miércoles, septiembre 05, 2007

La enfermera de mis sueños

Queridos amigos,

perdonen el retraso de hoy, pero el estrellismo mediático que me ocupa tanto tiempo me mantuvo despierto ayer hasta las tantas y, aunque tenía la entrada escrita, no he tenido tiempo de colgarla hasta ahora mismo.

Les cuento que me veo inmerso en la tediosa rueda de la Sanidad Pública, que es un alud de pruebas en las que uno se ve metido sin remedio pese a estar, como yo, sano como unos judiones de La Granja de San Ildefonso (mucho más sanos que las manzanas, con su chorizo, su tocino y su morcilla, ¿dónde van a comparar?).

Fui, en verdad, porque mi mujer tiene un problema, que no me duele en prendas confesar aquí: ronco con rotundidad y señorío de manera tal que mi cama parece la berrea por San Miguel. Así que me he sometido a varias judiadas médicas, de las que ya he dado parte en este blog con anterioridad (creo recordar), con un resultado óptimo. Estoy bueno, bueno.

Para terminar el rondo médico, el doctor Zamora me quiere someter a una prueba de sueño que consiste, básicamente, en que duermes una noche en el hospital, con más cables que C3PO cortocircuitado, que, se supone, ofrecerá una solución para el problema de mi mujer. Lo que yo le digo al doctor es que, ya que el ambiente de la habitación de hospital debería reproducir con toda la fidelidad que se pueda la atmósfera de amor de mi casa, tendría que poner a mi disposición a una enfermera...

El doctor, ojoplático, no sabe si se lo digo de coña, pero yo, torero, me voy a los centros y remato la faena:

-- ¡Pues no es este el Hospital de la Princesa! Con este nombre, tendrían que tener ustedes hasta un catálogo.

Lo que he omitido, por supuesto, es la actitud un poco agresiva que despliega mi mujer por la noches cuando ronco, no vaya a ser que se me ofrezca, por aquello de la reproducción fidedigna de la atmósfera del lecho conyugal, a la enfermera Thyson, que tiene un directo demoledor, o a la Potra de Diego de León, que te hace la picha un lío con su juego de piernas. No, no. Éstas están descartadas. La atmósfera de mi himeneo es, como he dicho y no miento mucho, de amor y ternura.

Esta pequeña broma, me hizo acordarme de mi amigo Pablo, con el que tengo en común, además de alguna cosa inconfesable, que él ya se sometió a esta misma prueba de sueño. Así que, ayer, según volví del médico, le pedí que me contara su experiencia, por aquello de despejar la incertidumbre que me ocasionan las pruebas médicas.

-- Habría que unir todos los detalles –me dijo, haciéndose un poco el remolón, -pero todo surgió cuando me dijeron que me iban a hacer la prueba del sueño y ¡que me asignarían a una enfermera! Yo, enseguida, pensé en "La enfermera de mis sueños": falda corta, liguero, escote pronunciado...
-- No me digas más -le pinché un poco, aunque él no lo necesita-. ¿Cara de tonta-lista? ¿Pechos enormes?
-- Sí, sí... La bandera de España como liguero... Gafitas de pasta (esto es fundamental en mi imaginario) y coletas... ¡Tres días imaginándomela así! Llega el día, me preparo, busco mis calzoncillos ajustados más sensuales, me duche como nunca esa tarde, medio bote de colonia al cuerpo, llego a la clínica y estaban todas para darlas... ¡Hasta las monjas!
-- Jajajajajajajaajajajajajajajajajajaja.
-- Salió una enfermera y me dijo que la siguiera (te puedes imaginar). Pasé por delante de otras dos que cuchichean a mi paso y yo imaginaba que se estaban rifando quién seria la primera “enfermera de mis sueños”. Ni que decir tiene que mis fantasías llegaban hasta el punto de que durmiendo tendría sexo con una o con varias, que muy lascivamente se aprovecharían de mi, mientras yo, entre sueños y casi sin poder hablar, rogaba una y otra vez: “No me violéis más, por favor”.
-- JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
-- El caso es que me lleva a una habitación y me dice: “Ahora vengo. Vete preparando". ¡Madre mía! ¡¡¡¡Vete preparando....!!!! No sabía si ponerme a cuatro patas, bajarme los calzoncillos, echarme el gel lubrificante...
-- ¡Si ya ibas preparado de casa, con la colonia y los calzoncillos! ¿Qué más quería?
-- No sé, tío, pero el caso es que me quedé en gallumbos y ya estarás pensando que erecto... ¡Pues no! Es lo peor que se puede hacer la primera vez, porque te delatas. Es mucho mejor que ella crea que pasas de ella, que note que pasas un poco de ella, que se lo curre, así que use uno de mis viejos trucos: me descalcé y pisé el suelo frío, que es algo que le refrena a uno. Vuelve el pivón y yo, claro, no hacía más que mirarle el escote. Pensaba: “ésta engaña, pero seguro que calza buenas berzas”. Ella empieza a ponerme cables en la cabeza, me tumba, coge un bote de gel y me lo unta por el pecho y ya, ahí, no pude más... Casi me voy...
-- Jajajajaajajajajajajaa
-- Ríete, pero tuve que recitar a media voz la alineación del Madrid tres veces. ¡Mira! ¡Cuando veo que se pone a agitar el bote de gel, dándole golpes en el culo para que saliera más...! No podía... No podía... Pensaba: “Tú, quieto, Pablo, ¡que se decida ella!”. Suplicaba que no mirara abajo, porque estaba con tres piernas y, como no tenia casi riego en el cerebro, me decía: “Se te ve pálido”. A ver cómo le explicaba yo a la enfermera de mis sueños que llevaba soñando con esta situación tres días. Cuando termina de ponerme todos los cables, me dice: “Ahora necesito tu mano”... “¡Ya era hora!”, me dije. Menos mal que estos tres últimos días me tragué varias secuencias de porno y tenía varias técnicas en mente. Pero en la mano sólo me puso un dedal para las pulsaciones. De pronto, se levanta y llama a una compañero y yo: “¡Nooooooooooo! ¡Tríos, no! ¡Que no he visto ninguna escena de tríos!”. Menos mal que vino una tal Sor Silvia...
-- ¡¡¡¡SOR SILVIA!!!!! ¡¡¡¡¡UNA MONJA HINCHABLE!!!!! [Chiste que un día quizá explique].
-- Se va la monja, vuelve mi enfermera y me dice: “Vas a tener que relajarte bien toda la noche”, y yo sudando. “A lo mejor no estás cómodo al principio...” Me pasa la mano por la mejilla, yo suspiro, y me dice: “Bueno, yo acabo mi turno. Te dejo con mi compañero Carlos, que pasará la noche contigo”. ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! Un puto enano con barba...
-- JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJA JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA JAJAJAJA
-- No se me olvidaban las palabras de la enfermera: “Vas a tener que relajarte bien toda la noche. A lo mejor no estás cómodo al principio...”
-- ¿Y el final?
-- ¿El final? Nada. Cuando se lo conté a Ana [su mujer] y me dijo: “¡Me alegro! ¡Por guarro!”.

El final, con Carlos, lo dejo para su imaginación. La de Pablo, como ven, es superior.

X. Bea-Murguía (yo no aspiro a tanto, por cierto).

Rafael Reig, por favor, no se lo cuentes a mi mujer ¿vale? Que ella no sabe nada.

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4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Coincido con la mujer de Pablo: ¡guarros!

05 septiembre, 2007 15:40  
Anonymous Anónimo said...

Espero que ahora entendaís porque no me deja ir sola al ginecólogo.

La mujer de Pablo.

05 septiembre, 2007 16:46  
Blogger Barrabás-Barrabás said...

Buenisimo man, carcajadas en varios momentos

26 diciembre, 2008 23:38  
Blogger Unknown said...

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06 julio, 2017 08:23  

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