jueves, junio 22, 2006

Después de los 65, por el culo te la hinco


Queridos amigos:

nada más lejos de mi ánimo que faltar el respeto a las canas. En absoluto. Muchas de ellas cebrean desde hace tiempo mi pelo negro (a pesar de mi exultante juventud, divino tesoro) y el respeto, que es cosa buena, se empieza practicándolo con uno mismo. Ya lo dijo Cuales de Mileto, el hermano listo de Tales, "Respétate a ti mismo", máxima délfica que NO tiene ninguna relación con el sexo, que les veo venir.

El otro día, mi buen amigo Jesús Llano, de quien ya les he hablado en alguna ocasión y que, repito, es un tipo excepcional que debería protagonizar una serie de televisión para la que sugiero el título "Apadrine a un estanquero", me contó una tierna historia de un vejete, cliente suyo de toda la vida, que apareció un buen día por su estanco para despedirse de él.

-- "El médico me ha dicho que deje de fumar", se lamentaba.

Con noventa y tantos años, el hombre es un libro de historia con patas: está en su tercer Borbón o, lo que es lo mismo, ha superado dos dictaduras, una dictablanda, una república y una guerra.

-- "¡No me jodas!", me dice Jesús. "Con esa edad, un pobre hombre que se fuma un puro al día. ¡Si el tabaco ya no le puede hacer nada! Hay que fusilarlo para que se muera".
-- "¿Y tú qué le dijiste?", le pregunté yo.
-- "Que cambiara de médico".

Supongo que ustedes habrán visto u oído la última campaña del Ministerio de Sanidad para fomentar hábitos saludables de vida en la tercera edad, cuyo lema reza "Después de los 65 años estás en la edad de no hacer nada o de hacerlo todo". No hagan ni caso, que estos lo que quieren es quedarse ellos con todo lo bueno de la vida. Ya cabrea un poco que para los poderes públicos la llamada tercera edad tenga un umbral tan bajo, lo que demuestra, una vez más, que la administración tiene menos cintura que una aceituna: tan fácilmente confunde jubilación con vejez, como madurez con mayoría de edad, pero son cosas muy distintas.

El Ministerio tiene la triste obligación de hacer este tipo de campañas, y yo lo comprendo (aunque resulta un poco contradictorio, porque para el neoliberalismo feroz imperante es mucho más rentable que nos muramos justo a los 65), con las que quieren condenar a la gente a una nueva Esparta de pescadito hervido y paseos pastoriles, pero yo no comparto para nada esta visión de la vejez, sobre la que vuela en círculos el miedo al taca-taca y al asilo.

Propongo, como siempre, una campaña alternativa que presente una manera distinta de disfrutar de la vida después de los 65, que no tiene por qué estar llena de privaciones: estás en la edad de hacerle un corte de mangas a tu jefe, de tomarte una copita con los amigos a la hora del café en el bar del barrio, de echarte un saludable purito al coleto, de comer bien (que no es incompatible con comer sano), de pellizcarle el culo a tu señora (o a tu "sobrina") o de dejarte pellizcar el culo por tu señor, de tomarte un whisky con almendras después del cine, de no madrugar (salvo que te guste), de paladear, en definitiva, los pequeños placeres de la vida. Si esto se practica con la debida moderación, lo que dice Jesús, lo único que les puede matar es un fusilamiento. El día que hagan una campaña diciendo esto, no me ofenderé porque me digan que la tercera edad empieza a los cuarenta. Ojalá.

Ahora que si ustedes prefieren el pescadito hervido, es su opción, pero no me compren que con eso va a esquivar a la parca, porque no. Para mí, calidad de vida es otra cosa. Tantos años currando como esclavos para ponerse a régimen. "La vida son raticos" y yo prefiero morir a los setenta de un enfisema que a los 100 con la salud intacta.

X.Bea-Murguía (que son dos días)

Jesús Llano Muriel (en la foto, en La Habana recogiendo el premio Hombre Habano del Año, que se otorga al mejor estanquero del mundo), cava-estanco Cardenal Cisneros, en el número 17 de la calle del mismo nombre, esquina a Hartzenbusch, metro Bilbao, cerca de Luchana y Fuencarral. No digan que van de mi parte que no les dejarán pasar. Como él mismo dice, lo peor del estanco, el personal y si ya les he dicho que este es de primera, no quieran ni imaginarse cómo me tiene los puros: dignos de una campaña de promoción de hábitos saludables en todas las edades.