lunes, noviembre 16, 2009

Rectificar no te hace sabio, pero sí pareces menos tonto

Con un arranque sin igual...

"El único consejo que puedo ofrecer, si se despertara usted sobresaltado en un apartamento desconocido, con una profunda resaca, sin nada de ropa y sin que recuerde cómo ha llegado hasta allí, mientras la policía tira la puerta abajo a golpes acompañada de perros excitados, y se encuentra usted rodeado de fardos de revistas de lujo que muestran niños en actos adultos, el único consejo que puedo darle es que trate de ser amable y jovial".

...debo confesar que lo dejé aparcado, no sé si porque no estaba yo en el estado de ánimo adecuado o porque, en las páginas inmediatas da la sensación de que Tibor Fischer, "Filosofía a mano armada", se va a meter en el farragoso mundo de Miguel de Montaigne que, reconozcámoslo, no es precisamente una lectura ligera (salvo para superdotados como Muñoz Robledano).

La cuestión es que vino bien recomendado, por el entusiasmo apasionado de David Torres, que aconseja siempre con una vehemencia tan contagiosa que casi da pena confesar que no te ha gustado el libro, como si le fuera a defraudar.

Quizá por eso, en lo que encontraba "El amor patético", de Rafael Martínez Simancas, Algaida, (próxima recomendación de Wells & Bea-Murguía), me decidí a darle su merecida segunda oportunidad a Fischer.

Un crápula, doctor en filosofía, Eddie Féretro, se asocia con un hampón francés y gañán, Hubert, para atracar bancos, dando forma a la Banda del Pensamiento. La manera en que Hubert aprende y aplica la filosofía que le enseña Féretro al delito es, sencillamente, genial.

He aquí un párrafo ilustrativo:

"En el camino a Frontignan, bajo un sol glorioso, Hubert explica cómo, en la visita a Frédéric, la filosofía le cambió la vida.

-- Iba a dispararle. Iba a volarle los sesos. Pero entonces lo pensé más filosóficamente. Pensé: ¿le enseñará eso algo?

De manera que cuando se despertó y me encontró ahí con las bolsas de cemento, se cagó encima. Es verdad, el mayor miedo del hombre es a lo desconocido. Él sabía que mi revólver podía matarlo; no era algo que le gustara, pero sí algo que conocía bien. Lo que era incomprensible para él era el cemento".

Y sigue, pero no se lo voy a destrozar. Gran recomendación David. Se la hago extensiva al resto. Tibor Fischer. "Filosofía a mano armada". Tusquets.

X.Bea-Murguía (rectificar no te hace más sabio, pero sí pareces menos tonto).