi Antonio, como si se hubiera asegurado los pantalones de mi abuelo con una cuerda de arpillera, pero queda inamovible, preso e incapaz de una traición. En caso de salto del ángel, el nudo gordiano garantiza que el bañador refrenará sus ansias de libertad, cualquier intento de irse a nadar por su cuenta.
Ataviado como un bañista de los setenta, con bañador largo y la estampa de la Pilarica bajo la camiseta interior de tirantes (y si esto no es trangresión que venga Pedro Almorrana y lo vea), Mi Antonio se baja a la piscina de su barrio dispuesto a deshacerse del pegajoso marcaje del calor. Pero, ¡ay, amigos!, cuando al contacto del agua la cosa urge, el nudo que se hizo "hay que desfacelo", quiera o no, aunque si Mi Antonio es de Sádaba, el nudo es de Sos...
-- ¡Mecagüensos!
Así que ahí tienen al buenazo de Mi Antonio, peleando con el nudo gordiano de Sos del Rey Católico, tratanto de inhibir el baile de San Vito, tensando todos los músculos de la cara entre la urgencia urinaria y el empeño de la lazada en no ceder, porque es más maña que Paco Martínez Soria en "La ciudad no es para mí". Con el apuro del momento, el despiste que lo distingue y ambas manos en las postrimerías de semejante parte, Mi Antonio pide sopitas al primero que se le acerca.
-- ¡Oye! ¿Me echas una mano?
Estoy convencido de que, inocentón, ni siquiera miró a quién le pedía ayuda. Se lo dijo a una chica joven en biquini de moda que lo miró de hito en hito con un careto lleno de significado y expresión.
Ayayayayayay Antonio. ¡Qué gran persona! ¡Qué gran profesional!
X. Bea-Murguía (no me ha llegado a contar si el truquito le funcionó. En caso afirmativo, cosa que les será comunicada, ¡no tiren el bañador flojón de hace cinco años!).
2 Comments:
Yo, por si acaso, ese que tienes también sin goma, desteñido y con un roto en el culo, ya te lo he tirado, así que no lo busques. Qué gran motivo me has dado.
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