jueves, septiembre 04, 2008

Inopinado como la primera palabra de una niña

Queridos amigos,

hago lo que puedo, lo que pasa es que estamos en periodo de adaptación: Ana tiene que adaptarse a la guardería y esto nos está ocasionando un pequeño caos, porque Beatriz tiene que adaptarse a que Ana se adapte a la guardería y Rodrigo tiene que adaptarse también a que Beatriz y yo nos adaptemos a la adaptación de Ana a la guardería y yo, también, aunque por mi parte, estoy haciendo lo posible para adaptarme a mi mujer y algo voy logrando, no se crean, no se crean...

Así que, adaptación. Aquí mi niña, esa niña que es, por supuesto, la más guapa de allí donde esté (y punto y a quien no le guste lo que he dicho o lo niegue, se vaya pirando de este blog YA!):



Mi aspecto responde a lo contado ayer: esas barbas tipo Che (pero del Che Gabana, por supuesto, como dice mi Jesús Llano) por culpa de la seguridad del aeropuerto, pero a mi hija, lejos de importarle, le hinchaba aún más ese par de bolas de cañón que tiene por ojos. Me acariciaba la cara con esa mezcla de curiosidad y extrañeza de los que están descubriendo el mundo a cucharadas soperas. Jugando con ella antes del baño, le enganchaba de las piernas, le pasaba la barba por las plantas de los pies y ella se meaba de risa. Nos lo hemos pasado muy bien los dos con mi barba para arriba y para abajo de sus costillas. Me he pegado unas merendolas de hija pantagruélicas, aunque es un tipo de alimento que no sacia jamás: mordía y mordía más para convertirme en un Tántalo premiado en el Elíseo.

Tal vez por eso, por el divertimento que ofrecía la barba a la niña, de la manera más inopinada, sin que ninguno de los que estábamos en la cocina lo esperáramos (es decir, toda la familia, más mía tía Carmen y mi tío Antonio, muchos besos a Barcelona), Ana dijo su primera palabra.

-- BAR BAS- repentina, como dos guardias civiles que se presentan en la seguridad del aeropuerto.

Y lo dijo nítidamente, que no son fantasías de padre, que todos los que allí estábamos lo oímos e, incluso, intentamos que lo repetiera (cosa que, por supuesto, menuda es ella, hizo cuando le dio la real gana):

-- BAR BAS.

Me lo había currado mucho y me lo merecía. Es cierto, lo admito, no dijo PAPÁ, como yo esperaba (no sé si recuerdan esta entrada: "Despejar la ecuación"), pero me vale. Así que cantamos "Mi barba tiene tres pelos", nada más cercano a la realidad, y también "Barbas, barbitas que tiene papá, barbas, barbitas que no se va a afeitar" y que se joda la guardia civil, hombre ya.

Para mí es la perfecta prueba de que, debidamente motivada, una niña de ocho meses puede empezar a largar, por supuesto relacionando sonidos con objetos, porque si no, no vale. Soltar una retahíla prolongada de sílabas sin sentido como un periodista deportivo es chupado... Eso lo hace cualquiera. BAR BAS se corresponde con un sujeto y, ahora, casi un mes después, que dice PAPÁ de una manera perfectamente clara, lo relaciona con el pavo que siempre, siempre, siempre, a pesar de que no es lo mejor, la coge en brazos. Ana me da golpecitos en el antebrazo y repite: "Pa pa pa pa pa" y yo me meo encima, por supuesto.

¡Ay! ¡Esas babas! Que no barbas, que ya me he afeitado.

X. Bea-Murguía (llámenme padre pesado)

Por cierto, les presento a este otro miembro de la familia. Es un precioso ejemplar de scottish terrier, el perro de mis tíos de Barcelona, que también ha pasado el verano con nosotros, porque mis tíos nos acogen en su casa como en un hotel de cinco estrellas (que todo hay que decirlo).



Se llama Barbas... El cabrón.

Etiquetas: , , , , ,