Del martirmonio
Queridos amigos:
en uno de los debates de mayor altura intelectual que se ha puesto sobre el tapete del foro público de los últimos tiempos en España, el del matrimonio homosexual, una de las mejores posturas, aparte de desnudo y con el culo en pompa, es la de aquel que decía que estaba en contra no de que los homosexuales se casaran, sino de que la gente, en general, cometiera semejante error. Estos gobiernos tan neoliberales que no intervienen en la economía y que están cruzando la frontera del fascismo regulando duramente las costumbres privadas, tendrían que hacer un ejercicio de coherencia y prohibir todos los matrimonios, en vez de aumentar el ramillete de posibilidades.
Me gusta la opinión templada que navega entre la defensa de la libertad de todo el mundo a hacer de su vida lo que le dé la gana y con pleno derecho y la burla, un poco chusca si me lo permiten, que supone exportar a pelo roles heterosexuales a un mundillo que tiene su propio estilo de vida, ni mejor ni peor, distinto y que, insisto, merece algún tipo de protección legal seria porque ellos y ellos y ellas y ellas también son administrados (les ahorro la palabra "ciudadanos" porque es décimonónica y excluyente y, también, "contribuyente" porque están demasiado cerca las heridas causadas por Hacienda).
Alguien me dijo, aunque yo no lo he podido comprobar (quizá alguno de ustedes pueda refutar este dato o confirmarlo) que casi un año después de la aprobación de la ley del matrimonio homosexual se han casado la friolera de medio centenar de parejas. De ser cierto, parece que no había una necesidad demasiado imperiosa de aprobar una ley y, nuevamente, más parece una estrategia de la izquierda española para sacar del armario a lo más apolillado y carca del PP, para que la derecha se quite la careta del centrismo liberal y se vea su verdadera faz de antigualla anquisolada, retrógrada y obsoleta con bigotito fascista. No aprenden. ¡Qué pena me dan, pobrecitos!
Consternado leo en el M2 de El Mundo, aunque confirma mi teoría de la broma chusca, que ya ha ocurrido la primera separación legal gay, consecuencia inevitable del matrimonio. Lo primero que me llama la atención es que el tipo sale de espaldas en la foto y que los nombres de los ex contrayentes se reducen a impersonales iniciales, H. y F., lo que, sin duda, da fe del nivel de liberación que ha alcanzado el mundo homosexual en España. Flaco favor, desde luego, para esta causa. En esta línea de imitación burda de lo peor de la heterosexualidad, después de trece años de convivencia y sólo unos meses de matrimonio, ese cadalso del amor, uno de los cónyuges solicita el uso del hogar, una pensión y la custodia del perro. Parece un chiste, pero en verdad es una carga más para la lenta justicia española. ¿Vamos a tener un juzgado ocupado en dirimir la custodia de un perro? ¿Se establecerá un régimen de paseos del estilo "H. podrá pasear al perro un fin de semana sí y otro no"? ¿Llevará H. al perro al McDonalds los domingos que le toque? Como están las cosas, a ver qué juez es el guapo que niega que entre perro y amo hay un lazo paterno (o materno)-filial indeleble que merece protección legal. Otra vuelta de tuerca.
En esta misma línea, el Crónica publicaba un reportaje interesante sobre la batalla legal que se está planteando en Estados Unidos y Canadá a favor de la legalización de la poligamia. ¿Por qué no? El principio jurídico es el mismo: la voluntad de tres (o cuatro) personas adultas y conscientes que quieren unirse hasta que el divorcio los separe... Pero no hay sistema jurídico que tenga una base suficientemente sólida para dar a un juez los instrumentos necesarios para tomar una decisión respecto a un divorcio triple (o cuádruple). Imaginen la sentencia, sería de locos: Manolito le paga una pensión a Manolita quien, a su vez, le da la mitad a María de las Mercedes; se establece un régimen de visitas que se divide en los días impares con luna creciente... Por no incidir en cómo se haría el reparto de los bienes o, lo que es peor, cómo se delimitarían los gananciales. Si un divorcio ya es un lío con dos personas, con una tropa no quiero ni pensarlo.
Volvemos a lo del principio. Lo que hay que hacer es prohibir el matrimonio (menos el nuestro, cariño). Yo, por salud mental, jamás me casaría con dos o tres mujeres. Ellas sabrán perdonarme, pero no hay jeroglífico más impenetrable que el pensamiento de una mujer enfadada. Cuando le dices: "¿Qué te pasa?" y responde un seco: "Nada". Ese nada al cubo equivale a un alcaselser fresquito. Bastante trabajo tengo con acordarme de un cumpleaños y un aniversario, como para recordar tres, como para tener detalles con todas... Un matrimonio es una cuerda floja sin red, un número de circo dentro de un cuadro del colectivo Brücke, un equilibrio imposible. Pero tres en ese hilo es multitud, más que nunca, y todo se descompensa. La convivencia se convierte en un suicidio y el suicidio está penalizado en España. Pienso que la poligamia sólo puede funcionar en sociedades sexistas que aceptan que la mujer esté supeditada al hombre. Aún así, ¿por qué no? Alguien debería hacer una ley otorgando a los administrados el derecho inalienable a equivocarse.
De la primera vez que fui al recién estrenado hogar de mi hermano, me llamó la atención la simbología que han usado él y mi cuñada en la decoración de su nido. Algo que, según creo, está muy de moda es enmarcar enormes hojas de árbol y colgarlas en el salón. Ellos han elegido dos hojas de palma, una para Mitxu y otra para Ana:
-- "Resulta muy apropiado", le dije a mi cuñada.
-- "¿Por qué lo dices?".
-- "Porque la palma es el símbolo cristiano del martirio".
X. Bea-Murguía (martirmonio para todos)
En la foto, San Lorenzo, ese mártir vuelta y vuelta.
3 Comments:
Curioso que nadie haya comentado esto, ¿no? Misterios del santoral.
Gaitero
Fíjate que yo pensaba que me iban a insultar, pero me consuela pensar que el silencio no suele ser signo de aprobación.
Tenía hasta pensada la respuesta. Una situación ficticia: ¿Qué diría Stalin ante la tumba de Karl Marx?
-- "Piensa lo que quieras".
Javier
Echaría una meada y se la sacudiría dos veces. Una por Lenin y otra por Trostky.
Eso sí que eran matrimonios.
La mejor frase, de Groucho: "El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si le gusta vivir en una institución".
Gaitero
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