martes, octubre 07, 2008

Nuclear, sí por favor

Queridos amigos,

odio las etiquetas y las clasificaciones. De esto hay toda una ciencia, que es como la entomología, pero humana y es que nos sentimos más tranquilos si todo el mundo lleva su etiqueta puesta, si podemos clasificar a la gente en un grupo. Bueno, en fin, los hay que ya en el momento "que me pongo", en su casa, buscan precisamente que todo el mundo los identifique como miembros (con perdón) de una corriente o ideología.

Los más llamativos: los activistas ecológicos. A estos no hay quien los confunda. Me parece muy bien, que conste. Cada cual que defienda lo que cree que es justo. Aquí una foto de activistas ecologistas y antiglobalizadores. Me da la impresión que estos no son los mejores clientes de Heno de Pravia.


Yo soy ecoescéptico: me lavo la cabeza todos los días; me ducho con agua bien calentita y froto sin pensar en otra cosas que sentirme limpio y sin poner el tapón para regar las plantas con mi ñañas; no reciclo las pilas porque se me acumulan cuatro bolsas de ellas durante meses, no sé qué hacer con ellas y, al final, las mando a la mierda; no me creo lo del agujero de ozono y el único hielo que no quiero que se derrita es el del whisky; el lince ibérico y yo nunca nos hemos llevado muy bien... En fin. No estoy concienciado. Es decir, no me han convencido. Es más, soy muy crítico con las exageraciones de los ecologistas. Item plus, me toca las narices ese lavado de cerebro generalizado y me revuelvo contra él.

Sobre todo porque aquí, amigos y amigas, de lo que se está hablando no es de conservar el planeta. O no sólo. Esto es cuestión de dinero. Que se lo digan a Al Gore, si no.



Una de las clasificaciones que más odio es la de la Generación X, que nunca he sabido si me atañe o no, aunque pienso que la toco de refilón. Los nacidos en los setenta, hijos de la Transición, éramos gente sin inquietudes y blablabla. Nos llamaban así, en mi opinión, porque la tele ya no era en blanco y negro y eso, a algunos, les costó digerirlo.

Ahora viene la Generación A. Los acabo de bautizar yo. Generación A de A-crítica, A-nodina, A-meba. Educamos a nuestros hijos con proclamas indiscutibles. Nos les estamos enseñando a pensar, a sacar sus propias conclusiones, a ser críticos, a preguntarse por qué un menda con el pelo sucio viene (en jet privado) a contarte su milonga tan desinteresadamente.

Llega el niño del cole y te da el coñazo con la ecología (entre otros temas, que no quiero hablar del tabaco), porque en clase están todo el día machaca que te machaca con el medio ambiente (y con el tabaco); los programas infantiles están bombardeando sin piedad con que hay que cuidar los ríos y no contaminar y ahorrar energía y no tirarse pedos con CO2 y tener una ballena en casa y cuidar a los animalitos.

Madre mía. ¡Qué lavado de cerebro!

Yo estoy hasta los cojones. Ya basta, por favor, déjenme vivir la vida tranquilo. Machaquen a las grandes industrias. Fabriquen coches eléctricos ya. Yo veo por ahí taxis y autobuses que funcionan con gas. ¿Para cuándo estarán esos coches a disposición del público? Claro, se me olvidaba el pastón que ingresa el estado con las gasolinas. Si, bueno, contamina un poco, pero mantiene el statu quo.

Se están cargando el paisaje con tanto molino y tanto panel solar que NO VALE PARA NADA. Por mucho que pongan, la energía que se consigue de esto no mueve ni el exprimidor de casa. Porque, claro, energía nuclear nooooo, que es caca. Pero ¿cómo solucionamos nuestro déficit energético? Importando energía de Francia. ¡Ah! Y en Francia, ¿cómo es que tienen energía para exportar? Centrales nucleares.

Nuclear sí, por favor.

Conmigo, desde luego, lo han conseguido: soy un ecoescéptico total. ¡Una etiqueta para mí! Ya no me creo nada. Es más, cada vez estoy más a favor de que dejen el Amazonas más pelado que la cabeza de Kojak, casi deseo que se extingan las ballenas ya, de una puta vez, a ver si me dejan de dar el coñazo.

Estoy harto y cansado de reciclar. Señores políticos y ecologistas del mundo: mi terraza no llega a dos metros cuadrados. ¿Me quieren explicar cómo coño voy a meter en ella SEIS cubos distintos de basura? Seis cubos: vidrio, metales, papel, orgánico, plástico y resto.



Reciclen ustedes. Háganlo en el punto limpio, en el vertedero, donde les dé la gana. No me pidan que me encargue yo de su trabajo. Gástense la tela de mis impuestos en que haya una cuadrilla de separación de basuras. Mecanicen el sistema (que se puede hacer). Inventen algo. Me da igual: yo no pienso tener seis cubos de basura en mi casa.

Me niego. Así se derritan los polos. Cuando Estados Unidos cumpla con Kioto, cuando los coches eléctricos (que existen) se pongan en el mercado, yo reciclaré. Mientras tanto, déjenme en paz. Estoy a favor del cambio climático y del calentamiento, no sé si global, pero, desde luego, sí local.


X.Bea-Murguía (vale, he exagerado un poco, pero es verdad que estoy hasta las narices y también que como se les ocurra implantar lo de los seis cubos, yo no voy a colaborar. Bastante lío tengo ya con orgánico, envases, papel y vidrio más las pilas).

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martes, octubre 16, 2007

¿Y tú qué coño celebras?


Queridos amigos,

será porque me huele el culo a vacaciones, que ya les he dicho que el jueves me las piro una semanita a Fuerteventura de vaaaaacaaaaciones, con, aquí, mi señora y con unos sarracenos (perdonad, amigos, pero es que me acabo de acordar de Forges), pero todo esto me suena a coña marinera, a día de los Santos Inocentes: ¿pues no le han dado a Al Gore el Nobel de la Paz? ¿Por qué? ¿Por qué perdió las elecciones contra George W. Bush? ¿Estarán allanando el terreno para dárselo a Zapatero el año que viene? ¿Y por qué no me lo dan a mí? La pasta me vendría de perlas.

Abro una campaña (y una colecta) para que me den el Nobel de la Paz. Ya les diré dónde pueden ingresar la pasta y si recaudamos lo suficiente, al Nobel que le den morcilla, que es un premio un poco tonto, la verdad: un premio a la paz que lleva el nombre del pavo que inventó la dinamita, el angelito... ¡Anda que no tiene muertos colgados a la espalda!

No me digan que no parece de broma. El otro día, en Rotterdam, estuve hablando precisamente de las bromas con Anneke, la suegra holandesa de mi cuñado (creo que se escribe con dos enes). Holanda es un país cojonudo y no sólo por el nombre, que en este blog es ya un motivo de celebración (¡Oh Landa!), ya que, como saben ustedes, soy landista fervoroso. Digamos que, entre Alfredos, Nobel y Landa, me quedo con el español.

Estábamos esperando en la puerta del hospital cuando me preguntó qué día salía de cuentas Beatriz. Y yo, esperando que reaccionara como todo el mundo, le dije:

-- El 28 de diciembre.

Pero, claro, eso a una holandesa no le dice nada. Le expliqué que, en España, esa fecha es el día de las bromas. En Holanda, me explicó Anneke, hacen exactamente lo mismo, pero el día es el 1 de abril.

-- ¡Anda! ¡Qué casualidad! El día que nación mi ahijado Gonzalo.

Que ya es casualidad, ¿no? Le pregunté por qué el 1 de abril y me explicó que celebran el día en que acabó la guerra con España. Fue muy sutil la señora, es una mujer muy educada y muy discreta. No quiso decirme, o no lo siente así, que el 1 de abril fue el día en que, por fin, nos pegaron la patada en el culo (bien dada, por cierto).

A mí, personalmente, me parece un buen motivo para celebrar el día de las bromas: ¡qué mayor alegría que el final de una guerra y, más, con victoria! Entonces, Anneke me preguntó qué celebramos los españoles el 28 de diciembre y yo estuve tentado de mentir, pero me pareció que la mujer merecía saber la cruda realidad.

-- Pues... Celebramos que Herodes pasó a cuchillo a un montón de bebes llorones, cagones y coñazo. Se quedaron en Belén tan a gusto, oye. Pudieron dormir, pudieron irse de farra con los amigos sin tener que buscar canguro... ¡Como Dios! ¿Es motivo de celebración o no? En España somos así. Nos gusta el humor negro.

¿No lo encuentran tenebroso? Yo, hasta el sábado, no había reparado en ello, pero... El día de las bromas, en España, celebramos una puta matanza. Seguro que hay otro motivo que yo desconozco. A ver si alguno de ustedes me lo cuenta. Efectivamente, lo de Herodes fue una razia muy raziosa. Todo muy gore, muy de Nobel de la Paz.

X. Bea-Murguía (Propongo que, a partir de ahora, el día de las bromas en España pase a ser el 13 de octubre, día en que otorgan el Premio Nobel de la Paz).

Hoy sí que celebramos el cumpleaños de mi concuñada Wenneke que ya estará en casita, con su hijo Milo y su marido, descansando. Tres besos (el modo holandés de saludarse es, también, mucho mejor que el español).

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