Queridos amigos:
a raíz de un comentario hecho en este blog por
Carlos FG, que no es que esté soltero, es que está esperando al rebote, se me ha ocurrido que, quizá, no todos ustedes estén familiarizados con el comportamiento sexual del macho hispánico en su hábitat natural doméstico, y que este puede ser un tema que traiga tela. Concretamente, el autor del comentario confesaba desconocer en qué consiste la técnica del elefante.
Hagan el favor de leer esto con la voz de
Félix Rodríguez de la Fuente... (Ya saben, como si se estuvieran cagando y haciendo muchas paradas sin sentido entre palabras no separadas por comas).
[SINTONÍA]
Chan, chan, chachachan chan... Piri piri piri pi Piri piri pipí... Piri piri piri pi Piri piri pipí... Chan chan cha cha chan chan...Nos adentramos hoy en el habitat natural del macho hispánico, esa especie que ha sufrido en pocos años una violenta catagénesis, víctima de los cebos envenenados de los furtivos y del modernismo metrosexual, que han colocado a este hermoso animal, por desgracia, en peligro de extinción.
Es nuestro propósito, acercarnos al punto en el que, según los científicos, el macho hispánico no ha sabido adaptarse a un nuevo medio más agresivo y exigente, que no es otro que el de la procreación.
Lo natural en un macho hispánico joven es vivir en un estado de celo permanente que lo empuja a refofilarse contra las esquinas y los marcos de las puertas de su madriguera, como rito inicial del cortejo nupcial. Sin embargo, la hembra hispánica, que es esquiva al tálamo, mira estos primeros pasos de incitación al ayuntamiento con un rictus que parece expresar cierta perplejidad o falta de entendimiento y, en ocasiones, esplín vital e, incluso, rechazo (precisamente lo contrario de lo que pretende el macho hispánico).
La hembra hispánica, ante la llamada procreativa de su macho, emite en respuesta un canto nupcial de una sonoridad grave y contundente:
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José Luis, ¿se puede saber qué coño haces?
Sin embargo, el macho hispánico, que es capaz de producir testosterona para llenar diez estadios de fútbol, no ceja en su empeño. Para ello, este raro especimen dispone de un ramillete de recursos que es, sin duda, el más variado del reino animal
Entre estos recursos, pertenecientes al instinto de esta noble raza, dados por la siempre generosa madre naturaleza, una de los más frecuentes es "El elefante". Aquí observamos cómo el macho hispánico se pasea en cueros por la madriguera de una manera natural e inopinada a la espera de que la hembra hispánica, que generalmente no hace ni puto caso, se percate de su presencia. Con un rápido movimiento, que pretende llamar definitivamente la atención de la pareja escogida para la multiplicación de la prole, el macho hispánico acopla el antebrazo a sus genitales, a modo de trompa y utilizando un simbolismo claramente erectil, emite un barrito que, sin duda, despierta el interés de su pareja.
Esta técnica es bastante segura, aunque falla en algunas ocasiones en las que el macho hispánico no imprime la enorme agilidad y rapidez de movimientos que requiere su culminación exitosa. La hembra hispánica no dedica a su macho, en las circunstancias descritas, más de unas milésimas de segundo y si responde...
-- Este tío es gilipollas. ¡Que te vas a resfriar y no quiero oir más quejas!
...es que no ha conseguido el efecto deseado. El macho hispánico, entonces, concibe la posibilidad, para alcanzar su objetivo, de pintarse de gris y ponerse orejas postizas en las caderas.
También se puede dar, porque la naturaleza rara vez es una ciencia exacta, que la hembra hispánica responda con un silencio indiferente, en cuyo caso, el macho hispánico puede deducir que conviene cambiar de técnica.
Otro recurso natural del macho hispánico consiste en aprovechar cualquier ocasión para frotar la cebolleta, incluso, aullando libidinosamente. Es ésta, sin duda, una técnica más depurada y efectiva, aunque difícil de ejecutar, ya que la hembra hispánica es muy viva y permanece siempre alerta ante todos los intentos. Sin embargo, el macho hispánico que está atento al despiste, puede encontrar esa ocasión para iniciar el baile de la procreación cuando la hembra menos se lo espere: unas llaves que se caen al suelo, el momento de sacar el lavaplatos, unos yogures del Mercadona que están demasiado abajo... Resulta imprescindible para seducir a la hembra hispánica que el refrote de cebolleta se acompañe con el himno nupcial PUTRÚN-PUTRÚN.
El putrún-putrún es, generalmente, de efectos inmediatos, certeros, precisos: la hembra hispánica, sorprendida con la guardia baja (y con el culo en pompa), no se puede resistir a los encantos de su macho y le sacude una leche.
-- ¡Joder, macho, qué pesado! Así no lo vas a conseguir nunca.
Sabemos, después de años de observación, que el macho hispánico es una especie rica que, por tantos años de escasez, ha desarrollado una infinidad de técnicas de acercamiento nupcial, todas ellas urdidas por el instinto de conservación, esa llamada salvaje a la continuidad de la estirpe. Técnicas esmeradas como la del buitre carroñero, que consiste en esperar a que la hembra hispánica se duerma y atacarla, sin piedad, pidiéndole que se haga la muertita, o más rudimentarias como el arrinconamiento frontal "Aquí te pillo, aquí te mato".
Sería imposible resumirlas todas en este pequeño documental, porque casi cada ejemplar de esta especie atesora sus propios ritos de apareamiento. Es por eso que les invitamos a que, si tienen cojones, cuenten aquí las suyas, a ver si logramos, con la aportación de todos, salvar a este noble animal de la desaparición y del olvido.
X. Bea-Murguía de la Fuente
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