lunes, abril 02, 2007

¿Le he despertado?


Queridos amigos:

hace un par de viernes por la noche me entretuve hasta las dos de la mañana haciendo trabajos manuales... Quiero decir manualidades... Bueno, piensen lo que quieran. La cosa es que he elaborado un completo informe de mi periplo por Escocia para que mis acompañantes, José Luis López Vázquez y Paco Martínez Soria, puedan contarle el viaje a sus familiares porque ellos son así: necesitan a una Gracita Morales que les atienda. Fue ésta una labor ardua, déjenme que me atribuya un poco de mérito, para una persona inhábil como yo, que aprobaba plástica en el cole porque su destreza con la regla y el cartabón despertaba la lástima (y la hilaridad) de los profesores. El informe, por duplicado, me tuvo inclinado sobre la mesa del comedor y entretenido unas buenas horas. Bien mirado, es decir visto a cinco o seis metros de distancia, no me ha quedado mal... La espalda, tampoco.

Mi Rodrigo, cosas de niños, tiene la buena costumbre de madrugar los fines de semana, tal vez porque sea verdad que al que madruga Dios l'apoya. Entre semana no pasa. Entre semana es su padre el que, cerca de las nueve, tiene que ir a levantarlo, pero llega el sábado, el domingo y fiestas de guardar y no falla. Él sabe que su padre, normalmente, se levanta pronto. No fue el caso, como ustedes pueden comprender, ya que si me acuesto casi a las tres de la mañana (entre manualidades, pitos y flautas), a las ocho y media del sábado no se me ocurre nada más apasionante que planchar la oreja.

Pero mi niño vino a pedir el desayuno y a esa precisa hora sonó el timbre de casa.

-- ¡Coño! -mi primer pensamiento del sábado.

Un día de esa semana (no recuerdo cuál) había calado a dos testigos de Jehová dando la chapa a los vecinos de casa en casa. Al principio iba a echarlos, pero, después, como descubrí que iban a aturdir con sus peroratas a un vecino que me cae gordo, les dejé. Cuando sonó el timbre de mi casa, pensé en que era una venganza de Jehová por mis malas acciones. Los dos testigos fue mi primera opción y así se lo comenté a mi mujer, Beatriz, que con la dulzura mañanera que le caracteriza, dijo al segundo timbrazo:

-- Como baje a abrir la puerta, me voy a cagar en su puta madre-, que si no fue exactamente esto lo que farfulló, aún sin haber abierto los ojos, en completa discordancia con la tierna pereza de su voz, soltaría por su boquita una alocución de calado parecido. "Al cielo de tu boca, el purgatorio", que dice Sabina.

Pero yo ya bajaba las escaleras, sobre todo porque Rodrigo me esperaba en el salón y, por un momento, temí que le diera a él por abrir la puerta. Nunca sabe uno con los niños. Si no hubiera sido por ese temor, a los testigos de Jehová les habría abierto San Pedro.
Fisgué, con cuidado de no ser descubierto, a través de la cortina translúcida del ventanuco de al lado de la puerta. Estaba más que decidido: si veía a dos con pinta de telepredicador dispuestos a decirme que Dios es amor a las 8,30 h de un sábado, les azuzaba a Beatriz para que se dieran cuenta de que Dios puede que sea amor, pero mi señora a esas horas es mala hostia. ¡Menuda es!
En su lugar, atisbé a un tipo gordo de unos treinta años, con cara de actor de Hollywood y un jersey de canalé con el logotipo de Saunier-Duval. ¡A las ocho y media de la mañana un sábado a revisar la caldera! ¡Con dos cojones!

-- ¿Le he despertado? -me preguntó cuando abrí. Quizá mi careto y el pelo revuelto debieron de darle alguna pista.
-- ¡Qué va!- contesté con ironía (aunque en verdad quien me había despertado era Rodrigo)-. ¿Es usted testigo de Jehová?
-- ¿Testigo de...?- el chaval no sabía si sonreír o huir-. No, no, vengo a la revisión de la caldera- y se señaló el escudo del jersey a modo de credencial.
-- Ya veo. Es una broma- le tranquilicé-. No como ustedes, que cuando avisan de que van a venir el sábado por la mañana a revisar la caldera, se lo toman muy en serio.
Y como no supo contestar otra cosa que un encogimiento de hombros, le hice un ademán para que pasara.
-- Pase, pase, ¿quiere un café?
-- No, gracias. Ya he tomado uno.
-- ¡Ah! Que ya ha ido a despertar a alguien antes que a mí- insistí en el tono irónico.
-- Sí -aseguró midiendo con economía verbal si mi humor caústico era una coña o un reproche-. A su vecina.
-- ¡Muy bonito, hombre! ¡Muy bo-ni-to!- le dije y después la retahíla normal que se le suelta al que viene a revisar la caldera a las ocho y media de la mañana de un sábado-. Ahí tiene usted la caldera... Toda suya... Estoy por aquí... Si me necesita, me llama... Y no robe nada.
Y me miró de hito en hito, exoftálmico, con la misma intensa mirada que dedico yo a ese cuadro de El Bosco cuando voy al Prado: como si mi cabeza albergara la piedra de la locura.

X. Bea-Murguía (seguro que están muchos de ustedes de vacaciones. Sepan que yo no).

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7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Cielos. Es muy parecido a lo que me pasó a mi pero a las 9 de la mañana del mismo día, en mi caso relacionado con un electricista, las obras de la comunidad de vecinos, una llave que no aparece y un problema de comunicación entre generaciones.

Casi parece la sinopsis de una película de Amenabar.

Último Íbero, el

02 abril, 2007 12:20  
Anonymous Anónimo said...

Pues estamos esperando a que nos mandes la crónica para publicarla...

Javier

02 abril, 2007 13:34  
Anonymous Anónimo said...

¿Así se despierta mi amiga un sábado cuando llaman al puto timbre a las 8.30 de la mañana? Qué mala! Yo hubiera utilizada agua hirviendo o similar, por favor! ciertas cosas los fines de semana deberían estar prohibidas.
Yo tb, curro; me quedan 10 horas para volver a estar de vacaciones (8 de mañana y dos de hoy), que no es lo mismo que dos días, eh? A-ca-bá-ra-mos
Repartiendo mis besos
Martha

02 abril, 2007 16:27  
Anonymous Anónimo said...

Es que me temo que mi prosa sea sosa para lo bien que escribís por aquí Hormon y vuecencia.

Prefiero seguir leyendo :)

Íbero

02 abril, 2007 17:52  
Anonymous Anónimo said...

Hola Martha!

Así y peor. Se le pasa cuando se toma el café y se endroga. Nos vemos el jueves, ¿no?

A los pies de tu señor Pedro

Íbero, gracias por los piropos, honestamente inmerecidos. Esto es un blog de aficionados y estás invitado a colgar esa crónica cuando quieras. Tienes mi email del trabajo, creo recordar, me la mandas y yo te la cuelgo.

Está todo el mundo invitado a escribir. Tú también, PEPE AGUIRRE. Tú estás especialmente invitado a escribir.

Un abrazo

Javier

02 abril, 2007 20:24  
Anonymous Anónimo said...

Rodrigo es un genio.
Lo que me extraña es que el Sr. de Saunier Duval aparezca un sábado.
¿Estás seguro de que no era... lunes?

05 abril, 2007 03:44  
Anonymous Anónimo said...

Era sábado. Lo juro.

Javier

08 abril, 2007 23:50  

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