martes, agosto 08, 2006

Qumran


Queridos amigos:

Como creo que he dicho en alguna ocasión, y si no lo aclaro ahora, vivo mi propia religiosidad de una manera muy personal y para nada encorsetada por dogmas, doctrinas, ritos y símbolos, por los que sin embargo, siento una gran inquietud antropológico-cultural. Respiren tranquilos que no pienso hacer aquí una exégesis de mis sentimientos religiosos. Como mucho me limitaré a manifestarme creyente-agnóstico, dependiendo de cómo me vaya el día y, definitivamente, relativista. También creo, en esta línea de idolatría-fetichista, en Alfredo Landa y, por supuesto, en el culo de Jennifer López.

Decía que tengo un interés muy vivo por todo lo que rodea a la tradición judeo-cristiana y por el catolicismo y sus símbolos, sobre todo por el arte y la iconografía católicos. Como supongo que la mayoría de ustedes, yo fui educado en esa religión, hice mi primera comunión y todo eso. Incluso me confesé una vez, en el tiempo en el que era inútil que el cura me preguntara por el sexto porque estaba aún en edad de bicicletas, fútbol, chapas, amigos... Las niñas eran ese misterio con faldas... Ahora que lo pienso... Si quito las chapas y añado lo que hay debajo de ellas, la cerveza (con aceitunas), me doy cuenta de lo poco que he evolucionado desde entonces.

De esta religión, a pesar de que me casé por la Iglesia, apostaté hace muchos años de una manera discreta e interior, entre otras cosas, porque la veneración fervorosa e iluminada a vírgenes, santos, mártires, reliquias, serafines, querubines, pronos, dominaciones, virtudes, potestades, ángeles, arcángeles y principados se me antoja pura idolatría, heredera del politeísmo pagano romano, lo que queda muy alejado del mensaje bíblico. Tanto San Mateo como San Lucas lo dicen en sus Evangelios, pero la Biblia está plagada de esa advertencia: "Sólo adorarás a Dios". Creo que está clarito. La Biblia no dice: "Adorarás a la Virgen del Rocio y odiarás a la Macarena". No. Eso no tiene nada que ver con la religión.

Mi inquietud por saber más sobre la figura de Jesús y la historia sagrada me ha llevado a leer la Biblia habitualmente (quiero decir, que sigo leyéndola) y todo volumen que caiga en mis manos que pueda ilustrarme sobre la materia: novelas buenas, buenas, como la citada en este blog, El evangelio según el Hijode Mailer, (y otras que ustedes conocen sobradamente) así como hagiografías, libros de místicos...

El domingo, huyendo de la quema, volví de Galicia en tren, un cómodo trayecto en Talgo de ocho horas. Mi padre me llevó a Santiago y me dejó allí tirado como una colilla en la RENFE (tirado como una colilla es una afirmación hoy políticamente incorrecta en Galicia) por miedo al atasco, con una perspectiva de espera en el andén de hora y pico. Ni un café ni un paseo por el Obradoiro ni una charla padre-hijo ni nada de nada. Aunque iba bien provisto de lectura para llenar todo el trayecto, me di una vuelta por el quiosco de la estación sin esperanzas de encontrar nada interesante. Por matar el tiempo. De pronto, incrustado en la típica columna de ediciones de bolsillo brilló como el ángel de la Anunciación un título para mí tremendamente atractivo: “Qumran”, de Eliette Abecassis. Cinco euros. Lo hojeo, lo veo lleno de citas del Zohar, del Talmud, de la Torá y de los Evangelios y, coño, me convence.

Esperaba encontrar información sobre los Rollos del Mar Muerto, el Evangelio apócrifo de los esenios, algo con un poco de chicha, pero me di de bruces con un thriller mal armado, de íntriga facilona y quinientas-tantas páginas. Según iba avanzando en la historia, crecía mi desesperación. ¡Qué libro más malo! Y de los Rollos del Mar muerto, ni sombra. Después de ocho horas de tren, cruzaba mi mirada por ese paisaje de letras con indolencia y sin esperar fruto alguno, me fui vaciando yo, en lugar de llenarme, como se vaciaba el Talgo en las ciudades en las que paraba (O Carballiño, Orense, A Gudiña, Puebla de Sanabria, Zamora, Medina del Campo, Ávila y Villalba).

Llegando ya a Chamartín, defraudado y cabreado en la página trescientos y pico del best-seller, miré al final de libro. Quise saltarme la farfolla de la intriga para averiguar sin preámbulos ni cursilerías que el asesino misterioso era, sin duda, Jack el Forastero y no el que el autor, manipulador, señalaba como malo, malo, malo y crucificador. Quería darle carpetazo al novelón. Suelo terminar los libros que empiezo, pero para este tenía que invertir demasiado pundonor. Recuerdo que en ese momento, la megafonía del tren anunció la llegada inminente al fin de trayecto.

-- “¡Vaya mierda!”, pensé. “Ocho horas de lectura y cinco euros desperdiciados”, mientras pasaba rápido las hojas hacia el final del tomo.

Entonces, lo vi.

No tenía tiempo más que para coger mi mochila.

Y lo vi. Lo vi como un billete de cien euros enterrado en una mierda de vaca.

X. Bea-Murguía (técnica de intriga al uso)

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Eso te pasa por leer tanto. El Marca nunca defrauda. Que lo sepas.

El frutero.

08 agosto, 2006 14:19  
Blogger H.Wells y X.Bea-Murguía said...

Coño, todavía andas por aquí.

El Marca es un fraude en sí. La única lectura que no defrauda nunca es el "EMPUJAR" de las puertas (y la mayoría ni lo leemos).

Javier

08 agosto, 2006 22:32  
Anonymous Anónimo said...

¡Ooooh el culo de Jennifer López! Mi icono, mi torá, mi túnica naranja, mi nohaymasdiosqueEse, y mi todo de mi todo.
Siempre, siempre pensé que un culo es algo divino... especialmente ese.
Teniendo en cuenta que soy un diablo, ni tan mal, ¿eh?

10 agosto, 2006 22:22  

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