miércoles, marzo 21, 2007

Descolocados por una verdad que no es tan cierta


Queridos amigos:

este primer día de primavera, cargadito de invierno, es el cumpleaños de mi suegra, Pilar, (¡muchas felicidades!), que es seguidora acérrima de este, su blog, H.Wells & X.Bea-Murguía, y lo ha sido desde el principio, tanto que en una ocasión me dijo: "Hijo, a veces... ¡cuentas cada cosa!". Y tiene razón, por supuesto, pero ese es el tipo de trangresión que buscamos: una verdad que, aunque no siempre sea muy cierta, descoloque. Rara vez lo conseguimos, todo sea dicho de paso, pero eso no quita para que lo sigamos intentando con denuedo. No se les olvide felicitar a Pilar.

El otro día, mi sobrina Paula, que es un bollo de dos años más salada que las tortitas que perpetró el domingo mi hermana Begoña, hizo una demostración de lo que tiene que ser esa verdad que aunque no sea muy cierta, te deja descolocado. Puedo imaginar el careto de preocupación de mi hermano Luis, su padre, que salía en ese momento de casa tan contento y el descojone de mi cuñada María, con la respuesta de la niña. La cosa es que estaba desayunando con una tirita de Winnie the Pooh puesta en el dedo, pero como los niños no se pueden estar quietos, al final, hizo un gurruño con ella.

Los padres, con el ajetreo mañanero, a menudo claudicamos de las cuestiones que son verdaderamente importantes, como la tirita de la niña, así que cuando Paula se acerca a su madre, gurruño en mano, y le dice:

-- Amatxu, ¿me la "arreclas"?

María, y yo puedo comprenderlo porque la mañana con niño resulta siempre estresante, tiene tres cosas en la mente y dos en cada mano y, aunque trata en un primer momento de estirarla, renuncia enseguida, siguiendo la máxima de Aldous Huxley "Tirarlo es mejor que remendarlo". Mejor para la economía del país, se entiende.

-- No se puede, Paula. Ya pondremos otra.

La niña, en un acto de rebeldía contra la hipnopedia de "Un mundo feliz", coge su gurruño de Winnie the Pooh y va donde su padre que, en ese momento, se está poniendo el abrigo para salir de casa:

-- ¿Me la "arreclas"?
-- No se puede, Paula -grita María desde la cocina.
-- No se pueda, hija -corrobora Luis, sin siquiera intentarlo. Es bueno que los padres estén plenamente de acuerdo en las respuestas a su hija. Pero, Paula, como todos los niños, suelta en ese momento una verdad que, aunque no sea tan cierta, desbarata todos los principios de la buena educación a los hijos escritos en la imprescindible trilogía de la psicología conductiva infantil "Duérmete niño", "Come y calla, coño" y "Tate quieto de una puta vez (hay que joderse con el niño de los cojones)".

-- Tú sí puedes -clavando esa tierna mirada en su padre, mezcla de admiración y fe ciega en la capacidad de su progenitor. Ya irás conociendo a tu padre, Paula. Es buena gente, pero manitas, lo que se dice manitas...

Luis, descolocado por una verdad no tan cierta, intenta "arreclar" el que, sin duda, debería haber sido el problema más grave de su jornada. Comparado con este asunto, cualquier preocupación adulta es baladí. Pero, como una vez hablamos él y yo, de hermano a hermano, en el suculento comedor de Viridiana, hay veces que es mejor aparcar los problemas cuya solución es incierta, guardarse la tirita en el bolsillo y decirle a Paula: "Luego la arreglamos". Este truco de prestidigitador, que no es definitivo (ni mucho menos), por lo menos otorga tiempo para pensar, dar nuevas perspectivas.

O para olvidar. De hecho, Paula se olvidó de la tirita.

Un beso Luis.

X. Bea-Murguía

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6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Felicidades Pilar!
...Y mis tortitas no estaban tan saladas.

21 marzo, 2007 12:35  
Anonymous Anónimo said...

Muchísimas Felicidades Pilar y un beso muy fuerte.

Margarita

21 marzo, 2007 12:36  
Anonymous Anónimo said...

Si no se ha probado la fabada que hace mi suegra (Catálogo de Armas de Destrucción Masiva de la CIA, ficha nº 46)no se tiene derecho a utilizar el verbo "perpetrar" referido a una comida.
Respecto a la tirita, yo les tengo dicho a mis hijos quelos hombres nos curamos las heridas a salivazos. Problema que me ahorro.

Fdo. Remigio Unteilo, doble para las escenas de acción de José María Aznar

21 marzo, 2007 18:09  
Anonymous Anónimo said...

Felicidades a tu suegra!!! La verdad es que la historia de tu sobrina me ha parecido muy tierna, pero creo, que no llego a entenderla... ¿No le arregló la tirita? vaya padre más desalmado, ¿no le pusieron otra aunque fuera de Tiger en vez de Winnie? la verdad es que tu hermano me resulta hasta cruel... pobre cría.^¿Cuanto se tarda en poner una tirita? ni que fuera manco. Y además, si no pones la tirita pueden pasar tres cosas:
1/ Que la niña se desangre, deduzco que eso no ocurrió porque sino la anécdota no tendría ni p gracia.
2/ Que fuera su madre la que se la pusiera y luego tu hermano se pasará la vida pensando: "¿por qué quiere más a su madre que a mí?
3/ Que te quedes todo jodido porque por lo arreglarle una tirita a tu hija, ella ha perdido toda la confianza y fe ciega en su padre...
Aripg

21 marzo, 2007 23:57  
Anonymous Anónimo said...

Estimado/a Aripg:

A ver, a ver, creo que en este momento debo intervenir.

Creo que Javier ya ha citado en este blog una frase de la película Primera Plana de Billy Wilder y protagonizada por Jack Lemmon y Walter Matthau. En un momento de la acción Matthau dice una frase que seguro está enmarcada en oro en todas las redacciones: "No permitas que la verdad te estropee una buena historia".

La historia es más o menos así, pero, y no sé si tienes hijos en edad de guardería y, si no los tienes, no conoces la trepidante sensación de estar con el abrigo puesto, la bolsa de la guardería en un dedo, el ordenador en otro, la maleta con la ropa para la tarde en un tercero, la bolsa de la merienda, un cuento que Paula quiere llevar para el coche que se me cae del bolsillo del abrigo, una bolsa con unos zapatos que tengo que llevar al zapatero, el proyector colgado del hombro.... cuando tengo que acercar a María al metro para ir al dentista (que ya llega tarde), dejar a la niña en la guardería, llevar el coche al taller y llegar a trabajar antes de que mis jefes empiecen a pensar si merece la pena contar con mis servicios.... y decepcionar a tu hija porque no le puedes dedicar 5 minutos a arreglarle la última tirita de la caja que ella misma se puso en un dedo en el que, por supuesto, no tenía herida ninguna.

Me temo que el cruel no soy yo, es el mundo el que no se para a esperar a que le "arrecle" la tirita a Paula.

Besos, Pilar, felicidades.

Luis

22 marzo, 2007 10:57  
Anonymous Anónimo said...

Me encanta la historia de Paula.

Ya casi había olvidado lo difícil que es ser padre/madre.

¿Qué tal una niñera?. Perdón, es solo una sugerencia.

24 marzo, 2007 00:38  

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