Juanito, no nos dejaron hablar tranquilos
Queridos amigos,
el sábado fue un día agotador, como, enseguida, podrán comprender. Me pegué un buen madrugón porque cada cual tiene sus manías y la peor de las mías, probablemente, sea madrugar. A las nueve y media, Diego y Wenneke, mis cuñados, venían a buscarnos a casa de mi hermana, en Delft, desde Rotterdam. Se han comprado una casa en Utrecht y, aprovechando que habían quedado con unos albañiles, íbamos a conocerla.
A medio camino, a la altura de Gouda (que los holandeses llaman Jauda, lo cual es absurdo porque el queso ha sido queso gouda toda la puta vida), se da la clásica conversación: cariño, ¿las llaves?, ¿las llaves yo?, las llaves tú, ¿dónde están las llaves matarilerilerile?, su puta madre las llaves, llevamos todo menos las llaves, ya ves, y vuelta a Rotterdam, por otro camino.
Llegamos a Utrecht un poco tarde, pero después de una interesante conversación sobre las normas de tráfico en la que yo decía (contra todos) que toda ley es interpretable y que toda falta debería tener circunstancias agravantes, atenuantes e, incluso, eximentes (por vía admistrativa la única circunstancia que existe es si vas a pagar antes o después y cuánto es la mora). Esta charla fue a 140 por la autopista... Diego, delincuente...
Una casa preciosa, llena de luz, unos techos altísimos y con enormes posibilidades. Comimos en Utrecht y nos volvimos a Rotterdam donde yo me pillé un tren hacia Amsterdam, con parada en La Haya y Leiden, donde me estaban esperando Hormon Wells y Maribel (bibliotecaria, soltera, con gafas).
Como pueden ver en el mapa, me recorrí en un día todo el triángulo del Randstad, que es, creo, el área más densamente poblado de Europa y el resultado lo pueden ustedes ver en esta otra foto.
Qué completo viene hoy el blog. No se me quejarán.
Con Hormon Wells y Maribel, en Amsterdam, estuvimos básicamente tomando una cerveza, cenando en La Luna y babeando con la camarera... Bueno, Maribel, no... Quiero decir que estuvimos planeando hacer cosas diferentes con el blog para el año que viene pero la cabrona de la camarera venía cada dos por tres y se nos iba el santo al cielo, perdíamos la concentración, oléolé, for me and you, grrrrrr... ¡Viva Holanda! ¡Viva Alfredo Oh Landa!
¿Qué le vamos a hacer? Somos paletos.
Luz de velas en La Luna, restaurante argentino en Amsterdam, una camarera así, con cara de necia sin escrúpulos, que causa aturdimiento como si la necedad fuera contagiosa y, de fondo, una dulce voz de mujer canta en directo "Fly me to the moon" de Sinatra...
Fly me to the moon
let me play among the stars...
Juanito (Hormon Wells), como ya es conocido en el barrio, es un hombre proclive al amor, pero si, encima, se lo pasean por delante de la nariz una y otra vez, envuelto en papel de regalo...
let me see what spring is like
on Jupiter and Mars...
-- ¿Desean algo más? -nos interrumpe una vez más con una sonrisa dominadora más que servil. Es imposible que nuestra conversación desemboque en alguna conclusión útil.
-- ¿Qué me decías? -pregunto sin mirar al preguntado
-- ¿Yo? Mira, tronco- me explica Juanito, ahora que ya le hemos dicho a la camarera que no deseamos nada más, aunque hubiéramos deseado decirle la verdad-. El dueño del restaurante contrata... ¡Unas camareras! ¡Así! Todas son como ésta y, claro, luego me echa la bronca por vacilar con ellas. Me dice: "Juanito, esta chica es compañera de trabajo, no seas mujeriego".
-- Yo creo que no le gusta la competencia.
In other words, hold my hand
in other words, baby kiss me...
No pudimos llegar a ninguna conclusión, porque esta mujer no nos dejó. Nos pasamos toda la cena diciéndonos... ¿Por dónde íbamos?... Bueno, lo que te iba diciendo... En fin. Menos mal que está Maribel de testigo: no nos dejó hablar.
Un rato después, en el tren de vuelta a Schipol (donde había quedado con Diego y Wenneke, que, de vuelta a Rotterdam, me iban a dejar en Delft), pude pensar con tranquilidad. Un solitario trayecto en tren por la noche es lo mejor para unir cabos sueltos de conversación, para combinar razonamientos, motivos que ayudan a dar a luz nuevas ideas, nuevas iniciativas, en definitiva, es un momento cojonudo para llegar a una conclusión sesuda y profunda (Ventajas de viajar en tren, supongo). Me habría gustado que Hormon Wells hubiera estado en ese momento en el tren conmigo para compartirla con él, ya que mi conclusión nació con el suave movimiento del vagón pero fruto de nuestro encuentro en Amsterdam.
-- Ya se lo diré -pensé-. O, mejor, se lo escribo en el blog. Hormon, hermano, tronco... ¡Que peras tenía la camarera, madre mía!
Reunión en la cumbre, conclusiones de altura.
X. Bea-Murguía (Bego, gracias por el tratamiento VIP habitual, besos)
Besos Maribel.
Muchas felicidades Ainhoa, te lo juro te lo juro, que no se me ha olvidado. Espero que mi Pepe te haya regalado esta vez unas Lelikellis, que lo de los manolos ya es mucho. Un beso, te lo juro.
el sábado fue un día agotador, como, enseguida, podrán comprender. Me pegué un buen madrugón porque cada cual tiene sus manías y la peor de las mías, probablemente, sea madrugar. A las nueve y media, Diego y Wenneke, mis cuñados, venían a buscarnos a casa de mi hermana, en Delft, desde Rotterdam. Se han comprado una casa en Utrecht y, aprovechando que habían quedado con unos albañiles, íbamos a conocerla.
A medio camino, a la altura de Gouda (que los holandeses llaman Jauda, lo cual es absurdo porque el queso ha sido queso gouda toda la puta vida), se da la clásica conversación: cariño, ¿las llaves?, ¿las llaves yo?, las llaves tú, ¿dónde están las llaves matarilerilerile?, su puta madre las llaves, llevamos todo menos las llaves, ya ves, y vuelta a Rotterdam, por otro camino.
Llegamos a Utrecht un poco tarde, pero después de una interesante conversación sobre las normas de tráfico en la que yo decía (contra todos) que toda ley es interpretable y que toda falta debería tener circunstancias agravantes, atenuantes e, incluso, eximentes (por vía admistrativa la única circunstancia que existe es si vas a pagar antes o después y cuánto es la mora). Esta charla fue a 140 por la autopista... Diego, delincuente...
Una casa preciosa, llena de luz, unos techos altísimos y con enormes posibilidades. Comimos en Utrecht y nos volvimos a Rotterdam donde yo me pillé un tren hacia Amsterdam, con parada en La Haya y Leiden, donde me estaban esperando Hormon Wells y Maribel (bibliotecaria, soltera, con gafas).
Como pueden ver en el mapa, me recorrí en un día todo el triángulo del Randstad, que es, creo, el área más densamente poblado de Europa y el resultado lo pueden ustedes ver en esta otra foto.
Qué completo viene hoy el blog. No se me quejarán.
Con Hormon Wells y Maribel, en Amsterdam, estuvimos básicamente tomando una cerveza, cenando en La Luna y babeando con la camarera... Bueno, Maribel, no... Quiero decir que estuvimos planeando hacer cosas diferentes con el blog para el año que viene pero la cabrona de la camarera venía cada dos por tres y se nos iba el santo al cielo, perdíamos la concentración, oléolé, for me and you, grrrrrr... ¡Viva Holanda! ¡Viva Alfredo Oh Landa!
¿Qué le vamos a hacer? Somos paletos.
Luz de velas en La Luna, restaurante argentino en Amsterdam, una camarera así, con cara de necia sin escrúpulos, que causa aturdimiento como si la necedad fuera contagiosa y, de fondo, una dulce voz de mujer canta en directo "Fly me to the moon" de Sinatra...
Fly me to the moon
let me play among the stars...
Juanito (Hormon Wells), como ya es conocido en el barrio, es un hombre proclive al amor, pero si, encima, se lo pasean por delante de la nariz una y otra vez, envuelto en papel de regalo...
let me see what spring is like
on Jupiter and Mars...
-- ¿Desean algo más? -nos interrumpe una vez más con una sonrisa dominadora más que servil. Es imposible que nuestra conversación desemboque en alguna conclusión útil.
-- ¿Qué me decías? -pregunto sin mirar al preguntado
-- ¿Yo? Mira, tronco- me explica Juanito, ahora que ya le hemos dicho a la camarera que no deseamos nada más, aunque hubiéramos deseado decirle la verdad-. El dueño del restaurante contrata... ¡Unas camareras! ¡Así! Todas son como ésta y, claro, luego me echa la bronca por vacilar con ellas. Me dice: "Juanito, esta chica es compañera de trabajo, no seas mujeriego".
-- Yo creo que no le gusta la competencia.
In other words, hold my hand
in other words, baby kiss me...
No pudimos llegar a ninguna conclusión, porque esta mujer no nos dejó. Nos pasamos toda la cena diciéndonos... ¿Por dónde íbamos?... Bueno, lo que te iba diciendo... En fin. Menos mal que está Maribel de testigo: no nos dejó hablar.
Un rato después, en el tren de vuelta a Schipol (donde había quedado con Diego y Wenneke, que, de vuelta a Rotterdam, me iban a dejar en Delft), pude pensar con tranquilidad. Un solitario trayecto en tren por la noche es lo mejor para unir cabos sueltos de conversación, para combinar razonamientos, motivos que ayudan a dar a luz nuevas ideas, nuevas iniciativas, en definitiva, es un momento cojonudo para llegar a una conclusión sesuda y profunda (Ventajas de viajar en tren, supongo). Me habría gustado que Hormon Wells hubiera estado en ese momento en el tren conmigo para compartirla con él, ya que mi conclusión nació con el suave movimiento del vagón pero fruto de nuestro encuentro en Amsterdam.
-- Ya se lo diré -pensé-. O, mejor, se lo escribo en el blog. Hormon, hermano, tronco... ¡Que peras tenía la camarera, madre mía!
Reunión en la cumbre, conclusiones de altura.
X. Bea-Murguía (Bego, gracias por el tratamiento VIP habitual, besos)
Besos Maribel.
Muchas felicidades Ainhoa, te lo juro te lo juro, que no se me ha olvidado. Espero que mi Pepe te haya regalado esta vez unas Lelikellis, que lo de los manolos ya es mucho. Un beso, te lo juro.
Etiquetas: Holanda, Hormon Wells, Viajes
8 Comments:
Yo el proximo dia ya considero que voy a esperar a la salida a la interfecta y le voy a cantar la de Julio Romero de Torres.
Un abrazo.
Hormon
Muchisimas gracias por la felicitacion Javier ,,, Que guapa voy a estar con mis LelliManoloKellis .... jejejejejeje
Os habeis dejado las fotos. Se las doy a mis padres para que os las lleven.
A ver cuando publicas algo de la pronunciacion del holandes, que ahi si que te voy a hacer un comentario bueno
Hormon, esperamos crónica...
Ainhoa, de nada, venga esos manolos
Diego, cuñado, el problema del holandés es que no se puede pronunciar sin que se te produzca un esguince de lengua. Lo de las fotos, me doy una colleja de parte de mi señora y os pido, humildemente, perdón.
Javier
Besos Javier.Eso del traqueteo del tren y tener a Hormon al lado...¿solo a mí me suena raro?.jeje Eso sí la chica mona, muy mona pero trajo el pedido mal, ¿nadie recuerda eso?. Me consuela que disfrutaran los ojos y los oídos, la música y la compañía era buenas, algo distraídos pero bueno, jeje. Te perdistes las rubias de después,con lo que yo me hubiese reído veros juntos en un garito de Amsterdam, sin dar a basto y sin porder mantener un diálogo coherente!!. Otra vez será.
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¿Trajo mal el pedido? Pero eso lo hizo porque quería venir más veces a nuestra mesa.
La verdad es que somos un par de groseros... Sobre todo él.
Me alegro de leerte. Un beso
Javier
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