Cada cosa por su nombre
Queridos amigos:
me han pedido que dé mi opinión sobre la proliferación de bandas... Perdón, que no me acordaba de que no se les puede llamar banda, que es despectivo, como tampoco se puede decir que son pandilleros. Esto es incorrecto... Déjenme que reflexione un poco más sobre el asunto...
No puedo. Me ha salido un grano en el culo que me parece que voy a pedir la baja. ¡No encuentro postura, coño! ¿De qué se ríen? ¿A ustedes no les ha pasado nunca? ¿Se dan cuenta? Un grano en el culo nunca sale en un sitio que no moleste. El mío es un estratega, el muy cabrón. El Napoleón de los forúnculos, el Zorro del Desierto de mis posaderas, que se ha emboscado en mi carrillo derecho, a escasos centímetros de la cesura que me divide en dos como un romance, y me tiene rodeado. Está creciendo aún. Anoche, al acostarme, me pidió que le remetiera las mantas. Me parece que me voy a rendir...
Decía que me han pedido que opine sobre la proliferación de ese grano en el culo social que son las... las... ¿Cuchipandis? ¿Es correcto denominarlas cuchipandis? Pues eso, Cuchipandis de Latin Kings. Y lo cierto es que no tengo una opinión muy definida. Todos en la juventud hemos sido rebeldes sin causa, hemos vestido de forma estrafalaria para nuestros mayores... Bueno, yo no, pero ¡en mi instituto había cada uno!. En principio, me parece que llevar esa ropa bruñida y de coloricos, un poco crecedera, como si la acabaran de heredar de su hermano mayor, es una horterada mayúscula. Es una opinión muy subjetiva, claro, porque todas las horteradas merecen el mismo respeto, sin tener en cuenta el estrato social. Por ejemplo, ¿qué son los Beckham? Un par de horteras con American Express Platinium.
Esta rebeldía sin causa se manifiesta, como fenómeno puramente adolescente que es, metiendo cuatro cuchilladas a un tío. ¿Quién de ustedes, en su adolescencia, sumida en el torbellino atrapador de una tribu urbana, no le ha metido cinco o seis cuchilladas a alguien? Si es que somos unos hipócritas. El que esté libre de pecado, que pegue la primera navajada.
Encuentro que es una contradicción bastante común en nuestra Españñññña lo mucho que criticamos a Estados Unidos mientras que, por el otro lado, aceptamos y tratamos de absorber lo peor de allí. A mí, particularmente, cuando me cruzo en mi pueblo con dos pavos vestidos de malotes del Bronx (por aquí hay algunos que van disfrazados de Latin King y no todos son iberoamericanos) me entra la risa. Creo que ya lo dije una vez, pero lo repito: esa indumentaria, propia de una raza urbana norteamericana, me choca como le extrañaría a un neoyorquino ver a unos negros de Harlem vestidos de lagarterana. Pero, en fin, esto es ad libitum.
Puede que alguno de ustedes se sienta ofendido por lo que me dispongo a decir, pero lo voy a soltar igualmente por dos razones: en este blog todo el mundo dice lo que le da la gana porque hay derecho total de réplica y mi intención, al expresar mis opiniones, nunca es, en ningún caso, ofender a nadie.
Ahí va.
Si aceptan ustedes que el hip-hop es música,
si aceptan ustedes que los Latin King son una asociación cultural,
por la misma regla de tres,
acepten que mi pene es el obelisco de la Place de la Concorde.
Por otro lado, la teoría de la circularidad de la información reza que un fenómeno social se alimenta y engorda gracias a la difusión mediática de sus proezas. Los Latin Kings son en función de que se hable de ellos en los medios. No estoy proponiendo un acto de autocensura, ni mucho menos, pero arrancar ese halo heroíco de rebeldía adolescente que rezuma de las informaciones que se dan sobre ellos, hablar de los Latin Kings como lo que son, delincuentes juveniles, mafiosos, navajeros y traficantes de medio pelo, ayudaría más a erradicar el fenómeno que declararlos Asociación Cultural y Deportiva de los Reyes Latinos.
Creo que dar a cada cosa su nombre exacto ayuda a localizar, diagnosticar, tratar y curar una enfermedad social que es como un grano en el culo. Aunque a lo mejor me equivoco. A lo mejor es más práctico aprender a sentarte apartando el glúteo derecho para no acordarte de que tienes un grano en el culo.
X.Bea-Murguía (a partir de ahora, me podéis llamar Obélix)
PEQUEÑO EPÍLOGO DRAMATIZADO AÑADIDO A LAS 9.00 AM
En atención primaria.
BEA-MURGUíA: Buenas.
DRA. Sch: Buenas. A ver. ¿Qué le pasa?
BM: Verá... Me ha salido un algo en cierta parte.
DSch: ¡Ah! ¿Ha pensado en montarle una asociación cultural?
BM: Pues no, la verdad. No se me había ocurrido. (Y para sí) Asociación Cultural del Grano del Culo. No suena mal.
DSch: ¿Fuma?
BM: Sí.
DSch: Muy mal. Deje de fumar. ¡SIGUIENTE!
me han pedido que dé mi opinión sobre la proliferación de bandas... Perdón, que no me acordaba de que no se les puede llamar banda, que es despectivo, como tampoco se puede decir que son pandilleros. Esto es incorrecto... Déjenme que reflexione un poco más sobre el asunto...
No puedo. Me ha salido un grano en el culo que me parece que voy a pedir la baja. ¡No encuentro postura, coño! ¿De qué se ríen? ¿A ustedes no les ha pasado nunca? ¿Se dan cuenta? Un grano en el culo nunca sale en un sitio que no moleste. El mío es un estratega, el muy cabrón. El Napoleón de los forúnculos, el Zorro del Desierto de mis posaderas, que se ha emboscado en mi carrillo derecho, a escasos centímetros de la cesura que me divide en dos como un romance, y me tiene rodeado. Está creciendo aún. Anoche, al acostarme, me pidió que le remetiera las mantas. Me parece que me voy a rendir...
Decía que me han pedido que opine sobre la proliferación de ese grano en el culo social que son las... las... ¿Cuchipandis? ¿Es correcto denominarlas cuchipandis? Pues eso, Cuchipandis de Latin Kings. Y lo cierto es que no tengo una opinión muy definida. Todos en la juventud hemos sido rebeldes sin causa, hemos vestido de forma estrafalaria para nuestros mayores... Bueno, yo no, pero ¡en mi instituto había cada uno!. En principio, me parece que llevar esa ropa bruñida y de coloricos, un poco crecedera, como si la acabaran de heredar de su hermano mayor, es una horterada mayúscula. Es una opinión muy subjetiva, claro, porque todas las horteradas merecen el mismo respeto, sin tener en cuenta el estrato social. Por ejemplo, ¿qué son los Beckham? Un par de horteras con American Express Platinium.
Esta rebeldía sin causa se manifiesta, como fenómeno puramente adolescente que es, metiendo cuatro cuchilladas a un tío. ¿Quién de ustedes, en su adolescencia, sumida en el torbellino atrapador de una tribu urbana, no le ha metido cinco o seis cuchilladas a alguien? Si es que somos unos hipócritas. El que esté libre de pecado, que pegue la primera navajada.
Encuentro que es una contradicción bastante común en nuestra Españñññña lo mucho que criticamos a Estados Unidos mientras que, por el otro lado, aceptamos y tratamos de absorber lo peor de allí. A mí, particularmente, cuando me cruzo en mi pueblo con dos pavos vestidos de malotes del Bronx (por aquí hay algunos que van disfrazados de Latin King y no todos son iberoamericanos) me entra la risa. Creo que ya lo dije una vez, pero lo repito: esa indumentaria, propia de una raza urbana norteamericana, me choca como le extrañaría a un neoyorquino ver a unos negros de Harlem vestidos de lagarterana. Pero, en fin, esto es ad libitum.
Puede que alguno de ustedes se sienta ofendido por lo que me dispongo a decir, pero lo voy a soltar igualmente por dos razones: en este blog todo el mundo dice lo que le da la gana porque hay derecho total de réplica y mi intención, al expresar mis opiniones, nunca es, en ningún caso, ofender a nadie.
Ahí va.
Si aceptan ustedes que el hip-hop es música,
si aceptan ustedes que los Latin King son una asociación cultural,
por la misma regla de tres,
acepten que mi pene es el obelisco de la Place de la Concorde.
Por otro lado, la teoría de la circularidad de la información reza que un fenómeno social se alimenta y engorda gracias a la difusión mediática de sus proezas. Los Latin Kings son en función de que se hable de ellos en los medios. No estoy proponiendo un acto de autocensura, ni mucho menos, pero arrancar ese halo heroíco de rebeldía adolescente que rezuma de las informaciones que se dan sobre ellos, hablar de los Latin Kings como lo que son, delincuentes juveniles, mafiosos, navajeros y traficantes de medio pelo, ayudaría más a erradicar el fenómeno que declararlos Asociación Cultural y Deportiva de los Reyes Latinos.
Creo que dar a cada cosa su nombre exacto ayuda a localizar, diagnosticar, tratar y curar una enfermedad social que es como un grano en el culo. Aunque a lo mejor me equivoco. A lo mejor es más práctico aprender a sentarte apartando el glúteo derecho para no acordarte de que tienes un grano en el culo.
X.Bea-Murguía (a partir de ahora, me podéis llamar Obélix)
PEQUEÑO EPÍLOGO DRAMATIZADO AÑADIDO A LAS 9.00 AM
En atención primaria.
BEA-MURGUíA: Buenas.
DRA. Sch: Buenas. A ver. ¿Qué le pasa?
BM: Verá... Me ha salido un algo en cierta parte.
DSch: ¡Ah! ¿Ha pensado en montarle una asociación cultural?
BM: Pues no, la verdad. No se me había ocurrido. (Y para sí) Asociación Cultural del Grano del Culo. No suena mal.
DSch: ¿Fuma?
BM: Sí.
DSch: Muy mal. Deje de fumar. ¡SIGUIENTE!
5 Comments:
Te olvidas de los Ñetas y de los FAD (Fumados a Destajo).Las pandillas juveniles son necesarias siempre que no exista violencia de por medio.Es una manera de socializarse.
Los medios está claro que están haciendo una bola inmensa,pero claro si no hablaran de estas cosas
tampoco tendrían de que hablar,no se van a poner a hablar de un Pizarro o de un Hernán Cortés,no vende y además es facha.
A ver, vamos a puntualizar javierito. Tu que ahora ves las cosas desde tus casi 35, se te van olvidando detalles, que sin llegar a encajarte en una pandilla de estas, te acercan bastante a lo que decías de tus rebeldías de adolescente:
- Llevabas camisestas con alugunos lemas "ejem, ejem", aderezadas con unas pisamierdas de lo mas Inn del momento, que serían más menos lo que llevan ahora los de la Latina. Hormon no se queda rezagado con sus pantalones de pelo de melocotón color mostaza...
- En el patio de tu colegio había un energúmeno con micrófono que solía gritar en los recreos: "Niño, niño bájate de la valla y suelta la navaja". En tu instituto también había de esos y de otros que quemaban aulas (a pesar de ser el mejor colegio piloto de Madrid).
Ahora que te he dejado el culo y su grano al aire, di lo que quieras de tu pene, que ya el resto valorará.
Besos sin acritud...
¡Cómo te mola el rollito pimpinela!
Vale. Te contesto. No debería, pero lo voy a hacer.
Yo no he llevado en mi vida camisetas con lemas que "ejem ejem". De hecho, presumo de que hoy tengo el mismo estilo de vestir que a los diez años: ninguno.
Otra cosa es que tuviera alguna camiseta que dijera, por poner algo, "No me toques el pito" y eso, en tu colegio, fuera un escándalo.
En mi colegio, mientras estudié yo, no existía ningún personaje como el que describes. Es más, por desgracia, no nos llamaba al comedor ninguna orgásmica "Quinto AAAAAHHHHH, Quintoooo AAAAHHHH, pase al comedor".
En mi colegio no había nadie con navaja. Lo que pasa es que apoyado en la CBR, con unos castellanos y un jersey privata, osea, se oye fatal al populacho, te lo juro, te lo juro.
Mi colegio será lo que sea, pero te recuerdo que la solicitud de matrícula que hizo tu madre para tí, fue rechazada. Esto es un golpe bajo, lo sé. Siempre quisiste ser del Herrera y estás rencorosa porque no te dejaron, pero luego te puedes resarcir en casa poniéndome pomadita...
JAJAJAJAJAAJAJAJAJA
Mucho ojito con los del Herrera, que por aquí hay muchos.
Javier
Joder y encima tenías que sacar lo de los pantalones de melocotón...qué bajeza.
Hormon
Pues yo estaba pensando en poner en mi blog una entrada sobre este mismo tema (lo de las bandas latinas no lo del grano en tus nalgas o el símil entre el obelisco y tu, tu... hmmmm, eso).
Pero creo que voy a darte unos cuantos puntos más para tu marcador.
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