Nuclear, sí por favor
Queridos amigos,
odio las etiquetas y las clasificaciones. De esto hay toda una ciencia, que es como la entomología, pero humana y es que nos sentimos más tranquilos si todo el mundo lleva su etiqueta puesta, si podemos clasificar a la gente en un grupo. Bueno, en fin, los hay que ya en el momento "que me pongo", en su casa, buscan precisamente que todo el mundo los identifique como miembros (con perdón) de una corriente o ideología.
Los más llamativos: los activistas ecológicos. A estos no hay quien los confunda. Me parece muy bien, que conste. Cada cual que defienda lo que cree que es justo. Aquí una foto de activistas ecologistas y antiglobalizadores. Me da la impresión que estos no son los mejores clientes de Heno de Pravia.
odio las etiquetas y las clasificaciones. De esto hay toda una ciencia, que es como la entomología, pero humana y es que nos sentimos más tranquilos si todo el mundo lleva su etiqueta puesta, si podemos clasificar a la gente en un grupo. Bueno, en fin, los hay que ya en el momento "que me pongo", en su casa, buscan precisamente que todo el mundo los identifique como miembros (con perdón) de una corriente o ideología.
Los más llamativos: los activistas ecológicos. A estos no hay quien los confunda. Me parece muy bien, que conste. Cada cual que defienda lo que cree que es justo. Aquí una foto de activistas ecologistas y antiglobalizadores. Me da la impresión que estos no son los mejores clientes de Heno de Pravia.

Yo soy ecoescéptico: me lavo la cabeza todos los días; me ducho con agua bien calentita y froto sin pensar en otra cosas que sentirme limpio y sin poner el tapón para regar las plantas con mi ñañas; no reciclo las pilas porque se me acumulan cuatro bolsas de ellas durante meses, no sé qué hacer con ellas y, al final, las mando a la mierda; no me creo lo del agujero de ozono y el único hielo que no quiero que se derrita es el del whisky; el lince ibérico y yo nunca nos hemos llevado muy bien... En fin. No estoy concienciado. Es decir, no me han convencido. Es más, soy muy crítico con las exageraciones de los ecologistas. Item plus, me toca las narices ese lavado de cerebro generalizado y me revuelvo contra él.
Sobre todo porque aquí, amigos y amigas, de lo que se está hablando no es de conservar el planeta. O no sólo. Esto es cuestión de dinero. Que se lo digan a Al Gore, si no.

Una de las clasificaciones que más odio es la de la Generación X, que nunca he sabido si me atañe o no, aunque pienso que la toco de refilón. Los nacidos en los setenta, hijos de la Transición, éramos gente sin inquietudes y blablabla. Nos llamaban así, en mi opinión, porque la tele ya no era en blanco y negro y eso, a algunos, les costó digerirlo.
Ahora viene la Generación A. Los acabo de bautizar yo. Generación A de A-crítica, A-nodina, A-meba. Educamos a nuestros hijos con proclamas indiscutibles. Nos les estamos enseñando a pensar, a sacar sus propias conclusiones, a ser críticos, a preguntarse por qué un menda con el pelo sucio viene (en jet privado) a contarte su milonga tan desinteresadamente.
Llega el niño del cole y te da el coñazo con la ecología (entre otros temas, que no quiero hablar del tabaco), porque en clase están todo el día machaca que te machaca con el medio ambiente (y con el tabaco); los programas infantiles están bombardeando sin piedad con que hay que cuidar los ríos y no contaminar y ahorrar energía y no tirarse pedos con CO2 y tener una ballena en casa y cuidar a los animalitos.
Madre mía. ¡Qué lavado de cerebro!
Yo estoy hasta los cojones. Ya basta, por favor, déjenme vivir la vida tranquilo. Machaquen a las grandes industrias. Fabriquen coches eléctricos ya. Yo veo por ahí taxis y autobuses que funcionan con gas. ¿Para cuándo estarán esos coches a disposición del público? Claro, se me olvidaba el pastón que ingresa el estado con las gasolinas. Si, bueno, contamina un poco, pero mantiene el statu quo.
Se están cargando el paisaje con tanto molino y tanto panel solar que NO VALE PARA NADA. Por mucho que pongan, la energía que se consigue de esto no mueve ni el exprimidor de casa. Porque, claro, energía nuclear nooooo, que es caca. Pero ¿cómo solucionamos nuestro déficit energético? Importando energía de Francia. ¡Ah! Y en Francia, ¿cómo es que tienen energía para exportar? Centrales nucleares.
Nuclear sí, por favor.
Conmigo, desde luego, lo han conseguido: soy un ecoescéptico total. ¡Una etiqueta para mí! Ya no me creo nada. Es más, cada vez estoy más a favor de que dejen el Amazonas más pelado que la cabeza de Kojak, casi deseo que se extingan las ballenas ya, de una puta vez, a ver si me dejan de dar el coñazo.
Estoy harto y cansado de reciclar. Señores políticos y ecologistas del mundo: mi terraza no llega a dos metros cuadrados. ¿Me quieren explicar cómo coño voy a meter en ella SEIS cubos distintos de basura? Seis cubos: vidrio, metales, papel, orgánico, plástico y resto.

Reciclen ustedes. Háganlo en el punto limpio, en el vertedero, donde les dé la gana. No me pidan que me encargue yo de su trabajo. Gástense la tela de mis impuestos en que haya una cuadrilla de separación de basuras. Mecanicen el sistema (que se puede hacer). Inventen algo. Me da igual: yo no pienso tener seis cubos de basura en mi casa.
Me niego. Así se derritan los polos. Cuando Estados Unidos cumpla con Kioto, cuando los coches eléctricos (que existen) se pongan en el mercado, yo reciclaré. Mientras tanto, déjenme en paz. Estoy a favor del cambio climático y del calentamiento, no sé si global, pero, desde luego, sí local.

X.Bea-Murguía (vale, he exagerado un poco, pero es verdad que estoy hasta las narices y también que como se les ocurra implantar lo de los seis cubos, yo no voy a colaborar. Bastante lío tengo ya con orgánico, envases, papel y vidrio más las pilas).
Etiquetas: Al Gore, ecología, energía nuclear