miércoles, octubre 08, 2008

La niña del abrigo rojo

Queridos amigos,

hace algún tiempo, en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Madrid, di con un libro sobre la historia de los campos de exterminio nazis que ofrecía un pormenorizado compendio de las barbaridades que hizo esta gente. No sé si les pasa a ustedes, pero a mí, da igual las veces que las vea, esas imágenes siempre me estremecen. La falta de humanidad, su crueldad, su indiferencia insolente ante el sufrimiento y la muerte sistemática fue tal que no se puede ni alegar obediencia debida.

Sólo encontré el primer tomo, "Historia de los campos de exterminio nazis (I)", y era bastante grueso, pero recuerdo que, al comprarlo, me detuve a pensar para cuántos tomos más de compendio del horror absoluto dio de sí el Holocausto si de cada muerte se pudiera escribir una línea. Esto ya lo hizo Robert Conquest, refiéndose a las víctimas de Lenin y Stalin, pero no está mal que se vuelva a decir, las veces que haga falta, para darle una dimensión justa a unos hechos que no deben ser olvidados ni minimizados por el paso del tiempo.

Leí en aquel libro testimonios como el de la noche en que los prisioneros de Auschwitz-Birkenau escucharon gritos terribles: se había acabado el gas y estaban arrojando niños aún vivos a los hornos. O como la frase del doctorJosef Mengele en una carta a un mentor: "es maravilloso, he sido testigo del funcionamiento de un estómago" y no, no había rayos X en Auschwitz... Mil veces se ha dicho que allí, en Auschwitz, se masacró a un millón trescientas mil personas, pero esa cifra vertiginosa no tiene valor si no se le pone cara, si no se humaniza con el relato de los que sobrevivieron.



Hace un par de sábados, en La 2, vi un documental (sí, ¿qué pasa? Vi un documental de La 2 y no me dormí) titulado "La persecución de los nazis" (CLIC) sobre la caza de nazis después de la guerra, protagonizado por tres "cazadores" bastante conocidos: Simon Wiesenthal y el matrimonio formado por Serge y Beate Klarsfeld (en la foto). Beate Klarsfeld se hizo internacionalmente conocida por atizarle una bofetada al entonces canciller de la RFA, Kurt Kiesinger, que fue miembro del Partido Nazi, aunque absuelto de crímenes de guerra en los tribunales de desnazificación posteriores a la contienda.

Allí estaban, en el juicio de Nüremberg, Herman Goering, Rudolf Hess, Von Ribbentrop (el que firmó, no lo olviden, con Molotov el pacto de no agresión germano-soviético, que provocó que la causa nazi despertara cierta simpatía entre las filas comunistas)... Esa pandilla de asesinos con excusa visionaria y delirante. Así, en frío, no estoy a favor de la pena de muerte en ningún caso, pero reconozco que con ciertas cosas me hierve la sangre y me vuelvo un poco partidario, un poquito, de rebanar los cojones y hacerlos comer en su jugo.

Los Klarsfeld y Wiesenthal, con el lema "Justicia, no venganza", han dedicado sus vidas a asegurarse de acabar con la impunidad de algunos de estos carniceros. Para ello, incluso, se han pasado por el forro soberanías nacionales y leyes internacionales, como cuando el Mosad secuestró a Adolf Eichmann en Buenos Aires, le sirvieron un catering de comida kosher en el vuelo a Jerusalén, donde fue juzgado y condenado a muerte. En el juicio, este tipejo que era el responsable de las deportaciones, por supuesto, quiso alegar la obediencia debida en tiempos de guerra. No le sirvió de nada: fue ahorcado.

Otros nazis destapados, sobre todo por los Klarsfeld, que vivían su vida tranquilamente en Sudamérica, Siria o, incluso, en la misma Alemania, fueron Klaus Barbie, Walter Rauff, Alois Brunner, Kurt Lischka, Herbert Hagen , Ernst Heinrichsohn (estos tres, como los crímenes los habían cometido en Francia, vivían tan pichis en Alemania. Incluso Heinrichsohn era el alcalde de su pueblo)... En el documental no se ahorraba ni un detalle sobre sus crímenes: estaban perfectamente documentados, con fotos, con películas, con testimonios de víctimas que les sobrevivieron.

De todos ellos, el que más me llamó la atención fue Albert Speer, el arquitecto de los nazis, amigo personal de Hitler, que negó conocer la naturaleza los campos de exterminio, mientras le enseñaban una foto de su persona, ataviado con el uniforme de las SS, paseando por Mauthausen (unos 300.000 muertos). Ignoro si ésta es la foto, pero el sujeto es el que está en primer plano. Speer, preguntado por un periodista tras su salida de la cárcel de Spandau (donde estuvo 20 años con Rudolf Hess), se atrevió a declarar que estaba convencido de que la Solución Final consistía en deportar judíos a los campos de concentración como paso intermedio antes de la creación del Estado de Israel. Digo yo que cada uno tiene su mecanismo para liberar la conciencia de peso, pero cómo se puede ser tan rata y tan hijoputa. Es posible que Speer estuviera convencido de que la creación del Estado de Israel era inminente, pero en el Reino de los Cielos.

A pesar de toda la documentación, de las películas que grabaron los aliados a medida que iban liberando campos en el frente occidental, de los testimonios, de todo el material que los mismos nazis no tuvieron tiempo de destruir, que dan fe de que todo aquello ocurrió y que, además, no tendría ningún sentido inventárselo (¿para qué?), todavía hay gente que niega el Holocausto. Me encantaría discutir con un tipo así, lo juro. Escucharía todo su argumentario mirándolo con extrañeza, como cuando alguno de Herri Batasuna me ha explicado por qué "piensa" lo que "piensa". Es una especie de reto permanecer callado ante el rebuzno procedente de un resorte averiado del cerebro, porque los que niegan el Holocausto aportan una serie de pruebas indiscutibles para iluminarnos a los demás, pobres víctimas de la manipulación de la historia de la que ellos, que son más listos, se han librado.

Me he ido por las ramas. Hoy no quería meterme en este lío, pero, bueno, ahí que va. Esta entrada fue escrita en su mayoría hace un par de semanas y estaba pensada para llegar a que el otro día empecé a leer "El niño del pijama de rayas", ese best-seller que es un insulto a la inteligencia del lector. Yo lo recomiendo para leerlo sentado en el trono, porque hiede. Lo devolví a su sitio haciendo pinza con dos dedicos pensando en que todo lo que se podía decir sobre la infancia y el Holocausto nazi, lo expresó mucho mejor que "El niño del pijama de rayas" Steven Spielberg con "La niña del abrigo rojo" (en "La lista de Schindler").

X. Bea-Murguía (disculpen el coñazo. A ver si otro día estoy más inspirado).

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martes, mayo 13, 2008

Cohecho diferencial

Queridos amigos,

voy a intentar ser breve, más que nada, porque no puedo estar sentado. No les voy a decir por qué (no, no es nada sexual), pero me duele el culo como si me hubiera pegado cien patadas un grupo de skinheads y sentado en esta silla estoy más incómodo que Rajoy en el sillón de la presidencia del PP.

Uno de mis temas favoritos, como saben, es el hecho diferencial, que es como una obsesión, porque en mi convicción de que somos todos iguales (todos, menos uno) no cabe que haya un hecho que distinga. Hace poco, leí un reportaje muy gracioso de mi amigo Ernesto Villar en La Razón en el que se criticaba, y a gusto, que la historia oficialista que se enseña en Euskadi presenta a Zumalacárregui como héroe por la independencia en la Guerra Carlista que, para los Vascos (con mayúscula) no estalló por una disputa sucesoria por el trono de España, eso serían los caprichos del general Cabrera en el Maestrazgo, sino por el hecho diferencial de un Euskadi libre. Tanto se parece Tomás Zumalacárregui e Imaz a un gudari, que el hombre comenzó su carrera en el sitio de Zaragoza contra los franceses. Zaragoza es territorio vascón, como bien sabemos Antonio Acín y yo, así que sigue valiendo "como luchador por la liberación de Euskadi". Y murió en el sitio de Bilbao (ciudad liberal que NO defendía, sino que atacaba), tras vencer a Espartero en el Puerto de la Descarga, cuando estaba al mando del ejército del norte sublevado en favor de los derechos al trono de Carlos María Isidro de Borbón y Parma, representación del absolutismo frente al liberalismo que sostenía a Isabel II, la de los tristes destinos.

Presentar a Zumalacárregui como un héroe de la independencia de Euskadi es como decir que los alemanes no bombardearon Guernica, sino que Guernica se puso justo debajo.

Pero no quedaba ahí la cosa: Ernesto Villar comentaba que la historia oficialista de los del hecho diferencial, presentaba como héroe vasco, otro gudari por la independencia de Euskadi, a Frantzisko Espoz eta Mina, que, por cierto, era navarro, no vasco, pero bueno, demostrando una vez más que la historia es ese chicle que da de sí para justificar cualquier teoría, por idiota que sea.

Obvian los historiadores peneuvistas que Zumalacárregui, absolutista, y Espoz y Mina, liberal, se enfrentaron en el campo de batalla durante la Primera Guerra Carlista. ¿Cuál de los dos peleaba por la independencia de Euskadi?

El hecho diferencial se construye así: un idioma de tascadores de nueces que distinga a los de aquí de toda la vida (los apellidos ayudan mucho a esto) de los de fuera; un poco de revisión histórica trasnochada y, sobre todo, un enemigo o, mejor dicho, un represor, un poco de victimismo que eso hace mucho pueblo. Hay que ir en contra de alguien. Sé que están hartos ustedes de leerlo, pero yo lo voy a seguir repitiendo para quien quiera escucharlo: estamos en el germen de un nuevo nazismo. Revisión de la historia, hecho diferencial y victimismo.

Otra cosa son los toponimios, que ya no sabe uno qué pensar. Lo que le dije a Ernesto es que no estaba de acuerdo con ese final que venía a decir con ironía: "Mondragón, hoy Arrasate" como si la pelea estuviera en cómo se llama un pueblo: el pueblo se llamará como quiera cada uno, en cada momento, ¿no? ¿Acaso no es tan fascista obligar a una persona a decir Lérida como obligarle a decir Lleida? Cada uno que lo llame como le dé la gana, ¿no?, y que nadie se lo tome como insulto personal. Yo siempre digo Lérida, no hago política con estas cosas, es como lo aprendí y no veo la necesidad de reformarme.

Arrasate edo Mondragón es el nombre oficial del pueblo en ambos idiomas, es como Vitoria-Gasteiz, que se dice así oficialmente en ambos idiomas. Aqui tienen ustedes este link, para el que quiera profundizar en el asunto. Lo que se dice parece sensato.

http://es.wikipedia.org/wiki/Arrasate

Dicho todo este rollo (y menos mal que iba a ser breve ¡ay, mi culito!), en defensa del hecho diferencial madrileño, hoy que la "bella" localidad de la cuenca del Henares se ha puesto tan de actualidad y que toda España ha podido admirarse, gracias a la televisión, de la belleza de sus calles y de su historia, sobre todo de la historia del cohecho diferencial del sheriff Ginés...

¡Exijo que se cambien los carteles de las carreteras para la correcta pronunciación de esta perla de la Comunidad de Madrid llamada erróneamente Coslada (¡fascistas!): la pronunciación correcta es Col-lada.

Coño que el hecho diferencial es el hecho diferencial.

¡Defendamos el hecho diferencial! Parla es un invento fascista, el pueblo se ha llamado toda la vida "Amamal-la (a Pal-la)".

Y Tres Cantos se llama "Trejcantos"

X. Bea-Madrid (claro que sí).

Por cierto, feliciten a Ernesto Villar que hoy, 13 de mayo, es su cumpleaños. 39 añazos, ya, ¿no? Bueno, no discutamos, ¿vale? Lo que diga tu mujer va a misa.

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lunes, marzo 31, 2008

CCCPSS


Queridos amigos,

al parecer, a Max Mosley, presidente de la FIA, le pone que le zumben la badana. Max parece lelo, porque sabe que, con la fortuna de su padre, ha heredado también su turbio pasado, el de Oswald Mosley, amigo personal de Hitler y conocido fascista. ¿Quién dijo que los pecados de los padres no los pagan los hijos? Esto ha sido así en el mundo, desde que nació el primer bastardo. Vamos a tirarnos todos de los pelos.

No empieza la cosa muy bien si decimos que un rotativo británico de prestigio... ¿Prensa popular inglesa de prestigio?... ha dicho que las cinco pelandrunas que atizaban en el culo a Mosley, probablemente con la antena de mi coche CLIC, iban ataviadas con uniformes de la SS, porque, al parecer, la bacanal era de temática filonazi.

El periódico, "News of the world", que se caracteriza por sus exclusivas del pelo "Niño encerrado en un armario devora su propio pie"; "Fui violada por extraterrestres y estoy embarazada" o "El niño lobo brasileño y la niña pez tailandesa se casan", lleva siempre a portada grandes verdades, noticias todas ellas comprobadas de cinco o seis fuentes (de LSD), de una profundidad e importancia y, sobre todo, con un tratamiento tan exquisito que, sin duda, son la razón de que el periódico tenga la fama que tiene: lo que publica "News of the world", generalmente, va a misa.

Digo yo que si a Mosley le gusta que le pongan el culito colorado es cosa suya ¿no?

Yo creo que cada uno es cada cual y que esa información nunca debió salir del exclusivo y cerrado círculo privado del mandrilón Mosley, culo-pelao, que no es de interés público, que en nada afecta a nadie ni a su gestión como presidente de la FIA y que lo que hay es mucha idiotez, mucha hipocresía y, sobre todo, mucha envidia.

Ya sé que usted, que es bienpensante y buena persona, va a decirme que lo que importa no es la zurra, sino el atrezzo nazi. Y, tiene razón, es deplorable, pero no entiendo muy bien qué nos hace pensar que hay genocidas cuya estética, en privado, es censurable, mientras que la de otros está de moda. Desde luego, si lo que se precisa para una sesión de bondage es crueldad (yo no lo sé, que conste, sólo lo estoy suponiendo), en la temática del campo de exterminio nazi no hay otra cosa: crueldad y ensañamiento. No entiendo la motivación, ni la comparto, pero ¿nos habría parecido mejor que se hubiera vestido de Cayo Calígula, ese tirano y asesino arbitrario y despiadado? ¿Qué tal de Stalin en un gulag? ¿Acaso no se han hecho películas (y, además, eróticas), cintas públicas, proyectadas en salas comerciales, con el fondo temático del gulag?

El otro día vi en la televisión a un tipo que aspira a ser gracioso, llamado Ajenjo o Cigarro, uno de los dos, cuya principal característica es la pinta de no haberse duchado en dos meses. El hombre exhibía tranquilamente una camiseta con las letras "CCCP" porque, al parecer, entre los guays de la movida, la estética soviética se ha puesto de moda.

Quizá tenga que recordar aquí el comienzo de "Koba, el Temible", de Martin Amis:

"He aquí la segunda frase de "La cosecha del dolor: colectivización soviética y el Gran Terror" de Robert Conquest:

"Quizá podríamos poner en su justa perspectiva el presente caso diciendo que se perdieron veinte vidas, no por cada palabra, sino por cada letra que hay en este libro". Esta frase representa 2.700 vidas. El libro tiene 411 páginas. "Comían boñigas de caballo, entre otras cosas porque solían contener granos de trigo enteros" (1.540 vidas) "Oleska Voitrojovski salvó su vida y la de su familia comiendo carne de caballos que habían muerto de muermo y otras enfermedades de la cooperativa" (2.640 vidas)".

CCCP no significa, como algunos sostienen, "Cu Currú Cucú Paloma". CCCP significa 80 vidas. No. 80 asesinatos.

Lo de Mosley no me parece mejor, pero tampoco peor. Yo, desde luego, jamás llevaré nada encima que promocione ni una estética ni la otra, ambas igual de asesinas, pero al menos, Mosley lo ha hecho en su casa. Este otro, sale en la tele todos los días.

¿Tú qué opinas? ¿Aprobarías que se pusiera de moda entre la gente cool camisetas de las SS?

X. Bea-Murguía (con la noticia que le quema, le quema, le quema).

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lunes, octubre 08, 2007

El Partido Obrero

Queridos amigos,

la identificación unitaria es un movimiento político simplista y, al mismo tiempo, terrible y excluyente, que en la historia reciente ha dado como resultado final la cámara de gas y el horno crematorio, la lluvia de ceniza humana que regó los campos de Auschwitz, Sobibor, Majdanek, Treblinka, Mauthausen...

El unitarismo analiza la realidad con enorme sencillez, hasta desvirtuarla completamente, lo que les permite llegar con un mensaje directo y comprensible a sus acólitos: una nación, una lengua, una cultura, una raza, un territorio, mezclado con aditamentos que hacen la ideología atractiva y moderna, como la defensa del medio ambiente, progresismo y defensa de los derechos de los desfavorecidos (siempre que pertenezcan a la raza, a la lengua y a la nación), porque estos movimientos, generalmente, aunque parezca mentira, son de izquierdas.

El viernes mismo, fíjense que mala suerte, estuve debatiendo amistosamente a gritos en una sobremesa agitada, sobre el asunto de Cataluña y Madrid: las cosas que les sucede a los madrileños en Cataluña y las que les suceden a los catalanes en Madrid. Conclusión: gilipollas hay en todas partes, indudablemente, aunque yo afirmé, y afirmo aún, que nunca, jamás, en mi vida me he sentido maltratado en Cataluña. Muy al contrario.

El sábado, como si quisiera fastidiarme, como si quisiera dar la razón a mis amigos, va Carod Rovira y se niega a hablar en castellano a una televisión alemana. Supongo que era una manera de intentar que no quedara muy clara la frasecita "Si la cultura alemana fuera invitada a una feria del libro tampoco permitirían que fueran autores alemanes que escriben en turco" que tiene tela, tela. Es de lo más nazi que se ha dicho en mucho tiempo en España. Da mucho miedo.

En 1919, empezaba a hacer ruido en la Alemania de Weimar un partido sin importancia que se llamaba Partido Obrero Alemán. Obrero. De izquierdas ¿no?. La Gran Guerra y el Tratado de Versalles habían dejado a Alemania a merced de la revolución comunista y el ejército, para impedirla, infiltró agentes en todos los movimientos de izquierda, entre ellos, el Partido Obrero Alemán. En 1919, este partido fue designado a Adolf Hitler, quien se quedó en él porque estaba conforme con lo que propugnaba: además de la defensa del medio ambiente y de la mejora de las condiciones laborales de los obreros alemanes, el partido proponía la creación de la Gran Nación Alemania (territorialidad), reprimida por el Sionismo Internacional y el Tratado de Versalles; el resurgimiento de una raza superior aria-nórdica (raza en la que los apellidos que uno llevara eran clave); la defensa de la cultura alemana (idioma), "cultura en alemán, por supuesto", podría haber dicho Hitler, que era austríaco, en una entrevista, "no va a ser en yidish".

¿Y por qué no? ¿Acaso el yidish no es una lengua alemana? ¿Acaso el castellano no es una lengua catalana?

Pues no, porque a una nación, una lengua; a un territorio, una raza.

Y, añade Carod, que fue militante del Partit Socialista d'Alliberament Nacional cuando se llamaba José Luis Apeles: "Literatura catalana es sólo la que se escribe en catalán".

Lo que tú digas, Apeles. Tú eres el filólogo.

X. Bea-Murguía (que cada uno se llame como quiera, por supuesto, pero denota un enorme racismo la eliminación de toda sombra de duda de españolidad en los apellidos de un líder nacional-independentista catalán, ¿no les parece?).

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